Este domingo no se tomará la misma foto que se repitió durante la última década. En la Casa de Gobierno no estará Osvaldo Jaldo esperando los resultados de la interna. El vicegobernador, enfrentado con su compañero de fórmula Juan Manzur, seguirá el escrutinio en el Hotel Presidente, a pocas cuadras de la sede del Poder Ejecutivo, un establecimiento con cierta identificación peronista. Es probable que esa postal tampoco se repita a partir de la grieta que se seguirá abriendo en el binomio gobernante cuando se conozca cómo resultó el enfrentamiento en las urnas de la lista manzurista de Lealtad Peronista y de la nómina jaldista Todos por Tucumán.

Las diferencias pasaron de lo electoral a los institucional. El presidente de la Legislatura ha pedido públicamente la renuncia de dos ministros del gabinete provincial: el de Educación, Juan Pablo Lichtmajer (por supuesto incumplimiento de los deberes de funcionario) y el de Seguridad, Claudio Maley, a raíz del aumento de los índices delictivos. “Está claro que Manzur es el que no quiere solucionarlo, el que no le quiere encontrar solución a este tema”, remarcó el vicegobernador. Manzur no sólo negó que vaya a modificar el elenco del Poder Ejecutivo, sino que levantó la apuesta y puso en dudas el futuro de Jaldo en el Partido Justicialista. “El lunes, cuando pierda las elecciones, el peronismo pedirá la renuncia de Jaldo. Se alejó del peronismo”, avisó el presidente del congreso partidario, Jorge Leal. El presidente del distrito Tucumán del PJ también apuesta a hacerle un vacío a su compañero de fórmula dentro del principal partido del Frente de Todos. Para eso, deberá consolidar su conducción en las urnas en las internas del domingo. Jaldo no se quedará de brazos cruzados. Es el vicepresidente del PJ local y está dispuesto a darle batalla también al manzurismo en los organismos partidarios.

“Vamos a ganar. Se puede volver de la traición, pero no de la derrota”, señala Manzur sin explayarse demasiado. En su entorno señalan que una interna se gana por un voto, sin graduación alguna, para ratificar los liderazgos. Aclaran, a su vez, que se trata de una metáfora porque, según los dirigentes, la victoria de Lealtad Peronista será amplia. “Después no hay que llorar sobre la leche derramada”, completa el jefe del PJ tucumano.

La confianza también se manifiesta en Jaldo. El vicegobernador enfatiza que los actos que encabeza son masivos en todos los sitios donde concurre Peronismo Verdadero. “Somos nosotros los del Peronismo Verdadero, los que podemos hacer estos cambios (jerarquización al personal de la salud, de la educación y de la seguridad). Como peronistas tenemos la sensibilidad social para dignificar a nuestros trabajadores y vamos a trabajar sin descanso para que esto se concrete”, resaltó el vicegobernador al encabezar ayer un acto en Famaillá.

Ni Manzur ni Jaldo aventuran definiciones acerca de lo que puede suceder a partir del lunes cuando ya se conozcan los resultados del escrutinio. No habrá acercamientos; la disputa va más allá de las PASO. Sin embargo, ambos tienen compromisos asumidos. Por un lado, la sociedad ha confiado en ellos la conducción institucional de la provincia, uno a través del Poder Ejecutivo y el otro desde la Legislatura. Jaldo ha señalado en reiteradas oportunidades que, más allá de las diferencias, no le pondrá palos en la rueda en los poco más de dos años de administración que le quedan a Manzur. Sin embargo, también ha dejado en claro que su turno para luchar por la sucesión será 2023, independientemente de los planes que tenga la Casa de Gobierno. El gobernador, a su vez, buscará consolidarse como el conductor natural de la principal fuerza política de la provincia para convertirse en el gran elector de 2023. Manzur y Jaldo, además, tienen un compromiso con la conducción nacional del Frente de Todos: asegurar la victoria en las elecciones del 14 de noviembre, reteniendo las bancas en juego y si es posible sumar otras.