Sergio Soria: “haber vuelto a jugar en Tucumán es una hermosa experiencia”

Sergio Soria (“Checho”, como lo conocen sus allegados) no tuvo una clara influencia en el deporte desde un principio. Si bien su hermana practicaba y es aficionada al voley, no parecía que él recorrería ese camino. Destino o casualidad, sus inicios se dieron a partir de que un entrenador vio su estatura mientras él paseaba por la plaza de Monteros junto a un amigo. Nunca esperó que una salida tan cotidiana provocara un cambio drástico en su vida. Este entrenador era Luis “Pituto” Arquez, quien bajo la convicción de haber encontrado un diamante en bruto, decidió hablar directamente con su mamá, Sandra Alvarez, para decirle que su hijo debía iniciarse en el deporte. Ese fue el primer paso.

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“Me inicié en Monteros y estuve dos años con Julio Giménez como entrenador. Él me llevó a las capacitaciones de la Selección y eso me entusiasmó. Ahí hice todas las inferiores y llegué a estar en el banco de la Primera”, recuerda “Checho”.

La vida le demostró a Sergio que las oportunidades existen y los sueños pueden cumplir. “En 2013 me fui a Ciudad de Buenos Aires, donde me ofrecían un montón de cosas. Era una locura. Para mí, que llevaba jugando solo dos años, fue impresionante”, comparte.

El lado B de llegar a un gran club de la metropolitana fue el desarraigo, que pesaba mucho. “Me costó un montón estar separado de mi familia. Me acuerdo de que me llamaron para una concentración en Capital y contaba los días para regresar. Me gustaba estar ahí porque jugaba, pero estaba ansioso por volver con mi familia. Pasaron muchos meses hasta que me acostumbré. Me trataban bien en el club, tenía muchos viajes y experiencias buenas, lo que hizo que se me calmaran esas ganas de querer volver a casa con mi familia. Fueron meses muy intensos”, describe.

Haber vuelto a jugar en Tucumán, aunque fuera como visitante, “fue una hermosa experiencia, porque vinieron familiares y amigos. Además, me mandaron un montón de mensajes con cariño y estaban muy contentos por lo que estaba viviendo. Quiero agradecerles a todos. Nunca me voy a olvidar de mi pueblo, que es Monteros, y de Tucumán”.

Para aquellos que aspiran llegar a lo más alto del deporte, “Checho” aconseja: “es un deporte muy lindo y competitivo. Hay que dedicarle tiempo y tener la cabeza firme porque esto es día a día. Y no deben olvidarse de lo más importante, que es disfrutarlo”.

Sergio Núñez: la pasión por el voley le vino por herencia

Entre los tucumanos que participan del weekend en calidad de visitantes está Santino Núñez, jugador de Defensores de Banfield. Nacido en la cantera de Monteros Voley, desde sus inicios tuvo una vida muy apegada al club. Su padre, Jorge Núñez, fue jugador de Social Monteros y participó del recordado ascenso de la temporada 99/00. Eso fue la piedra angular para el desarrollo del joven Nuñez.

“Mi papá jugaba y me llevaba a las canchas. Lo acompañé a muchísimos lugares. Cuando me hice un poco más grande, ya pude viajar con las inferiores en compañía de mis padres. Estoy agradecido con ellos, porque a cada viaje que iba, ellos estaban conmigo”, expresa.

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El monterizo también habló sobre el aspecto negativo de jugar fuera de la provincia. “Me fui de chico y tuve un pequeño paso por River, pero a raíz de un inconveniente tuve que volver. De todas maneras, sí fue un cambio brusco. Tenés que acostumbrarte a una vida nueva, sabiendo que estás solo. Lo más difícil fue estar lejos de la familia”, asegura.

La oportunidad de volver a Tucumán le resulta gratificante. “Es algo muy lindo jugar en la provincia. Jugué con cancha llena en Monteros y ahora jugué con el público en contra. Son sensaciones que no se viven siempre. Además, mi familia vino a verme todo el fin de semana”, destaca.

Martín Zamora: fundador de un sueño con el que alcanzó la gloria

Martín Zamora, auxiliar de Ciudad Voley, es uno de los principales representantes provinciales en la Liga Argentina. Sus inicios fueron bastante convencionales: jugó al deporte y se enamoró de él. A pesar de ello, su curiosidad lo llevó a no estancarse en lo que ya conocía y se convirtió en entrenador. “Cuando era sub-21, me empezó a interesar la idea de hacer un mejor voley del que había. Así fue que arranqué dirigiendo en Central Córdoba, después Pellegrini, pasé a Ledesma hasta que creamos Fundarte en 2004”, afirmó.

