Después de una cuarentena de siete días por Covid-19 (que es lo que se indica en esta etapa en la Argentina para los vacunados con la pauta completa), sí se puede contagiar a otras personas. Por eso, se recomienda que tras el alta se use tapabocas, advierte el infectólogo Mario Raya. Incluso con la variante ómicron, sobre la que se ha establecido que el proceso de infección es más rápido, estudios recientes de Japón muestran que un 19 % de casos continúa siendo positivo por test de antígenos al cabo de una semana.
No obstante, la mayoría de los expertos coincide en que la cepa de Sudáfrica ha acortado los tiempos. "Otras investigaciones realizadas en el Reino Unido han demostrado que el período de incubación es de 48 horas hasta la aparición de los primeros síntomas y de 72 horas desde la desaparición", prosigue el subdirector del Centro de Salud. Entonces ¿no hay una respuesta unívoca? "Esto no es matemático: ciertos pacientes pueden contagiar. De allí que los siete días de aislamiento estén condicionados a que los infectados hayan transcurrido sus últimas 48 horas sin fiebre ni otras manifestaciones", responde el especialista.
"El riesgo de contagiar a otros va disminuyendo a medida que pasan los días". Mario Raya
"Cuando se transita la enfermedad de manera leve, se hace un cuarentena estricta de una semana. Pero durante los tres días restantes, si bien se puede realizar actividad, se pide que se eviten las reuniones y que se haga uso constante del barbijo. La gente no tiene que compartir el desayuno, por ejemplo, con sus compañeros de trabajo", grafica.
- En el caso de los vacunados con tercera dosis un mes atrás, ¿podrían tener menos carga viral?
- Sí. En los pacientes con tres dosis aumenta la posibilidad de desarrollar una buena respuesta. Pero siempre dependerá del huésped.
- ¿Dónde hay más posibilidades de contagiarse?
- Cuanto más tiempo pasemos con un positivo en la misma habitación, más virus inhalaremos. De allí que se resalte la importancia de una correcta ventilación. Afortunadamente, esto cambia radicalmente cuando estamos en espacios exteriores. Al aire libre, el virus no se comporta de la misma forma y se reducen significativamente los contagios.
Justamente en estos años pandémicos en los que la infectología se nos ha vuelto el pan de cada día, hemos aprendido que en el aire flotan los aerosoles respiratorios que pueden contener el virus. "Cuando más cerca estemos de esos virus, mayores serán las chances de que los inhalemos", prosigue el médico, en tono didáctico. Por ello, hacer ejercicio en espacios cerrados, cantar o gritar pueden ser vehículos ideales para la transmisión del coronavirus, apunta.
Y aunque él y sus colegas lo hayan dicho hasta el hartazgo, reitera otra enseñanza: las vacunas dan una protección significativa contra la internación, la enfermedad grave y la muerte. Pero son muchos los factores que giran en esta ruleta, como la edad del infectado y las comorbilidades. Por ello, no solo se trata de entregar el brazo al pinchazo, sino también de mantener la distancia , lavarse la manos y colocarse barbijo.
- Si un contacto estrecho conviviente da positivo, el resto de la familia no se hisopa y no experimenta síntomas, ¿cuánto deben esperar para darse la tercera dosis?
- Si la familia sospecha que habría tenido la enfermedad, podría esperar entre 21 y 28 días.
- Ahora que están bajando los casos, ¿se puede esperar al invierno para la tercera dosis?
- No; no hay que esperar las bajas temperaturas. A partir del sexto mes la eficacia de las vacunas disminuye. Se requiere que la población complete su esquema. La gente tiene que entender que la oportunidad de vacunarse es única. Cuanto más personas se vacunen, habrá menos circulación viral y menos mutaciones. El virus se multiplica en los pacientes susceptibles y en los que no tienen anticuerpos.
Finalmente, Raya explica que esta versión del virus "tiene una cantidad muy alta de mutaciones y un comportamiento epidemiológico desalentador". Concretamente, ómicron presenta más de medio centenar de mutaciones concentradas en la proteína Spike, la llave del virus para abrir la cerradura de una célula humana y fabricar miles de copias de sí mismo. Los anticuerpos -las defensas generadas por nuestro organismo tras una infección o tras una vacuna- saben reconocer la espícula del coronavirus original de Wuhan (y de las cepas que le siguieron hasta aquí) y anularla. Pero esta multitud de mutaciones despista a los anticuerpos y aumenta la contagiosidad.
La célebre definición publicada en 1983 por los biólogos británicos Jean Shinglewood y Peter Medawar propone que los virus son simplemente "malas noticias envueltas en proteína". Las malas noticias del nuevo coronavirus están grabadas en su genoma: un texto de 30.000 letras que han matado a casi 6 millones de personas en todo el mundo. Y esas letras hoy no son las mismas que salieron de Wuhan. "Hasta que las vacunas no lleguen a todos, el mundo seguirá estando en riesgo con las nuevas variantes. Ningún país puede salvarse solo", remata Raya.