“Siento que envejecí como 10 años en esta pandemia. Se me cayó la mitad del pelo, sumé varias arrugas y tengo un agotamiento extremo”, cuenta Carina Lobo. Tiene 45 años, es profesora de Biología, mamá de un niño y de un adolescente. Desde que en 2020 se declaró la emergencia sanitaria por covid-19, sus responsabilidades se han multiplicado: tuvo que estar pendiente de su casa, de las tareas de los chicos y también de sus padres, que tienen más de 70 años.

No son pocas las personas que sienten lo mismo. Algunos han notado más arrugas en la piel, más canas, dolores en los huesos que antes no tenían, desgano y ojeras. “A fines del año pasado, cuando me junté con mi grupo de amigas, todas coincidimos en que estábamos más avejentadas. Nos reíamos para no llorar”, confiesa la docente.

¿Ha cambiado el ritmo al que envejecemos? ¿Hay acaso un envejecimiento pandémico?, es lo que se preguntan los expertos. La doctora tucumana Aurora Rueda, especialista en gerontología, no duda en responder que sí.

Estudios internacionales también han tratado de indagar sobre esto. El doctor Markus Wettstein, catedrático alemán de la Universidad Heidelberg y una de las voces más reconocidas a nivel mundial en el campo de la gerontología, ha sido entrevistado por varios sitios web. Al frente de la Red de Investigación sobre el Envejecimiento de ese centro de estudios, este profesional asegura que estamos en medio de uno de los procesos más acelerados de envejecimiento a nivel global de los que tenemos memoria en la era contemporánea.

Wettstein asegura que, según sus encuestas e indagaciones, “las canas y las arrugas empezaron a aparecer con una dinámica más veloz” en el contexto de pandemia. El especialista señala que este envejecimiento acelerado se vio especialmente en los mayores de 60 años. La doctora Aurora Rueda coincide en ese punto, y asegura que después de los 70 años se vio aún más acentuado el fenómeno.

¿Qué es lo que más influyó en este envejecimiento acelerado? Según los expertos, fueron varios condicionantes: el aislamiento social, así como el estrés traumático y postraumático, los dolores personales y comunitarios, y también la pérdida de proyectos personales o sus replanteos.

“Así como los especialistas en infancia advierten sobre retrasos de la maduración en diferentes aspectos del crecimiento de los niños, los especialistas en gerontología nos sorprendemos con la aceleración de los procesos de decadencia”, remarca Wettstein.

Tres años en 12 meses

Si bien no es algo que pueda generalizarse, los especialistas aseguran que no son pocas las personas que percibieron durante estos largos meses de pandemia síntomas de deterioro en el cabello, en la piel, en su flexibilidad y fortaleza muscular, así como también en el área cognitiva, entre otras.

Esto ha sido probado por un estudio realizado por el centro Stony Brook, de Nueva York. Este trabajo intentó hacer una comparación de lo que sucede con los líderes políticos cuando asumen sus cargos. Estos presentan un nivel de deterioro en tiempo relativamente corto.

El informe logró demostrar cómo las personas en pandemia registraron en sus cabellos, piel, flexibilidad y fortaleza muscular, además de en situaciones cognitivas básicas, deterioros que, en proporción, se asemejan a los que registran aquellas imágenes de los mandatarios.

De hecho, se ha calculado, que el promedio de envejecimiento ronda una proporción de tres años en 12 meses.

Otro artículo publicado el mes pasado en la revista científica Nature -según detalla el sitio en español del New York times- sugirió que la pandemia ha acelerado el proceso de envejecimiento, no solo para los millones que han contraído el virus sino también para quienes se han visto afectados por la convulsión y el aislamiento de la vida a distancia.

Algunos perciben que sus cuerpos o han engordado o que están más delgados, flácidos. No son pocos los que sienten que han aumentado las molestias osteomusculares a causa de sedentarismo o de malas posturas, describen los médicos.

“En mi caso fue el home office, el encierro, sumado a que tengo una bebé de meses, no hice actividad física que siempre hacía, y el estrés. Yo siento que envejecí mucho”, confiesa Lucía Sobrevilla, que tiene 36 años y es licenciada en Nutrición.

