Hace dos años que toda la atención está centrada en la pandemia. La aparición de la covid-19 arrasó con nuestra cotidianidad y dejó lejos de la superficie otros problemas que desde hace años arrastra la provincia, como es el consumo de sustancias. Sin embargo, cuando los números de contagios empiezan a descender, vuelven a generar preocupación esas otras emergencias. Y las evidencias sugieren que regresan agravadas por los meses de encierro, aislamiento, incertidumbre y crisis económica.

Así lo confirmó Ramiro Hernández, director del Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones (PUNA). La institución que dirige ha participado en un relevamiento que se hizo a nivel nacional, coordinado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar). El trabajo recaudó información a través de 24 grupos focales virtuales organizados en cinco provincias -entre ellas Tucumán- sobre las modificaciones en los consumos de sustancias y las respuestas asistenciales implementadas a partir de la pandemia.

Según el informe, los cambios abruptos en el trabajo, en los espacios de sociabilidad, en los comportamientos y protocolos en los ámbitos públicos y privados, o el acceso a la conectividad, implicaron modificaciones en las prácticas relacionadas a los consumos de sustancias.

La ansiedad y la incertidumbre dejaron grandes marcas, especialmente en los adolescentes. Si bien al principio, en plena cuarentena estricta, hubo una disminución en el consumo de alcohol entre los jóvenes, en los primeros encuentros en los espacios públicos se reafirmó el carácter fundamentalmente social de los consumos para esta población, detalló el estudio.

Entre los adultos, el consumo de alcohol aumentó en cuanto a la cantidad ingerida y a la frecuencia. Esta práctica, que se incorporó a momentos del día en los que antes no se consumía, se vinculó a “bajar” el día o reducir el estrés.

Hubo relatos referidos a situaciones de consumo en soledad y los motivos fueron diversos: desde tomar en momentos de ocio, disfrute, tranquilidad e introspección, hasta motivaciones asociadas a disminuir malestares, angustia o ansiedad.

Con el tabaco, también cambiaron algunos hábitos. La mayor permanencia en el espacio doméstico modificó los momentos y lugares destinados a su consumo. Muchos de los encuestados admitieron que desde que comenzó la pandemia fuman más. En algunos casos, eso estuvo vinculado a situaciones de ansiedad y malestar general. Además, a los fumadores les preocupó asegurarse reservas de tabaco. Muchos de los que acostumbraban comprar atados de cigarrillos empezaron a adquirir cartones. Al tener más disponibilidad de puchos en casa, consumían más.

Con respecto a la marihuana, que es la sustancia ilegal más utilizada, también hubo algunas variantes: algunos redujeron notablemente el uso de cannabis y otros pasaron del uso recreativo y social al consumo en soledad, como recurso para amortiguar el malestar producto de la crisis sanitaria, remarca la investigación cualitativa.

Medicamentos

Quizás uno de los puntos más preocupantes desde que comenzó la pandemia es el aumento del consumo de medicamentos con o sin prescripción médica, que se presentó mayormente ligado a las mujeres y el motivo fue intentar aliviar dolores o malestares.

Sobrecarga de tareas de cuidado, el estrés, el insomnio y la incertidumbre económica hicieron que se disparara la automedicación. Se usaron ansiolíticos y relejantes, y también fármacos de venta libre como el ibuprofeno o los que se usan para dolores de estómago o de cabeza, señala el estudio de la Sedronar.

Por pedido

En estos últimos meses de pandemia hubo dos hábitos -propios del primer período de aislamiento- que llegaron para quedarse. Estamos hablando del delivery y del stockeo.

Según los encuestados, los pedidos de delivery por internet, vía plataformas específicas, por aplicaciones o por teléfono con entrega a domicilio ganaron popularidad para adquirir principalmente bebidas alcohólicas, cigarrillos y medicamentos de venta libre.

Por otro lado, el stockeo o acopio de sustancias, que reduciría la posibilidad de quedarse sin reservas, se manifestó como estrategia ante la sensación de escasez, incluyendo el alcohol o los cigarrillos junto a las compras de otros productos. Esta estrategia estuvo relacionada con malestares y vivencias en las que el faltante, sobre todo de cigarrillo, provocaría mayor “ansiedad”.

Quienes trabajan en el ámbito de la asistencia y la prevención de las adicciones están preocupados por lo que se viene.

“Lo que ya se está viendo es el impacto que tuvo la pandemia en la salud mental durante estos dos años: aumentaron los casos de depresión, de ansiedad e de insomnio. También hay un notable incremento en el consumo de drogas legales, como el alcohol y los psicofármacos. Asimismo se registró entre los adolescentes una suba importante de lo que llamamos adicciones sin sustancias, a la tecnología. Todas estas situaciones ya se reflejan en las consultas, que se han incrementado el 20% en el último año”, explicó Hernández.

El PUNA, que depende de la secretaría de Extensión Universitaria, tiene una línea telefónica de ayuda (0800 222 37642) por medio de la cual asisten a personas con consumos problemáticos o a sus familiares. “También muchos jóvenes han interrumpido su tratamiento y aumentó la demanda para relocalizar esos pacientes con adicciones”, precisó.

Se necesitan más acciones

Ahora que los jóvenes han recuperado sus salidas nocturnas y casi todas sus actividades, según Hernández, hay que redoblar los trabajos de prevención. Los adolescentes han sido uno de los grupos más afectados por la pandemia. De hecho, un reciente estudio de la Cruz Roja reveló que el 53% de los jóvenes vio afectado su bienestar emocional desde el comienzo de la crisis sanitaria por covid-19.

“Sospecho que comenzarán a incrementarse los consumos de drogas, principalmente de alcohol, marihuana, tabaco y cocaína. En el PUNA nos estamos preparando para recibir más consultas de salud mental vinculadas con el consumo problemático. Creo que todos los servicios de salud mental de la provincia debemos formar redes de contención para acompañar a los adolescentes en esta nueva realidad que les toca vivir”, concluyó.