Todavía no acabamos de salir de una pandemia. Y acabamos de entrar a una guerra en Europa. Mientras tanto, la crisis climática sigue deteriorando nuestro mundo. ¿Qué sucederá ahora? ¿El calentamiento global se volverá irrelevante para la humanidad hasta que Vladimir Putin nos devuelva la paz? ¿Cómo vamos a actuar rápido para asegurar un futuro habitable si del otro lado del mar podría estallar una tercera guerra mundial? ¿Qué hemos aprendido de la pandemia y ese aprendizaje podría servirnos en estos momentos? "Hoy sabemos, con certeza absoluta, que nuestra economía globalizada supone una vulnerabilidad muy fuerte ante eventos o dinámicas que no se generan en nuestros países, sino que a veces pueden tener raíces muy lejanas. Esto se agrava en el caso de las economías latinoaméricanas, que tienen una fuerte dependencia de la exportación de commodities. Realmente, lo que está sucediendo puede ser un factor de destrucción social", contesta Francesco Gaetani, investigador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para América Latina y el Caribe.
"La inflación se erige como la gran amenaza de este comercio globalizado".
Ingeniero ambiental y civil graduado en la Università Degli Studi Di Genova -al sur de Italia, de donde es nativo-, sus principales áreas de interés son la previsión y mitigación de riesgos naturales. Ha trabajado para la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en Ginebra, y desde 2012 se encuentra en Panamá, como coordinador de datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). "El panorama es poco alentador. Desgraciadamente, con esta guerra puede que el carbono siga siendo la matriz productiva de todo el mundo", añade.
"Nuestra economía globalizada supone una vulnerabilidad muy fuerte. Esto se agrava en el caso de las economías latinoaméricas, que tienen una fuerte dependencia de la exportación de commodities".
La conversación con este diario transcurre a través de un videollamada de WhatsApp. El experto acaba de bajar de un avión proveniente de Nairobi, tras participar de la Cumbre de la ONU para el Medio Ambiente (ANUE, por sus siglas). "En Europa están evaluando reactivar plantas de combustibles fósiles que estaban cerradas hace años. Al final de la historia, la invasión de Putin habrá agravado la crisis ambiental", lamenta.
- ¿O sea que la Unión Europea (UE) puede que pierda otro tren para liderar las tecnologías disruptivas en materia de energía?
- Es triste. Pero estamos en la tormenta perfecta. Justo cuando en la UE las energías eólica y solar asomaban como una alternativa prioritaria, sucede esto. En vez, los europeos se volcarán hacia los combustibles fósiles más intensos. En una economía de guerra, siempre suele ser así: planes tácticos en vez de estratégicos; se piensa solo a corto plazo. Ahora lo más importante será que el sector productivo cuente con energía; que no detenga su producción.
- ¿Y cómo impactará esta guerra en la realidad de América?
- La situación geopolítica ha comenzado a cambiar. Hoy podemos presenciar algo antes impensando: que Estados Unidos se acerque a Venezuela, en busca de sus reservas de petróleo (las más grandes del mundo). En ese sentido, otros países de la región, como la Argentina, podrían tener un gran potencial. Las naciones de economías frágiles, que todavía están tratando de salir del golpe del coronavirus, intentarán explotar al máximo sus recursos. Aquí también todos los aspectos relacionados con lo ambiental pasarán a un nivel de atención más bajo. Por las cuestiones logísticas que esta guerra traerá aparejadas, el precio del petróleo estará bastante elevado en los próximos años. Todos aquellos que puedan abastecer la demanda querrán aprovechar esta oportunidad.
- ¿O sea que no se acelerará la transición energética hacia un modelo en línea con la acción climática necesaria?
- A la larga, todo el mundo sabe que seguir produciendo de este modo no es una opción. Para lograr los objetivos de descarbonización (Europa quiere ser neutra en emisiones en 2050), los países habían empezado a buscar energías renovables. Pero todas esas aspiraciones y esos planes probablemente se tornen cuesta arriba. Cuando el mundo empezaba a vislumbrar un horizonte de esperanza para controlar la covid-19 y volvía a ocuparse de la crisis climática, esta guerra nos empuja otra vez hacia un territorio desconocido.
- ¿Observa algún paralelismo entre esta guerra y la crisis climática?
- Está claro que los combustibles fósiles, el motor de ambas crisis, son una amenaza para la humanidad. Cuando esta guerra termine, el cambio climático seguirá ahí.
Rusia es el tercer principal país productor de petróleo, detrás de Estados Unidos y de Arabia Saudita. Además, es el mayor exportador de petróleo del mundo a los mercados globales y el segundo mayor exportador de petróleo crudo detrás de los árabes. De ese petróleo que exporta, alrededor del 60 % se dirige a los países europeos y otro 20 % a China. Finalmente, los rusos son importantes proveedores de crudo para Bielorrusia, Rumania, Bulgaria y Ucrania, según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en Inglés). Además, en los últimos años la UE ha incrementado notablemente el suministro de gas natural procedente de Rusia. Por ello, Gaetani destaca que no se trata de aumentar la producción o construir una nueva infraestructura de combustibles fósiles, independientemente de Rusia, sino de consumir menos petróleo y menos gas.
"Desgraciadamente, con esta guerra puede que el carbono siga siendo la matriz productiva de todo el mundo".
De hecho, la IEA recomendó 10 acciones concretas sobre cómo la UE puede salir de su dependencia del gas ruso, entre las cuales se encuentran acelerar el desarrollo de nuevos proyectos de energía eólica; diversificar las fuentes de energía y mejorar la eficiencia en su uso.
"En una economía de guerra, siempre suele ser así: planes tácticos en vez de estratégicos; se piensa solo a corto plazo".
"Esta guerra es altamente preocupante. Hemos construido una sociedad muy global y eso nos hace vulnerables; frágiles. Lo hemos vivido durante la pandemia y vamos a vivirlo de vuelta ahora, con una inflación que se erige como la gran amenaza de este comercio globalizado. Quizás nuestro futuro pase por ser menos globales y más locales; eso nos haría resilientes. En Europa, muchos jóvenes están abandonando las ciudades y marchándose al campo, a trabajar en explotaciones agrícolas pequeñas y no intensivas", cierra Gaetani, con las mismas palabras con las que lo ha encabezado este reportaje. Una repetición con la que procura generar consciencia, al menos entre sus lectores.