Lamentablemente la profecía se cumplió. Hace tiempo desde este prestigioso espacio advertía el estado de abandono de Santa Ana y por ende de “la joya perdida” que es el parque. Visitarlo es encontrarse con algo peor a lo que fue la última visita. En los ultimos dias comprobé el desmembrado de un hermoso y añejo árbol que, según las autoridades, era un peligro y estaba en mal estado. Es decir si ese ejemplar sucumbió fue por inacción de las autoridades del lugar. Harto observo cómo distintos funcionarios de distintos signos partidarios usan el parque para sacarse fotos con promesas de recuperación, mejoras y/o trabajos de mantenimiento. Pasan los gobiernos y este histórico lugar, lejos de mejorar, sucumbe ante la desidia. Al Sr. Reales le recuerdo que nuestra provincia posee un Instituto Miguel Lillo, donde encontrará profesionales idóneos que lo colaborarán encantados; al legislador Albarracín le digo que que aún espero que inicie efectivamente los anuncios realizados en dicho parque. Las mejoras a este imponente espacio se limitan a pintado a la cal y a colocar una precaria iluminación. Basta de mirar para otro lado; es hora de darle el trato que se merece esta “joya perdida”.

Marcelo Maza


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