Lo que empezó siendo un sábado a puro sol en Bella Vista terminó mutando hacia un atardecer bastante gris. Ese clima festivo y de algarabía que se vivió en las afueras y dentro del estadio de “Las Palmeras” se fue destiñendo con el correr de los minutos. Completamente al revés de lo que propuso el equipo de los “Gauchos”, que terminó mucho mejor de lo que comenzó.
Cerca de 4.000 fanáticos locales coparon las tribunas del estadio. Además llegaron alrededor de 300 simpatizantes para alentar a Juventud Antoniana, disfrazados de hinchas neutrales. Lamentablemente, los incidentes empañaron lo que debía ser una fiesta “rojiblanca”. Teniendo en cuenta los antecedentes que se produjeron en las últimas presentaciones de Bella Vista, los 60 policías que la organización afectó al evento fueron insuficientes, sobre todo por la instancia del torneo y la cantidad de público que se esperaba.
“Me imagino un partido trabado, pero creo que podemos ganar, tengo plena confianza en este equipo desde el momento que comenzamos la Liga”, se anticipaba a las acciones Santiago Guzmán, con un deseo genuino de hincha, repleto de ilusiones. Y el partido terminó por darle la razón al hincha “gaucho”, al menos en el desarrollo. Los primeros 90 minutos de la serie fueron intensos y luchados. El calor tuvo influencia directa en las acciones, seguro. Además, el local extrañó el juego de Álvaro Brizuela, que llegó como refuerzo desde Alto Verde y por cuestiones laborales se tuvo que mudar al sur del país.
En la antesala de un partido histórico, por las semifinales del torneo Regional Federal Amateur, los “Gauchos” no quisieron perderse el partido y acudieron al estadio en familia. Vestidos para la ocasión, pasado el mediodía en las calles ya se sentía ese aroma a antesala de partido.
“Desde los 13 años que vengo a la cancha. Siempre sigo a Bella Vista. Donde juegue siempre estoy con la familia. Para mí esto es algo muy grande, es increíble vivir algo así. Sólo pido a la gente que se porte bien, así dejamos bien parado a Bella Vista”, fue el deseo de Gustavo Adolfo Sandili, de 74 años. Como Gustavo, cientos de familias fueron testigos del partido de ida que terminó 1-0 a favor de la visita.
A los 35 del complemento llegó el gol “santo”. Dependía de Antoniana que el resultado se abriera, porque con dos o tres intervenciones, minutos antes del gol, Ariel Guzmán Candia, arquero “gaucho”, se había vestido de héroe. Pero nada pudo hacer en el mano a mano con Martín Sparza, que definió de puntín entre sus piernas.
Apenas llegó el gol, muy gritado por los visitantes, los simpatizantes locales intercambiaron proyectiles con los hinchas salteños. Lo de neutrales llegó hasta la entrada: durante todo el partido alentaron y corearon canciones de su equipo. Eso provocó que el encuentro estuviera detenido durante varios minutos por incidentes entre las hinchadas. El deseo de don Sandili y el de muchos hinchas parecían no estar destinado a cumplirse y los fantasmas de lo ocurrido ante Villa San Antonio volvían a merodear. Por fortuna, la Policía pudo controlar los disturbios y el partido finalizó en la cancha. Buena medida tomada por al árbitro principal, Pablo Núñez y los encargados de la seguridad.
En el pospartido no hubo bronca por el resultado, sí lamentos. Porque el equipo de Rodolfo Díaz reaccionó tarde. Los embates finales tras el gol de Sparza dejaron la sensación de que si Bella Vista se animaba antes, la historia podría haber sido diferente. Quedan 90 minutos y a pesar del resultado, las esperanzas están intactas. El aplauso del público en el final del partido invita a soñar que sí se puede. Esta historia se definirá en Salta, donde Bella Vista intentará escribir su página más gloriosa.
Las ilusiones están más vivas que nunca y por eso el viernes, desde las 22 en el Martearena, el “Gaucho” irá a dar el batacazo.