En la provincia hay más de 170 organizaciones barriales que nacen apuradas por la más básica de las necesidades: la de comer. Pero después viene la segunda, urgencia, la de educarse. Carolina Nacher, directora de Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Social de Tucumán ha reconocido la importancia soberana que tienen estas organizaciones comunitarias para ubicar y “rescatar”, con política pública, a los chicos que aún no volvieron a la escuela pero que van a esos lugares a pedir comida. Hay una inversión nacional de $ 5.000 millones para poder recuperarlos.
Nacher no duda en considerar a estas pequeñas organizaciones vecinales como verdaderas “promotoras del retorno de los niños a las escuelas”. “Al lugar donde deben estar nuestros niños, como dijo nuestro presidente y ministros, porque son lugares de cuidado integral, donde los chicos no solo van a recibir educación sino también alimentos”, dice.
- Ayer LA GACETA publicó una nota sobre comedores comunitarios que no reciben fondos del Ministerio de Desarrollo Social, porque no cuentan con personería jurídica. ¿Cuál es la realidad desde su dirección?
- El 90% de esos dispositivos llamados comedores infantiles o comunitarios recibe subsidios mensuales, salvo que aún no estén en condiciones estructurales para poder hacerlo. Pero se los acompaña sistemáticamente con alimentos secos y frescos, carnes, verduras, y con asistencia técnica porque nos interesa poder fortalecerlos para que puedan dar el salto en el tema alimentario y poder ser referentes de su comunidad y de las necesidades de su comunidad.
- ¿Cómo se organiza el sistema alimentario en Tucumán?
- La política alimentaria es integral, con líneas globales. El programa Alimentar asiste a más de 120.000 familias que reciben transferencia de recursos todos los meses en su cuenta bancaria, $ 6.000 o $ 9.000 para adquirir alimentos. Otro programa general es el de comedores escolares con el que asistimos a unas 1.000 escuelas bajo programa con una cobertura de 40.000 niños y niñas de escuelas públicas que reciben el desayuno y el almuerzo. Durante la pandemia hemos seguido trabajando en las mismas escuelas y hemos tenidos que adaptar las modalidades de trabajo para que estos niños puedan llevar alimentos no perecederos a sus casas. Todo lo articulamos con el Ministerio de Educación.
También tenemos otra línea de asistencia con recursos directos para personas sin cobertura social, que padecen celiaquía donde también se les acredita dinero para la compra de alimentos específicos. Y, además, contamos con la línea de Fortalecimiento de Espacios Vinculados a la Nutrición, que son los dispositivos comunitarios.
- ¿Cómo funcionan?
Tenemos más de 170 dispositivos comunitarios en la provincia que acompañamos con una perspectiva de fortalecimiento porque no todos tienen la misma realidad, en cuanto a estructuras y composición de personas a cargo. Nuestro objetivo es fortalecerlos. Tenemos centros de cuidado y nutrición infantil, organizaciones comunitarias que recién están empezando a dar alimentos, cocinas comunitarias, donde acompañamos a las familias a organizarse para cocinar y que se lleven la comida a su casa. No todos cuentan con estructuras adecuadas, ni personería jurídica, y de acuerdo a las características y realidades de cada uno nosotros los acompañamos de manera permanente, sistemática y sostenida.