El domingo, en Tucumán habrá 3.761 mesas habilitadas para votar. Y, en cada una, se ubicará una urna dispuesta por la Justicia Federal, especialmente sellada y numerada para su correcta identificación. Pero, ¿es posible que, después de los comicios, esas cajas de cartón sean cambiadas, por ejemplo, en el trayecto de la escuela hasta el Correo?
Por supuesto, se trataría de una maniobra ilegal. De hecho, el Código Electoral Nacional prevé una pena de uno a tres años de cárcel contra la persona que “sustrajere, destruyere o sustituyere urnas utilizadas en una elección antes de realizarse el escrutinio” (artículo 139, inciso e).
Al margen de esta normativa, lo cierto es que el sistema actual cuenta con diversas herramientas para evitar estas maniobras, explicó una experimentada fuente del fuero electoral de Tucumán. Ante todo, detalló, están los códigos de barras colocados a cada una de las 3.761 cajas de cartón. Se trata de un sistema de datos “cerrado”, diseñado de manera especial por el equipo de ingenieras e ingenieros de la Justicia Federal Electoral. Mediante un escáner, este gráfico -similar al que tienen los productos facturados en un supermercado- permite identificar rápidamente todos los datos relativos a la urna en cuestión: cantidad de electores, circuito, mesa de votación, etcétera.
Este código de barras también está incorporado a los respectivos bolsines, en los cuales “viajan” las planillas oficiales, controladas y firmadas por la autoridad de mesa.
De esta forma, existe un “doble control” sobre las cajas que contienen los votos.
El uso de estos dispositivos se complementa, además, con la vigilancia “física”: los sufragios deben ser custodiados en todo momento por las fuerzas de seguridad, tanto en los centros de votación como en el camino hasta el lugar del escrutinio.
Con todo esto, la posibilidad de que se produzca un cambio de urna en algún momento es escasa o prácticamente nula.
¿Existe el “voto en cadena”?
Los relatos sobre distintas modalidades de fraude en los comicios son tan antiguos como la democracia misma. Y, si de trampas se trata, quizás el denominado “voto en cadena” sea la más icónica de las maniobras dentro de la mitología electoral. Pero, ¿es posible coordinar esta supuesta operatoria? ¿O se trata de una mera hipótesis “conspiranoica”?
Vale una advertencia: para resguardar el derecho a sufragar de forma libre, el Código Electoral Nacional establece que recibirá una pena de uno a tres años de prisión quien “compeliere a un elector a votar de manera determinada” (artículo 139, inciso b). Por supuesto, coordinar o ejecutar la logística que implicaría el “voto en cadena” va directamente en contra de esta normativa.
¿En qué consiste esta maniobra? El primer paso es el más complicado, ya que, para poner en marcha la rueda, hace falta conseguir un sobre vacío idéntico al que se utilice para los comicios. Además, el papel deberá estar firmado por la autoridad de mesa y, eventualmente, por el o los fiscales partidarios que lo acompañen. Lo que viene a continuación tampoco es demasiado sencillo. En principio, el autor de este delito debe forzar o convencer a una serie de ciudadanos asignados a una misma mesa para que formen parte del “circuito”. Luego, quien propicia la “cadena” tiene que entregarle a un primer elector aquel sobre -ese que había sido obtenido de manera irregular-, pero ya con la boleta de una determinada lista en su interior, a los fines de que concurra al cuarto oscuro. Se supone que esta persona, luego de sufragar con la papeleta que le habían provisto, debe además retener el sobre que reciba de manos del presidente de mesa, y cedérsela a su vez al “cerebro” de la maniobra. De esta forma, se podrá activar un segundo elector para que integre la “cadena”, y luego un tercero, y así sucesivamente.
Un experimentado funcionario de la Justicia Federal con competencia electoral de Tucumán apuntó que, si bien es factible, esta operatoria requiere de una multiplicidad de factores, lo que la torna poco probable.
Pero, a sabiendas de que “hecha la ley, hecha la trampa”, se recomienda a los presidentes de mesa tomar una serie de recaudos para evitar el “voto en cadena”.
Lo más importante es evitar la sustracción de uno o más sobres rubricados. Por eso, las autoridades de mesa no deben firmar varios sobres en un solo acto, sino de a uno por vez. De esa forma, se reducen las posibilidades de que se produzca un robo o extravío, apuntó la fuente consultada por LA GACETA.
También es clave el control. Es decir: antes de que el elector introduzca el sobre en la urna, el presidente de mesa -y los fiscales que hubieren puesto su firma- pueden cotejar que el papel contenga efectivamente su rúbrica, a fin de evitar posibles falsificaciones.