NOVELA
Cosas pequeñas como esas
Claire Keegan
(Eterna Cadencia - Buenos Aires)
Este es el cuarto libro que leo de Claire Keegan y, curiosamente, es el cuarto que publicó. O sea que me siento con elementos suficientes para opinar que es una de las mejores narradoras de la actualidad.
Esta irlandesa, ya sea en novelas o en relatos más breves, narra lo cotidiano con un raro detenimiento en situaciones mínimas y en objetos, de esa manera logra animizarlos y darles una dimensión tal vez impensada para el lector.
En la novela Cosas pequeñas como ésas vuelve a introducirnos en una historia rural con personajes abocados a su trabajo, a sus tradiciones y a sus conflictos en un mundo que les exige cambiar e ir abandonando viejas creencias. Con una prosa que va describiendo situaciones corrientes, pintando desapasionadamente ese exteriorismo que los objetos encierran, va dejándonos entrever algunas tragedias que como lectores debemos completar según nuestros propios recuerdos e imaginación.
Es la historia de un vendedor de carbón y madera que labró su presente muy desde abajo y que llega a tener una situación económica de cierta tranquilidad, pero trabajando todo el día sin descanso, con el único objetivo de que sus cinco hijas tengan posibilidades que tal vez no posean otras habitantes del pueblo. Pero ya sabemos que sin conflicto no hay historia, y el conflicto se hace presente de una manera impensada y en un sector de esa sociedad aldeana donde debería encontrarse amor y solidaridad. En esa encrucijada lo pone la vida y tendrá que hilvanar dos futuros inquietantes y, a primera vista, imposibles de congeniar.
¿Bill Furlong (el personaje principal) estará haciendo lo correcto? Y, ya que estamos: ¿Qué es lo correcto para un hombre que, sin querer, está volviendo a su pasado?
Como minuciosa lectora de Chéjov que es (lo ha confesado en varias entrevistas) la autora cumple con casi todos sus postulados, y en esta novela se nota particularmente: no habla de lo que ha visto sino de cómo lo ha visto; confía en que el lector le añadirá a su relato aquello que crea necesario; dice lo que sabe y calla lo que ignora, no inventa; las referencias políticas, sociales o económicas son sólo eso, referencias para pintar el momento exacto del relato.
Dos libros de cuentos (Antártida y Recorre los campos azules) y una novela (Tres luces) anteceden a éste que estamos reseñando. El universo y el mensaje de Claire Keegan son claros, su lucidez narrativa nos hace partícipes de un tiempo emocional que tal vez no sea el nuestro, pero que pasa a serlo en cuanto nos adentramos en sus historias.
Los cuatro libros han sido traducidos por Jorge Fondebrider, un verdadero especialista, lo que ayuda a que la voz de la autora tenga una cadencia reconocible en cuando leemos el primer párrafo.
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Rogelio Ramos Signes