Las Cataratas del Iguazú no una de las 7 Maravillas Naturales del Mundo, y casi el 80% de ellas se encuentra del lado argentino. Y desde el 1 de noviembre, los miércoles y los sábados, Aerolíneas Argentinas ofrece dos vuelos semanales (entre el Aeropuerto Benjamín Matienzo, de Tucumán, y el Aeropuerto Internacional Cataratas del Iguazú, de la ciudad de Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones.
Es una gran oportunidad, porque te evita pasar por Buenos Aires para llegar a este lugar, que es increíble: insertadas en dos áreas protegidas en las que se encuentra la mayor biodiversidad de la Argentina, las cataratas están ubicadas en el límite entre Misiones y el estado brasileño de Paraná.
Se originaron hace unos 200 mil años, cuando una fractura geológica produjo un importante desnivel; desde entonces la abrupta caída del agua del río Iguazú erosiona el terreno y “adelgaza” el curso: antes de su caída, el río tiene unos 1,500 metros y alberga numerosas pequeñas islas. Luego de su caída, el ancho se reduce a unos de 150 metros. El efecto es único: el río manso que viene surcando la selva brasileña cae en picada en un cañón en el que se han formado 275 saltos de agua de hasta 80 metros de altura.
Anticipate
¿Te convenciste de que vale la pena llegar hasta allí? Si te apurás y hasta el 31 de este mes sacás pasajes -para febrero o para el resto de 2022-, y subís ahí nomás la factura al sito del PreViaje (es un trámite muy sencillo), recibirás el 50 % de lo que pagaste como crédito turísitico. También podés pagar el hospedaje anticipadamente en un prestador del programa (el listado figura en el sitio) y sumar asimismo ese 50%.
Las cataratas en sí (de las que ya conversaremos) no son todo: pensá que el parque es hábitat de una inmensa cantidad de especies. Así, entre árboles de gran porte (muchos de los cuales albergan orquídeas) podés encontrar bellísimas -y poco tímidas, en general- mariposas; monos caí o agutíes; tucanes, urracas, biguás y benteveos; y por el suelo, tortugas, lagartos... por nombrar sólo algunos.
Es un lugar ideal para senderismo, con el estruendo del agua como sonido de fondo, ahí nomás. Recomiendan el sendero Macuco, con una longitud total de 7 km (ida y vuelta). Eso sí: se pide encarecidamente que no se alimente la fauna silvestre.
Recorrer los circuitos
El circuito inferior, de unos 1.400 metros, te lleva través de pasarelas hasta tan cerca de los saltos que podrás sentir en la piel las gotitas que causa la caída de agua, mientras te rodea la selva. Te permite acercarte a algunos de los saltos más impresionantes, como el Dos Hermanas y el Bossetti. Pero hay escaleras, así que la accesibilidad está un poco restringida.
El paseo superior, de 1.750 metros, te ofrece una perspectiva diferente: ves desde arriba el cañadón que da inicio a los saltos y la parte alta del salto San Martín. En las pasarelas no hay escaleras, así que podés ir con cochecito a acompañar una silla de ruedas. El “show” está para todos.
Pero sin dudas, lo más popular es la posibilidad de conocer la Garganta del Diablo. Podrás hacer parte del recorrido en el Tren Ecológico de la Selva o caminado (un kilómetro) hasta llegar a la estación. Desde allí hay que caminar por unas pasarelas situadas sobre el río. La experiencia conjuga selva, río, y el emocionante y ensordecedor sonido de la principal caída de las cataratas. Desde el gran balcón sobre la Garganta del Diablo podrás ver, envueltos en la espuma (que según la luz, se torna arcoiris) saltos en forma de herradura, (como si fueran “el paladar” de esa garganta, de más de 150 metros de longitud con una caída de más de 80 metros (¡el equivalente a un edificio de 30 pisos!).
Y si tenés la suerte (o la previsión, claro) de estar en días de Luna llena, podrás adquirir el paseo “Las cataratas a la luz de la luna”. Si esa es la idea, recomiendan reservar con antelación: las entradas se terminan pronto.
Servicios generales
Para llegar, si no aprovechaste el PreViaje y alquilaste auto, podés tomar: colectivos de línea Río Uruguay o usar servicio de taxis Atti. La entrada general para residentes argentinos cuesta $ 610; los niños (entre 6 y 16 años) pagan $350. Los jubilados no pagan. Una vez allí, el parque ofrece, además del Tren Ecológico -que tiene vagones adaptados para sillas de ruedas y cochecitos-, cajero automático, sanitarios accesibles, duchas al aire libre, y servicio gratuito de wifi y recarga de celulares.
Breves paseos
Ruinas de Wanda
A 40 kilómetros de Puerto Iguazú están estos yacimientos de piedras semipreciosas, como turquesas, ágatas, jaspes, topacios, amatistas y cristal de roca, localizados en 1976. Además de extraer las piedras, las cortan, las pulen y elaboran productos de joyería. Ofrecen servicio de visitas guiadas. El lugar está abierto (en principio) entre las 7:30 y las 18:30, pero debido a la pandemia se recomienda chequear la información en la Dirección General de Turismo de Iguazú.
Jardín de picaflores
Es el patio de una casa particular, ubicada en la zona norte de Puerto Iguazú, con una inteligente disposición de flores y otros atractivos, como bebederos de agua azucarada. Con eso se logró un espacio en el que vuelan libres unas 15 especies de colibríes. Lo visitan también otras especies y se suelen ver espléndidas mariposas. En tiempos “normales” está abierto hasta las 18. Información en el 3757-547026.
Ruinas de San Ignacio Miní
Un increíble viaje al pasado
La Reducción Jesuítica San Ignacio Miní, en Misiones, es una de las cuatro argentinas (y la mejor conservada) que las Unesco declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad (1984). Fue fundada a comienzos del siglo XVII para evangelizar a los nativos guaraníes. La planta de la misión es la común a la mayoría de las construidas por los jesuitas en la época: alrededor de una plaza se distribuyen la iglesia, la Casa de los Padres, el cementerio, las viviendas y el cabildo. Para la construcción se empleó la piedra local, el asperón rojo, en grandes piezas. La dimensión de los trabajos permitió que, pese a años de deterioro, la mayor parte de los muros siga en pie. Además de los restos históricos, funciona un Centro de Interpretación instalado en un edificio neocolonial, donde se cuenta -por medio de tecnología audiovisual y multimedia- la vida de las Misiones Jesuíticas. Además de la muestra patrimonial e histórica, el centro cuenta con un taller de conservación y restauración.