Las audiencias en contra de Pablo “El Loco” Amín, el acusado por el crimen de María Marta Arias, tuvieron sus momentos de altísima carga emocional. Y fueron protagonizados por los familiares de la víctima y del victimario. También aportaron lo suyo los amigos de la pareja que viajaron a Tucumán desde Santiago del Estero ese 27 de octubre de 2007. Todos explicaron detalles y hablaron del pasado de ese hombre que tenía una extraña conducta en la sala.
Claudio Arias explicó que su hermana conoció a Amín cuando eran niños, en un instituto privado de inglés de la vecina provincia. “Años después, él se acercó a ella para ofrecerle los productos que vendía, que eran de Herbalife. Mi hermana tenía lupus (una enfermedad crónica), y él le dijo que con eso se curaría. Aprovechó eso para acercársele”, relató el joven, que en ese tiempo tenía 20 años. “Lamentablemente, María Marta era una persona influenciable, muy ingenua. Para ella, todo el mundo era bueno”, añadió.
Su hermano, Juan Manuel Arias, insistió con esa versión. “Obligó a mi hermana a dejar su tratamiento contra el lupus. Le descubrieron la enfermedad en 2004. La llevé casi muerta a Córdoba. Pero él le prohibió hacer el tratamiento. Durante las conferencias que daba, le gustaba exhibirla como un conejillo de indias, porque lo único que le dejaba tomar era el producto que vendía. Lo peor es que ese producto tenía un alto contenido de sodio, y eso para una persona con lupus es terrible”, declaró el joven, con lágrimas en los ojos.
En 2007 poco se hablaba de violencia de género. Las mujeres vivían sometidas bajo la violencia machista y nadie las escuchaba y, mucho menos, ayudaba. Y María Marta, por lo que contaron sus hermanos, la sufrió. A los cuatro meses de haber iniciado el noviazgo, la joven aceptó casarse con él por iglesia, no por civil. Por ese motivo, la fiscala Adriana Reinoso Cuello no puedo imputarle el agravante por el vínculo, ya que legalmente no estaban casados.
Claudio dijo que siempre fue un hombre agresivo. “Cuando tenía 10 años, tengo entendido que mató a otro chico de un balazo, jugando con un arma de su padre. No sé en qué habrá quedado eso, pero ya de grande golpeó a su madre, andaba fuerte en auto y le tiraba la bronca a medio mundo”, detalló. Juan Manuel indicó que él, como el resto de su familia, se opusieron a la relación. “La primera vez que lo vi en casa le dije a mi mamá: ‘¿qué hace este tarado internacional acá?’”, indicó.
Los Arias reconocieron que notaron cambios María Marta poco tiempo después de que la pareja se casara. “A los tres días de convivencia, él ya no dejaba que la veamos y la manipulaba. Ella no contaba nada. Estaba muy cambiada. Había dejado de verse con sus amigas, había dejado de estudiar... Creo que tenía miedo de que ese tipo nos haga algo a nosotros o a mis padres. No tengo dudas de que la tenía amenazada psicológicamente. Dos semanas antes de que me la haya matado, la vi muy nerviosa y esquiva”, señaló Claudio.
Juan Manuel sorprendió a propios y extraños cuando en medio del debate planteó dos posibles teorías del femicidio. “Tal vez ella se negó a dar ese testimonio y él vio derrumbarse su negocio”, dijo.
La otra hipótesis del hombre es que el santiagueño actuó de esa forma presa de un ataque de celos. “Creo que él también sospechaba que le era infiel. Por supuesto que no sabemos con quién, porque él no sabía la persona que tenía al lado”, finalizó.
Claudio, al finalizar su testimonio, miró de frente al tribunal y señaló: “espero que se haga justicia por la muerte de mi hermana. No pido nada más”. “Cuando terminaron de declarar, Juan Manuel y Claudio Arias se encontraron fuera de la sala de debates del Palacio de Tribunales. A punto de romper en llanto, se tomaron de las manos, se miraron a los ojos y se abrazaron con fuerza”, publicó LA GACETA ese día.
Dramático pedido
“Amín escuchó el relato de su vida de boca de las dos personas que más lo conocen: su madre, Graciela Beatriz Rodríguez, y su hermana mayor, Andrea Vanina Oronel. Esta vez no amenazó a nadie, no habló en inglés ni interrumpió a los abogados. El confeso homicida de María Marta se limitó a escuchar las declaraciones en silencio, como absorto, mirando por una de las ventanas del auditorio del Palacio de Tribunales”, escribió el cronista de nuestro diario Luis María Ruiz.
