Gonzalo Cabrera Terrazas
LG Deportiva
Si debemos hablar de una familia deportista, los Santamarina ganan por lejos. Paula, hija del “Cheto” José (referente del rugby argentino) y de Valeria García (ex jugadora de Universitario) juega al hockey desde los 10 años y, gracias a su buen rendimiento en Tucumán Rugby, fue convocada a Las Leoncitas.
Paula disfruta de un presente soñado. Es tricampeona con el “Verde”, pese a no haber podido ser parte de la etapa final por haber estado junto a Las Leoncitas. “Jugué todos los partidos, menos la semifinal y la final. Tuvimos muchos altibajos en el año y creo que eso nos ayudó a fortalecernos, a saber cuál era el objetivo grupal. La realidad es que mi club es una de las potencias de Tucumán, por así decirlo. Es tercer año que salimos campeonas”, aseguró.
Su felicidad por vestir la camiseta “albiceleste” se mezcló con una dosis de decepción. En medio del vuelo rumbo al continente africano para disputar el Mundial Junior en Sudáfrica, se enteraron de que la Federación Internacional de Hockey había suspendido el torneo debido a la covid-19. “Fue horrible. Sentí frustración, enojo, bronca y una tristeza que me llenaba el cuerpo. La verdad que ha sido algo muy inesperado porque venía saliendo todo muy bien. Los hisopados que nos habían hecho habían dado todos negativos, estábamos contentas y no veíamos las horas de jugar”, explicó la jugadora, que recibió otro duro golpe por no haber podido disputar el Panamericano.
Pura felicidad
Como una persona que lleva el hockey en las venas, se puso contenta por un coterráneo que pudo dar el salto; ese que ella espera dar con ansias. Ignacio Nardolillo fue campeón con Los Leoncitos y ella lo festejó casi como propio. “Lo conozco desde hace mucho. Hemos compartido seleccionado y demás. La verdad que nos llevamos muy bien y obviamente que me puso contenta”, dijo y fue más allá. “Es un crack como todos los chicos del equipo. La verdad es que se entrenaron un montón. Estoy super feliz por ellos”, agregó.
Como una madre
Su primera convocatoria a la Selección fue en 2018 y aún, sin haber podido disputar un torneo oficial, Paula sumó minutos en varios amistosos. Además, se pudo dar el gusto de jugar con Ana Paula Riera, compañera y amiga de toda la vida. “Viajábamos juntas y nos acompañábamos un montón. Era como una especie de madre durante los viajes. Fue una tremenda compañera para mí y el último tiempo, en el que ya no coincidimos, la extrañé un montón”, agregó.
El 2022 se acerca a pasos agigantados, casi tan grandes como los sueños de Santamarina, que termina el año recontra feliz, pero enumerando objetivos para el próximo y poniéndose la vara bien alta. “Mi primer y gran objetivo es poder jugar el Mundial, ser parte del equipo, vivirlo y ver qué pasa”, advierte, mientras piensa lo que sería jugar en otra provincia, en otra Liga... “Lo pienso, lo hablo con mi familia, pero por ahora no hay nada. Nada de nada. No tuve contactos con ningún otro club. Para eso habrá tiempo, por ahora sólo pienso en seguir jugando acá, en mi Tucumán Rugby, al menos por un año más. Después se verá”, concluye Santamarina, la heredera de una familia que respira deportes y que está lista para dar el gran salto en su carrera.