La larga historia en torno de la construcción de una nueva traza de la ruta nacional 38, que sufrió una serie de mutilaciones al proyecto original, todavía presenta cuestiones inconclusas. Obras sin terminar que han generado luctuosas consecuencias y que entrañan potenciales peligros.

Concretamente, el nudo de los problemas se enfoca en la ciudad de Juan Bautista Alberdi, donde no se presenta un inconveniente grave, sino dos.

En primer lugar, el diseño de la traza alternativa termina algunos kilómetros más allá de esta municipalidad, en la localidad de Los Arroyo. Sin embargo, las deficiencias en la construcción de un puente determinaron que en 2019 el viaducto fuera cerrado justo a la altura de Alberdi. En mayo de 2020, cuatro jóvenes oriundos de Aguilares se mataron en ese lugar, cuando su vehículo impactó en los montículos de tierra con los que clausuraron el acceso al puente, porque tenía una viga descalzada. Hoy continúa cerrado.

Esta interrupción ha convertido a Alberdi en el punto donde todo el tránsito que obligadamente debe dejar la nueva ruta se junta con todo el tráfico que viene del sur por la vieja carretera y quiere subir a la traza alternativa.

Ahí se manifiesta el segundo problema: jamás se construyó un ordenador de tránsito sobre la vieja ruta 38 que se encargue de canalizar todo ese flujo de vehículos. Consecuentemente, cuando se baja de la traza alternativa, los conductores no tienen otro recurso más que mirar para un lado y para otro de la transitadísima ruta 38 y calcular en qué momento lanzarse a esa carretera, que en épocas de zafra azucarera presenta un incesante ir y venir de rastras cañeras, porque el Marapa, en Alberdi, es el último ingenio hacia el sur.

La situación se agrava todavía más para los residentes de Alberdi: la entrada principal del pueblo, por Lídoro Quinteros, ha sido cerrada, así que el único ingreso es una calle lateral angosta, con tráfico de doble vía. De modo que hay que atravesar la vieja ruta 38 en el momento que el doble tráfico lo permita y meterse por el ingreso angosto. Un verdadero embudo.

Los peligros son evidentes, tanto como la asimetría que sufren los habitantes de esta ciudad: Alberdi es la única municipalidad que no tiene un organizador vial que lo vincule a la nueva ruta 38. La traza alternativa nace en la autopista que conecta la Capital con Famaillá. Si se baja de la nueva carretera en Monteros, la vieja ruta 38 presenta una amplia rotonda (adornada con un mástil de gran envergadura) que ordena el tránsito. Exactamente lo mismo ocurre en Aguilares. En medio de ambas ciudades, Concepción cuenta con una obra de infraestructura vial, que se denomina travesía urbana, para canalizar el tránsito. Nada de eso, como se ha descrito, se da ni remotamente en el Alberdi, donde se embuda todo el tránsito hacia el sur o desde el sur de la nueva y la vieja traza de la ruta 38.

Luego de que la antigua traza se ganara el atrozmente merecido sobrenombre de “Ruta de la Muerte”, porque en los hechos era una sobresaturada avenida interpueblos, llegó a finales de los 90 el compromiso nacional de que se construiría una autopista, hecho tan auspicioso como modesto: esta es la provincia geográficamente más pequeña. Toda ella debería estar surcada por autovías, pues la extensión es breve. Sin embargo, en 2004 se invocó la crisis de 2001 para cambiar el proyecto, que se convirtió en un tramo de 75 kilómetros, con una cinta asfáltica de dos carriles (uno de ida y otro de vueta), sin iluminación y con escasa señalización. No hay justificación para que esa obra, abismalmente más reducida que la original, no se complete como corresponde.