Según Unicef, 616 millones de estudiantes siguen afectados por el cierre total o parcial de escuelas. Esta semana se presenta parte del personal docente en Tucumán, parte del nivel jerárquico, y la pregunta será si las condiciones están/estarán dadas para un periodo lectivo con un desarrollo normal en cuanto a la presencialidad. Ya quedó demostrado lo imprescindible de la misma en esta pandemia, en la que los niveles magros de aprendizaje en niños de 10 años (no poseen habilidades que les permitan comprender un texto simple) hizo ascender de un porcentaje de 50% con esta falencia, a un 70%. Titánica tarea el revertir esta realidad. Para lo cual es necesario asegurar la presencialidad de alumnos y docentes (se debería analizar el nivel de ausentismo docente, antes y durante la pandemia). En segundo lugar, esbozar (no pido mucho) un plan provincial que contemple la participación y acción de todos los sectores interesados en la mejora. Respecto de la presencialidad, no cometer el error de la ministra de Educación porteña cuando afirmó: “hoy es muy tarde para salir a buscarlos...” (refiriéndose a alumnos que abandonaron el sistema durante la pandemia), evidenciando ausencia total del criterio que debe dominar esta sociedad actual, el de la formación permanente, durante toda la vida. Y considerando el esbozo de un plan provincial, no perder de vista que la reunión de autoridades, gremios, sindicatos docentes, es sólo la punta del ovillo. Es más, hoy, los gremios/sindicatos, no son respetados ni considerados como necesarios en un contexto social de mejora en la calidad educativa. Las autoridades, tampoco son estimadas como artífices de la misma, pues para la sociedad, es un terreno donde prima el interés político. Sólo los docentes, alumnos y padres, pueden expresar las necesidades reales del actual contexto. Si no se los considera como voceros naturales en educación, ningún plan tendrá atisbos de éxito, ni hoy, ni mañana, ni nunca.

Hilda Cristina Ponce

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