Ser o no ser. Es el dilema de Alberto: ser más Alberto y menos Cristina; sometido o liberado. Es la encrucijada a la que lo llevó su mentora al vaciarle el gabinete con la renuncia masiva de los ministros y funcionarios “K” con el propósito de presionarlo para que cambie gestión y autoridades. Para liberarse de culpas por la derrota del domingo. Según sea la respuesta y la conducta que asuma hoy el Presidente se sabrá si decidió alumbrar al albertismo o si seguirá siendo el jefe de gabinete de Cristina. Lo que está sucediendo en el Frente de Todos es novedoso: los enemigos están dentro de la coalición, no afuera. La gestión nacional ya venía a los tropiezos y encima se dio de bruces con las PASO. Y ayer Cristina pareció darle el golpe de gracia al Presidente para terminar de debilitarlo y exponerlo como su secretario político personal, aún peor que Parrilli. Grave por donde se lo mire e incómodo en grado sumo para el mandatario nacional, que no supo reaccionar ayer con la misma velocidad y contundencia como la movida de las renuncias que motorizó Cristina. Se guardó para hoy, ¿por temor e inseguridad?, ¿porque duda? ¿Qué dirá? Se independiza o acepta seguir sometido. Las reacciones de apoyo a Alberto, de gobernadores, de grupos piqueteros y de la CGT, fueron para animarlo a que de una vez y por todas dé curso al albertismo que se le viene pidiendo desde que asumió al frente del Poder Ejecutivo. Él vino frenando esa alternativa; optó siempre por ser el soldado más leal de Cristina. Hoy un sector le está diciendo que dé el paso, que se atreva, perdida por perdida ya la elección de noviembre. Lo instan a ser osado políticamente, a correr el riesgo de quebrar el Frente de Todos, a que los enemigos internos sean ahora externos y que el kirchnerismo se autoexcluya de la coalición de Gobierno. Cristina ya le avisó con las renuncias: cambia o los “K” se van, y lo dejan solo. Lo notificaron. Alberto y su dilema: rebelarse o reafirmar su fidelidad.
Alberto y el dilema de ser o no ser al que lo sometió Cristina
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