“Mi hijo no es un animal. Él necesita que lo trate un médico; está sufriendo mucho”, fueron las palabras con sabor a súplica que lanzó Rodríguez cuando se sentó frente a los jueces. La mujer cortó varias veces su relato porque rompía en llanto. Por esa razón su testimonio fue por momentos confuso y los jueces Emilio Herrera Molina, Alberto Piedrabuena y Emilio Páez de la Torre le preguntaron si necesitaba tiempo para calmarse. “Pablo siempre fue el bebito de la casa”, dijo Rodríguez, quien resumió la vida de su hijo. “Cuando cumplió 14 años, lo noté un poco raro en su comportamiento. Pensé que quizás esto se debía a que sus hermanas mayores se habían mudado a Córdoba para seguir sus estudios y él se quedó solo en casa. Lo llevamos junto a mi marido a un psicólogo, y él nos contestó al tiempo que mi hijo estaba muy bien, que los desubicados éramos nosotros”, dijo.
Rodríguez indicó que al cumplir 20 años, Amín decidió irse a vivir a Córdoba, pero no se acostumbró y volvió a instalarse en la casa materna, que estaba ubicada un barrio de clase media de La Banda, Santiago del Estero. La mujer dijo que hubo dos hechos que marcaron la vida del “Loco”. La repentina muerte de su padre y un grave accidente que sufrió ella al año siguiente. “Una tarde, me enteré de que un padre sanador iba a ir a una iglesia. Le pedí a Pablo que me lleve, porque yo aún estaba mal. Fuimos y allí estaba ‘Martita’. Ellos conversaron, y al día siguiente acordaron tomar un helado. Mi hijo me comentó: ‘mamá, nunca te presenté una novia; ahora, te voy a hacer conocer el amor de mi vida’”, narró.
El testimonio de la media hermana del imputado transitó por dos líneas. Por un lado, el diagnóstico que le dio la primera profesional y una supuesta teoría del móvil del femicidio. Según declaró, María Estela Suárez, que luego integró la junta médica que declaró imputable a Amín, le dijo que su medio hermano había sufrido un brote psicótico el día que cometió el hecho. “Cuando cambió su diagnóstico, no quiso darnos explicaciones”, agregó.
Oronel reconoció en una audiencia que ella había logrado hablar con él sobre lo que había ocurrido. “Me dijo que lo había hecho porque ‘Martita’ lo quería matar. Según él, había logrado descubrir el plan de trabajo de Herbalife para ascender jerárquicamente. Entonces, me dijo que a él lo querían matar sus superiores y que ‘Martita’ lo quería llevar a internar porque estaba traicionándolo”, declaró. Y agregó que después no pudo conversar bien con su hermano. “La última vez que llamó a mi hermana le decía que conocía a Pamela David. Hoy está muy flaco; quizás Herbalife alteró su metabolismo o su sistema nervioso. Pero lo desconozco; él no era así”, concluyó.
Los amigos
Fueron varios los amigos de la pareja que desfilaron por el juicio. Algunos aportaron datos interesantes, otros pasaron desapercibidos. “La verdad, todavía no puedo creer lo que pasó. Cuando lo veo así a Pablo me siento muy mal. Y lo que pasó con ‘Martita’ es terrible. No se entiende”, relató Luis Ramón Paz. Él fue uno de los que vino a Tucumán en el auto de la pareja. “Esa mañana, Pablo pasó a buscarnos en su auto. Estábamos con Marta y otras personas. La verdad, no vi nada raro en el camino. Ellos iban bromeando con unas cosas, y nada más”, relató.
Declaró que Amín comenzó a actuar de manera extraña luego de la conferencia. “No habló como lo había hecho la vez anterior. Se trababa, no estaba cómodo. Habló del negocio, pero no de la forma en la que lo hacía siempre”, remarcó. Tras esto, Amín le dijo que quería volver a Santiago del Estero. “Ahí discutimos, porque no me iba a subir al auto con una persona que estaba así, que parecía nerviosa. Prefería volverme en colectivo. Entonces, él se subió a su vehículo y se fue con su esposa. Yo pensé que habían viajado, pero después me enteré de que estaba en una comisaría”, dijo Paz.
Juan Bratanich y Graciela Rodríguez fueron otra de las parejas que estuvo con la víctima y el victimario minutos antes del crimen. Ambos habían participado del seminario de la firma Herbalife, que se desarrolló el día anterior al homicidio. Los testigos detallaron ante los jueces las conductas extrañas que tuvo Amín esa tarde.
Luego, recordaron que fueron a buscar a su amigo al Hospital Padilla, donde fue examinado. Cuando el santiagueño recibió el alta, se fueron a un bar y luego al Catalinas Park. Mientras ellos dormían, en la habitación del lado se cometía el crimen. “No escuchamos gritos ni nada raro”, coincidieron.
Otro de los amigos que dio su testimonio fue Walter Cancino, el compañero de trabajo que Amín pensaba tenía algún tipo de relación con Arias. “Ese día Pablo estaba totalmente nervioso”, señaló. El hombre relató cada uno de los incidentes que protagonizó el santiagueño en distintas partes de la capital antes de perpetrar el brutal crimen en un cuarto de hotel, el 28 de octubre de 2007. “No podía creer lo que había hecho. Era un horror. La puerta del cuarto de una pareja amiga estaba llena de sangre; yo pensé que los había matado a todos”, declaró consternado Cansino. Esta fue otra de las partes del debate que llegaba a su fin, pero faltaba que salieran otros detalles a la luz.