Si no se revierte, nos encaminamos a otra crisis sanitaria: en los últimos 19 meses, se aceleró en 10 años la resistencia a los antibióticos de las bacterias que causan infecciones comunes, como urinaria, neumonía o sepsis. Eso aumenta la dificultad para controlarlas. Así lo han revelado los investigadores durante el XXI Congreso de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), que se ha efectuado de manera presencial y virtual.
"Este fenómeno no sólo se observa en la Argentina, sino que ocurre en todo el mundo y a niveles peligrosos". Luz Oliva, médica infectóloga.
"El balance global del impacto de la pandemia en la resistencia antimicrobiana es negativo; pero no todo fue por covid, sino que el covid aceleró una realidad que se venía gestando", le declaró a su auditorio Alejandra Corso, jefa del Servicio de Antimicrobianos del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas del Malbrán. Pero, ¿qué tiene que ver el coronavirus con esto? Entre los factores que apuraron ese proceso, se mencionó el aumento de la prescripción de antibióticos a enfermos de covid -sobre todo en la primera ola (se estima que al 70 % de los internados se le indicaron antibióticos)- y a pacientes atendidos por teleconsultas. Tras una alerta del Ministerio de Salud de la Nación, se corrigió esa prescripción únicamente a los casos graves.
Asimismo, se habló de un uso indiscriminado de antibióticos por parte de la población, lo que también trae aparejada la pérdida de eficacia. "La automedicación es un hábito corriente en nuestro país. Los pacientes, ante un determinado síntoma, concurren directamente a la farmacia y compran antibióticos sugeridos por un familiar, un amigo o el personal farmacéutico. Hasta resulta habitual que se utilicen fármacos que le han sobrado a otra persona", reflexiona la doctora Luz Olivo, médica infectóloga.
Entre los productos a los que la gente apela comúnmente, menciona la amoxixilina, la cefalexina y la azitromicina, destinadas al tratamiento de anginas virales. "Otros antibióticos muy usados son la ciprofloxacina, la levofloxacina y el metronidazol", completa la especialista en una charla con LA GACETA.
La resistencia se produce cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian con el tiempo y ya no responden a los remedios. "Debido al mal y excesivo uso de los antimicrobianos, determinadas cepas de especies bacterianas fueron desarrollando mecanismos de oposición a los antibióticos. Por eso, las infecciones moderadas y severas, como neumonías, asepsias o ictus, se han vuelto difíciles de tratar. Ahora, para adecuar los tratamientos se requiere una mayor cantidad de fármacos, más costosos, y hospitalizaciones con estadías prolongadas", añade Olivo.
- ¿Esta realidad sucede también con los antibióticos pediátricos?
- En la población infantil se usan antibióticos similares a los que se manejan en adultos. Pero cambian las dosis y sus formulaciones. En pediatría, se ha visto un aumento de la resistencia a los antibióticos de bacterias como staphylococcus aureus, que produce infecciones moderadas y severas. Es urgente que los padres les den antibióticos a sus hijos solo si se los recetó el pediatra. Y que sigan las indicaciones de administración, como tiempo, dosis y horarios de las tomas.
- ¿Por qué se venden como si fueran alimentos?
- Si bien hay una legislación al respecto, que establece la obligación de presentar la receta médica, no se cumple; salvo cuando se trata de antibióticos más específicos. Es necesario que las autoridades sanitarias regulen esta problemática.
Contrariamente a lo que se podría suponer, la renuencia a los antibióticos es un fenómeno natural, aclara la infectóloga. Pero su uso indebido, tanto en humanos como en animales, está acelerando ese proceso, que la SADI ha calculado en una década. Este fenómeno no sólo se observa en la Argentina -prosigue- sino que ocurre en todo el mundo y a niveles peligrosos. "Por ello, se están llevando a cabo estrategias de salud pública. Pero se necesita del compromiso de las autoridades, de los médicos y de la comunidad en general", reflexiona.
Por definición, un antibiótico es una sustancia química producida por un ser vivo o un derivado sintético que destruye los microorganismos que producen enfermedades e infecciones.
La preocupación entre los especialistas cruzó de manera transversal las presentaciones de la reunión anual de la SADI. La presidenta de su Comité Científico, Wanda Cornistein, explicó que el año pasado hubo una duplicación del número de infecciones asociadas al cuidado de la salud, según datos del Instituto Nacional de Epidemiología. Además, justo antes de la pandemia, en 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había incluido la resistencia antimicrobiana entre las 10 amenazas para la salud pública global. Y el fin de semana pasado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta epidemiológica por un aumento en la región (Argentina, Uruguay y Paraguay) de las infecciones relacionadas al uso de dispositivos como catéteres y ventilación mécanica en las unidades de terapia intensiva. ¿La razón? "El incremento del uso de antibióticos de amplio espectro en los pacientes con covid", se lee en el documento oficial. En 2018, se divulgó que más de 33.000 europeos habían muerto ese año debido a infecciones causadas por bacterias que han desarrollado resistencias. Esa cifra surgió tras una amplia investigación llevada a cabo por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, en sus siglas en inglés). En el mundo, se contabilizan unas 700.000 muertes anuales y se estima que en 2050 la cifra llegará a 10 millones.
"La situación es compleja", evalúa Oliva. "El momento de actuar es ahora; no hay que esperar que las bacterias multirresistentes o súper bacterias -como se las llama- se diseminen rápidamente y no tengamos cómo tratar las infecciones producidas por ellas. Estamos en un punto de inflexión. Hay que tomar conductas agresivas y consensuadas", concluye.
Menos de 100 años atrás, un corte, un golpe o una mordida podía ser fatal. Hasta que en septiembre de 1928, Alexander Fleming descubrió la penicilina y marcó un quiebre en la historia de la medicina. Hoy, su mal uso está ayudando a las bacterias a ganarnos otra vez la batalla.
El año pasado, investigadores dirigidos por Gerard Wright, director del Instituto para Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de McMaster, en Canadá, descubrieron un nuevo grupo de antibióticos que tiene habilidades únicas para atacar las bacterias, lo que los hace candidatos clínicos prometedores en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos, informa DPA. Se trata de la corbomicina -recién descubierta- y la complestatina, que ya se conocía, pero a la que se le descubrió una forma nunca antes vista de matar bacterias.
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