La jubilación, como parte de la seguridad social, está reconocida en el artículo 22 de la Declaración de los Derechos Humanos desde 1945. “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social”, dice el texto. Hubo, claro, antecedentes: el primero fue el sistema público de pensiones que se creó en 1889, en la Alemania del canciller Otto von Bismarck.

Pero hay personas (y no son pocas) para las que, lejos de ver en ella un derecho y un beneficio, la jubilación aparece como un fantasma aterrador, y no son pocos los casos de depresión asociados con este momento de la vida “Estar durante toda la vida trabajando y pasar a no tener obligación laboral marca, claramente, un quiebre”, destaca la geriatra Mariana Soledad Sánchez Ábalos.

Ahora bien, qué salga de ese quiebre puede ser muy variado. “Hay personas para las cuales la vida giraba en torno del trabajo; entonces, de pronto, la jubilación se presenta como un abismo, un espacio vacío -agrega la especialista-. Hay otras para las cuales es una oportunidad, la posibilidad de hacer ‘sus’ cosas”.

“Me jubilé en junio de 2015, tras 26 años y un mes en la escuela. Después de dormir mucho y descansar lo suficiente para ‘resetearme’”, empecé a pensar en la nueva vida. La vida de jubilada, la vida sin escuela… -cuenta Mónica Mosqueira-. Quería encontrar algo que me hiciera sentir como me sentí siempre en el aula: feliz, plena, con nuevos proyectos cada año…”. “Entonces me ofrecí para ayudar a maestros con tareas que les resultaran complejas; colaboré para organizar el Festival Internacional de Títeres de mi localidad, con el hogar de niños... -agrega “Moni”, como le dice su familia-. Y comencé a vender productos para el bienestar físico y emocional, con la intención de ayudar a otros a sentirse bien y ganar un dinero extra. Un día encontré una revista de tejido, me interesé en la técnica de amigurumis y ahora hago muñecos, una manera diferente de estar presente en el mundo de las infancias”.

Con la pandemia vino otro gran cambio: “me mudé a un pequeño pueblo de montaña y seguí buscando -relata-. y ahora, además de tejer muñecos y vender los productos, comencé con talleres de lectura y escritura para niños, de manera solidaria. ¡Y soy inmensamente feliz!”

No negar los años

Una de los motivos de la mirada negativa sobre la jubilación es que está directamente asociada con la vejez, agrega Sánchez Ábalos. “Y en general no se piensa que envejecer es un proceso que comienza en el momento en que nacemos. Hace falta resignificar la vejez, pensarla en clave positiva; si nos preparamos para ella, se puede tener una vida activa y placentera”.

“Tener presente la edad debe servir como acelerador, y no como freno. Ser un estímulo para vivir más intensamente, priorizar lo que realmente nos importa y disfrutar más de las relaciones”, destaca en su blog el psicoanalista (jubilado) español Bartolomé Freire (@doctorfreire), autor del libro “La jubilación, una nueva oportunidad”.

“Se te abren unas puertas increíbles; inimaginadas, incluso”, asegura Rosana Herrera de Forgas, que fue farmacéutica “por decantación” y hoy cumple su sueño de la adolescencia: hacer periodismo, además de disfrutar de su tiempo y de sus nietos

“Estoy haciendo radio y una revista digital”, cuenta, y agrega orgullosa: “y además, encarando un proyecto para mejorar la calidad de vida de personas de la tercera edad”. Se trata de organizar lo que ella y sus colegas han llamado “Movimiento Antiedadista Tucumano”, que -cuenta- está incluido en el ideario de la agrupación civil Trabajemos por Tucumán.

“El edadismo se refiere a la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad”, explica y añade: “son esos prejuicios y esos estereotipos los que hacen a mucha gente ponerse tan mal a la hora de la jubilación”. Por eso buscan fortalecer estrategias para que las personas mayores puedan tener buena calidad de vida, lo que implica -resalta- no perder autonomía ni depender de los hijos.