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Martín vivió en carne propia muchos de los avances de Fundarte Voley hasta sentir que su ciclo se había cumplido. “En Fundarte nos clasificamos a dos ligas nacionales y pudimos jugar una. Sin ningún apoyo, todo a pulmón, todo con jugadoras del club. Ese fue mi orgullo máximo. Ahí alcanzamos el techo. Además, ganamos ocho títulos regionales de mayores seguidos. Me parecía que si quería algo más, tenía que irme afuera”, explica.

Con su misión definida la oportunidad de ir en busca de uno de sus mayores objetivos llamó a su puerta. “Me quería ir de Tucumán, porque ya llevaba muchos años dirigiendo acá. Y Julio Giménez, que estaba en Buenos Aires, me convenció de presentar currículum en Ciudad. Me hicieron la entrevista y seis meses después me llamaron”, dijo.

Por último, dio su perspectiva sobre las dificultades de la provincia, mandando un claro mensaje para los chicos que aspiran a integrarse al deporte. “Lo más complicado es la falta de estructura. No hay apoyo económico. Esto dificulta competirle a otras provincias. Pero con mucho esfuerzo y sacrificio se llega. Los clubes de Buenos Aires están llenos de chicos del interior. Acá hay mucho amor por el vóley y se puede competir de igual a igual”, remarcó.

Miguel Juárez: “me siento muy orgulloso de haber salido del interior”

Nacido en Lamadrid, Miguel Juárez (actual entrenador de Paracao, de Paraná) se vio influenciado desde muy chico por los deportes que allí se practicaban, aunque hubo solo que lo apasionó: el voley. Gracias a su primer entrenador, Mario Bazán, fue que a los 12 años se inició en el deporte. “El profe fue fundamental. Él nos inculcó la pasión por el voley. Jugábamos un lugar sin techo, en la arena, a las cinco de la tarde. Desde ahí arrancamos con la camada del secundario, jugando los intercolegiales contra Graneros o Monteagudo”, recordó Miguel sobre sus inicios.

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Una vez que terminó el secundario debió mudarse a Córdoba, y adaptarse a la nueva realidad fue un verdadero desafío. “Me tomaba un colectivo para hacer cuatro cuadras. No tenía ni idea donde estaba”, cuenta, entre risas. Estos retos no le impidieron seguir desarrollando su pasión. “Empecé en la universidad de Córdoba, donde conocí a Pablo García, otro gran maestro. En el pueblo era un voley más amateur, y en la universidad me hice más profesional”, recuerda.

Una vez terminada su carrera como jugador, las dudas invadieron la cabeza del joven Miguel, sin saber hacia dónde dirigir su vida. “A los 26 años, el profe me dijo que si quería hacerme cargo de las inferiores del club. En ese momento, me había recibido. No sabía si volverme a Tucumán, quedarme en Córdoba o irme al sur por una experiencia laboral, pero me decidí por entrenar las formativas”, evoca.

“Lo que más me enfoco en transmitir es el sentido de pertenencia. Aunque estén solo por una temporada, quiero que dejen todo. Porque el dirigente y el club hacen esfuerzos para traerlos, y la gente paga su entrada para verlos. Quiero que estén convencidos de que hay mucha gente que hace un esfuerzo gigante para que ellos representen bien el club”, puntualizó.

Por otro lado, explicó lo difícil que es el desarraigo. “Lo más difícil es no estar con la familia. En los momentos más especiales te encontrás solo. Te das la vuelta y te abrazas con el utilero, pero tu familia no está. Eso es lo más duro, no tener cerca a tus afectos”, confesó.

Como conclusión, dejo una reflexión sobre todo lo que vivió para llegar a cumplir sus metas. “Me siento muy orgulloso de haber salido del interior. Los sueños están para cumplirse. Con pasión y ganas se llega. Yo soy de Lamadrid. En mi pueblo, no había un tinglado al aire libre ni un piso para voley, solo un piso normal. Nunca imaginé que me iba a pasar todo lo que viví. Es un sueño saber que los entrenadores del interior también podemos llegar”.