La volatilidad es el signo de los tiempos económicos y electorales. También la incertidumbre y la falta de propuestas claras que le posibiliten al elector tomar una decisión firme antes de concurrir mañana a las urnas. La política ha puesto toda la carne al asador, pensando en lo que puede ser el escenario de 2023. Todos, absolutamente todos tienen ese objetivo como norte. Por eso estas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) han sido definidas como la madre de todas las batallas. Y no sólo para el caso específico de Tucumán, sino también en el escenario nacional.

En las PASO se ponen en juego los liderazgos.

En las PASO se define gran parte de las acciones institucionales que predominarán el escenario de los próximos años.

En las PASO, como en otras elecciones internas, la economía también juega su futuro.

Después de haber observado tantos enfrentamientos verbales, la sociedad se pregunta si la dirigencia tendrá la grandeza y la humildad de deponer esas actitudes desde el momento mismo que el resultado electoral sea una tendencia y se comience a avizorar qué sucederá no sólo rumbo a los comicios del 14 de noviembre, donde sí se definirá quiénes se quedarán con las bancas en Diputados y en el Senado en juego, sino también hacia el futuro inmediato, que presenta grandes desafíos con tantos problemas acumulados debajo de la alfombra.

¿Por qué los liderazgos están en riesgo? Las tensiones internas en el Frente de Todos ha llevado a un punto de no retorno dentro del oficialismo. Ninguno de los protagonistas de la historia de desencuentros, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo, ha dado señales de aceptar una convivencia política similar a la que se venía observando en los últimos seis años, hasta antes de marzo cuando se desató la puja de poder entre ambos. No fue Moisés el que dividió las aguas justicialistas, sino las diferencias de visión respecto de lo que puede acontecer dentro de dos años, cuando se debata la sucesión. Por el lado de Juntos por el Cambio se observa una situación prácticamente parecida. Las principales cabezas de la coalición han decidido jugarse todo en estas internas como una manera de consolidar su imagen rumbo a 2023. De allí los enfrentamientos directos entre el intendente de la Capital y líder del Partido de la Justicia Social, Germán Alfaro, con los radicales y otros aliados. Los jefes municipales Mariano Campero (Yerba Buena) y Roberto Sánchez (Concepción) entienden que les ha llegado la hora de motorizar un proyecto de gestión que se extienda en el tiempo. De la misma manera piensan la senadora Silvia Elías de Pérez y el diputado José Cano, que han apelado a parte de la estructura nacional de la UCR para su campaña. Nada está definido. Las urnas hablarán mañana, con la decisión que tomen los tucumanos. Ricardo Bussi, a su vez, intenta sostener a Fuerza Republicana como opción para aquellos ciudadanos que no encuentran respuestas estatales a los problemas cotidianos. Del mismo modo que las fueras de Izquierda y los Frentes Amplios. La moneda está en el aire.

¿Qué definirán estas PASO en lo institucional? La relación entre el Poder Ejecutivo y la Legislatura no ha sido del todo armónica en los últimos meses. Los cuestionamientos públicos a los ministros de Manzur y la celeridad que la Cámara le ha puesto al tratamiento de temas resistidos por la Casa de Gobierno presagian que las diferencias también se evidenciarán en lo institucional. Jaldo ha dicho que no le pondrá palos en la rueda a Manzur, pero también remarcó que no le aprobará todo lo que se envíe sin previo tratamiento. Hay una cuestión que entre las PASO y las elecciones de noviembre deberá ser puesta en análisis: el proyecto de Presupuesto para 2022. La Legislatura vaticina que hará un pormenorizado análisis de las partidas de gastos que el Ministerio de Economía asigne a cada área para el año que viene. Párrafo aparte, la Legislatura pondrá bajo la lupa la cuenta de inversión. ¿El motivo? Establecer el origen de los fondos distribuidos, a modo de subsidio, en los últimos meses. En el medio de este debate, la fórmula gobernante celebrará (?) los seis años de gestión conjunta, el 29 de octubre próximo.

¿Por qué la economía juega su futuro en estas PASO? El dólar sigue siendo el termómetro del rumbo del país. El poder de fuego del Banco Central se va esfumando frente a una potencial demanda de la divisa estadounidense, más allá de los cepos cambiarios existentes. La dolarización de las carteras y las consultas por atesorar billetes provenientes del mercado informal (en el Mercado Único y Libre de Cambios sólo se puede adquirir hasta U$S 200) sigue siendo una gimnasia que se observa más durante los años impares, los electorales. La presión cambiaria jaquea las reservas netas del Central (se estima que rondarían entre U$S 7.500 millones y U$S 8.500 millones), en medio de las necesidad de financiamiento en un país donde se disparó el gasto público y que, inexorablemente, llevará al Gobierno a más emisión monetaria. De todas maneras, habrá medidas adicionales para sostener al tipo de cambio y evitar un salto del dólar. Las microdevaluaciones continuarán hasta el próximo turno electoral. Esa es la premisa.

La inflación es otro factor que inquieta a la Casa Rosada. Continuar con la desaceleración del Índice de Precios al Consumidor (IPC) es otra de las metas trazadas por la gestión del Ministerio de Economía de la Nación. Claro que este mecanismo tiene fecha de vencimiento y habrá también presiones para corregir precios más allá de noviembre. La actividad económica muestra una incipiente recuperación. La comparación con un año de cuarentena obligatoria, como 2020, admite que haya crecimiento y que el Gobierno comience a vislumbrar un escenario en el que puedan desenvolverse los negocios.

Las PASO deben convertirse en un escenario de aprendizaje acerca de lo que no debe hacerse para captar, tan solo, el voto de coyuntura. En esta elección se definen candidaturas; en la próxima, la del 14 de noviembre, será la pelea por las bancas. Entre una y otra, la dirigencia tendrá que asimilar los golpes que los ciudadanos le han dado a la clase política por su manera de encarar la campaña. Las peleas, la falta de propuestas y la sordera frente a los reclamos generales (tanto del oficialismo como de la oposición) han alimentado el malhumor social.

Mañana, el país va a las urnas. Y en el cuarto oscuro habrá mucha reflexión acerca de qué es lo que se está definiendo. El día después, el del escrutinio, dejará señales acerca de lo que puede llegar a pasar en la Argentina, en general, y en Tucumán, en particular. Las elecciones siempre son una oportunidad para expresar lo que el ciudadano siente y necesita de sus dirigentes. Las PASO constituirán un mensaje para todas las fuerzas políticas participantes. Si bien deberían orientarse solamente a elegir a los precandidatos para ocupar bancas en el Congreso, la propia política ha puesto, como regla general, que sea una de las elecciones más influyentes de los últimos tiempos a partir de la postulación de los líderes de las coaliciones. La gente votará mañana con el corazón, pero también con el bolsillo.