“Uno de los proyectos con los que trabajamos es de viviendas comunitarias -resume-; y otro, que posiblemente sea polémico pero es clave, el respeto por el derecho a decidir cómo vivir y también cómo morir, la muerte digna”.

Proyectar con tiempo

Las historias bien pueden ser alicientes.

“Soy maestro jubilado, pero también muchas otras cosas. Y eso se construyó desde mucho antes, casi desde el principio”, asegura Juan María (“como mi abuelo”, dice orgulloso) Gulías. “En 1982 transitaba 7° grado cuando irrumpió la guerra de Malvinas. Mi querido ‘Pincha’ fue bicampeón del fútbol argentino, y un gran tipo, se hizo cargo, como maestro, de nuestro grado. Sin saberlo, en ese momento comenzó a abrirse el camino de mi vocación -cuenta -. Me recibí de maestro en 1990 y para entonces ya trabajaba en un colegio privado. En 2005 empecé a en escuelas del Estado y pasé por varias, por distintos niveles y diversas ‘asignaturas’. Entre tanto estoy casado y tengo dos hijos”.

“Amaba ser maestro, pero en 2010 comencé a planificar mi jubilación, que -había decidido- sería a principios de 2020, ni bien cumpliera los 50. El año anterior había empezado Periodismo Deportivo mientras trabajaba doble turno. Iba a hacer la carrera sin apuro, pero me apasionó: en cinco años tenía el título y estaba ejerciendo en la radio -sigue el relato-. Más cerca de mi retiro, y con el boom de la cerveza artesanal, en 2019 hice un curso, compré equipo y comencé a producir en casa. Cuando llegó el momento tenía mis proyectos periodístico y birrero en marcha”.

Hacer porque me gusta

La libertad de elegir qué hacer con la vida puede ser la clave de este proceso que -no es cuestión de negarlo-, tiene que ver con envejecer.

“Como toda época de cambio, jubilarse puede venir definido por lo que se deja atrás o por lo que se adquiere. El recién jubilado cierra una parte importante de su biografía y tiene que construir un futuro con sus propios recursos. A cambio de ganar libertad y ocasiones para disfrutar, debe encontrar nuevas metas que aporten sentido y satisfacción a su vida”, escribe en su libro Freire y ofrece algunos consejos (Ver aparte).

Y los testimonios de Juan y de Moni son un ejemplo de ello...

“Con la tranquila sensación de haber entregado todo en las aulas, alma, corazón y vida, y con la certeza de que, si tuviera que elegir una profesión, volvería a ser maestro, me retiré -cuenta él-.. Ahora, casi dos años después, disfruto de hacer lo que me apasiona sin presiones, con la única obligación de hacer las cosas bien, porque así me gusta hacerlas.

“Me encuentro en mi mejor momento; respaldada por la experiencia que me dieron los años de trabajo, siento que hago magia cada tarde y disfruto como nunca, ya sin la responsabilidad ni la necesidad de cumplir con programas -resume ella-. Tengo el tiempo de mi lado. Siento que es una nueva vida, la que siempre quise vivir. Y por supuesto, con nuevos y desafiantes proyectos para 2022… ¡Lo mejor está por venir!”.

Consejos útiles

Iniciar intereses y aficiones que puedan continuarse después.

Darse tiempo para vivir lo que genere el paso a la jubilación, y evitar actuaciones inmediatas e impulsivas.

Conectar con anhelos y deseos actuales para encontrar nuevos propósitos que aporten sentido y satisfacción.

Buscar las metas propuestas con decisión y constancia.

Poner al día vínculos afectivos y enriquecerlos, con nuevos espacios de intimidad y participación.

Aprovechar las posibilidades que el entorno ofrece y crear condiciones para llevar adelante proyectos.

Potenciar la curiosidad, abrirse a nuevas experiencias y buscar espacios de diversión.

Atreverse a traspasar lo conocido, a correr riesgos, y a equivocarse y rectificar.

Fuente: https://www.bartolomefreire.es