Más estrés, más deterioro

Es sabido que mientras más estrés, mayor es el deterioro, explica la doctora Aurora Rueda. En su consultorio ella se sorprendió por la rapidez de los procesos de decadencia que está viendo.

“Hay un envejecimiento más veloz especialmente entre los mayores de 70; se aceleró el deterioro cognitivo”, indicó. A la doctora también le llama la atención que muchos médicos están diagnosticando demasiados casos de demencia en los adultos mayores cuando en realidad lo que se ve en ellos es una profunda depresión.

Otras causas

Además del estrés y la depresión, según Rueda, hubo un mal manejo de la pandemia y eso influyó mucho en el envejecimiento prematuro de muchos adultos.

“Justo en tiempos en que se redefinieron los conceptos de tercera edad, que teníamos una población adulta ocupada, con actividades laborales, sociales y de ocio, la pandemia derrumbó todo esto. Después de años de trabajo desde la gerontología para que los viejos tuvieran un envejecimiento distinto, activo, creativo, en menos de dos años y de repente volvimos al siglo XVIII”, señala la profesional.

Según Rueda, lo que muchos sintieron fue una desfuncionalización. Algo así como una sensación de que uno se desconecta de su propósito. Entonces, se pregunta qué está haciendo aquí. La persona va perdiendo la motivación, aparece el estrés crónico, lo cual a su vez puede acelerar el envejecimiento.

“Nunca como en estos tiempos habíamos visto adultos involucrados en nuevos proyectos, estudiando de nuevo, preocupados por su salud alimentaria y física, a gusto con su vida social. La pandemia llegó para voltear todo eso; fue como una sentencia para los viejos, que debieron quedarse encerrados y escuchar los discursos que los estigmatizaban, los atemorizaban, los ponían en el centro del peligro… Esta situación aceleró los procesos de deterioro”, precisa Rueda.

¿Qué es la vejez?

La doctora aclara que la vejez es un proceso de deterioro, independientemente de lo cronológico. Va de la mano de la incapacidad de ejercer funciones en forma libre y autónoma.

“Lo que vivimos no es solo una pandemia infecciosa; es también una pandemia de envejecimiento prematuro de personas que estaban en muy buenas condiciones físicas y psíquicas. Creo que fue una situación muy mal manejada porque aterrorizaron al grupo de mayores de 60 años; generaron en muchos de ellos una depresión intensa que los llevó a perder sus funciones cognitivas y físicas, la cual depende de la estimulación correcta y permanente. Las personas se vieron amenazadas, con el riesgo de enfermarse y de morir. Es necesario pedirles disculpas y restablecer toda la atención que este sector necesita, que vuelvan todas las actividades para ellos y así favorecer el desarrollo social y espiritual. También una buena y correcta asistencia de la salud: me pregunto cuántos adultos mayores han muerto porque no pudieron acceder a sus controles habituales”, apuntó.

Contagios

Según la experta, toda la sociedad fue afectada por el envejecimiento prematuro: hubo un efecto contagio, que especialmente sufrió la llamada “generación sándwich”. Son aquellos que han quedado en el medio de sus padres y de sus hijos y asumen la responsabilidad de cuidarlos, una situación que suma altos niveles de estrés y que se agravó con la pandemia.

“Vivieron muchas situaciones de angustia; estuvieron sobrepasados. Además, cuando hablo de contagio, me refiero a esto: la negatividad, el miedo, el exceso de depresión en los adultos mayores produce una imagen de la vejez mala. Todo esto contagió a la“generación sándwich”. Ver la tristeza, el desasosiego, la ausencia de interés, la desconexión emocional y el desgano tiene un alto impacto”, describe.

En general, dicen los expertos, se percibe el cansancio y el hartazgo. Y por eso no es extraño que todos tengamos la sensación de estar más “avejentados”. Aunque el agotamiento pandémico no es una afección que se encuentre en los diccionarios médicos, es algo real y palpable, concluyen los profesionales.