Dicen los viajeros que lo más importante no es el destino, sino el camino. Si fuera posible teletransportarse de un punto a otro, las distancias dejarían de existir, pero con ellas se perderían toda clase de experiencias. Tanto las agradables que da gusto relatar como las amargas que dejan valiosas enseñanzas y que el paso del tiempo puede añejar como curiosas anécdotas. En síntesis, llegar es solo parte del viaje. Como también lo era hacer cumbre en la expedición de Cristian Ricardo Mamaní hacia el Aconcagua, la montaña más alta del planeta fuera del sistema de los Himalayas. La ilusión de mirar hacia la inmensidad de la Cordillera desde el “techo de América” era el combustible que lo impulsaba, pero aunque no pudo llegar a hacerlo debido a condiciones climáticas adversas, rescata la experiencia como una de las más movilizantes de su vida.

“Más vale intentar y fracasar que no intentar nada. Pero así y todo, no siento como un fracaso no haber llegado a la cima. Fue una alegría inmensa todo lo que viví desde el momento en que decidí intentar escalar el Aconcagua”, resume “Pinocho” Mamaní, que se lanzó a la aventura con un propósito que iba más allá de lo personal: quería llevar la bandera de su querido Tafí del Valle. Promocionarlo como polo atractivo nacional para los aficionados a la aventura, además de animar a otros tafinistos a descubrir su potencial en el montañismo. Que se tome a cerros como El Ñuñorco, El Pabellón, El Negrito o El Muñoz como puntos aptos de preparación física y mental para objetivos mayores, como el Aconcagua.

Precisamente, Cristian trabaja desde hace casi dos décadas como guía en excursiones de mountain bike, trekking y kayak en Tafí del Valle. “Me cuesta explicar la felicidad y la plenitud que se siente recorriendo esos lugares escondidos que tiene el valle. La libertad, la paz. Esto es maravilloso. Cuando llevo gente, trato de que ellos sientan lo mismo al descubrir paisajes increíbles a cada paso. Se trata de sentir lo que te rodea, de disfrutar de la paz y la armonía que te regala la naturaleza para renovar energías”, resalta.

El ascenso

Después de mucho tiempo de preparación y ahorro, sumando apoyos de donde pudiera, “Pinocho” viajó a Mendoza para cumplir su sueño de ser el primer tafinisto en completar el Aconcagua. Lo hizo en una expedición liderada por otro tucumano, el experimentado guía Pablo Zelaya Huerta. Completaron el grupo Nicolás Vera (psicólogo, también de Tucumán) y Ricardo Ferrero, de Córdoba. La expedición partió el 5 de enero, y la primera entrada del diario de viaje relata la llegada al campamento Confluencia (3.300 metros sobre el nivel del mar), donde descansaron y realizaron controles médicos. La siguiente parada fue Plaza de Mulas (4.300 msnm), adonde llegaron tras ocho horas de caminata. Dicho campamento sirve de base y centro logístico para apuntar a otros puntos de referencia, como Cerro Bonete (5.100 msnm) y Nido de Cóndores (5.400 msnm). Desde este último estaba planeado lanzarse hacia Berlín, uno de los refugios que se encuentran ya cerca de los 6.000 metros.

Sin embargo, ya después de ocho días de travesía, el informe meteorológico los frenó en seco: una tormenta de nieve tornaba imposible la llegada hacia la cumbre durante los siguientes días. Tras deliberar, el grupo decidió ponerle fin al ascenso y regresar a Plaza de Mulas al día siguiente, por seguridad.

“Me siento muy orgulloso de todo lo que logré sin haber alcanzado la cumbre”, rescata “Pinocho” Mamaní. “Me sirvió para seguir sumando experiencia y vivencias que guardaré para siempre. Esto es un gran paso para mí y creo que para Tafí también. Quiero seguir fomentando el deporte y el turismo en mi lugar y en la provincia. Estoy muy satisfecho del apoyo que he recibido, de mi gente y de otras personas que también me han ayudado a cumplir este sueño”, agrega.

Por supuesto, al momento de emprender el regreso, no se despidió del Aconcagua con un “adiós”, sino con un “hasta pronto”: “la cumbre quedó en el debe por ahora, pero lo volveré a intentar alguna vez. Habrá que ahorrar y darle para adelante. Seguiré poniéndole ganas y tratando de demostrar que si se trabaja día a día, se pueden lograr los sueños”.