¿Cada cuánto deberíamos bañarnos? Este es un interrogante que genera tanta polémica como debate. Mientras, en un extremo, hay estrellas famosas de Hollywood como Mila Kunis, Ashton Kutcher y Jake Gyllenhaal que han contado públicamente que sólo se duchan una o dos veces a la semana, en el otro, se encuentran quienes rechazan completamente esta postura y optan por higienizarse con mucha más frecuencia.

En diálogo con LA GACETA, especialistas destierran mitos y aclaran confusiones.

“Lo ideal es bañarse todos los días, una vez al día, principalmente porque la higiene de las zonas sudoríparas evita que las bacterias y otros microorganismos proliferen”, explica la dermatóloga Claudia Valdez.

Frecuencia

Las razones para ducharse en pocas oportunidades o por poco tiempo se relacionan con dos aspectos: el cuidado de la piel y la preservación del agua como recurso natural.

La dermatóloga especialista en estética, Paola Correa, señala que salvo que exista una situación como ejercicio físico intenso o actividades que generen mucha y excesiva transpiración, o que la persona se deba ensuciar, con bañarnos una vez por día basta y sobra dado que puede afectar el manto lipídico de nuestra piel.

Por otra parte, la especialista agrega: “no debemos olvidarnos del impacto que esto significa en el medio ambiente; en otros países hay duchas que tienen tiempo y automáticamente después de los cinco minutos se corta el suministro de agua, para tomar conciencia y que no se la derroche”.

Sobre aquella creencia popular que reza que si nos lavamos la cabeza frecuentemente se nos cae el pelo, asegura: “No es así, de hecho hay que eliminar el exceso de grasa o sebo que se puede acumular para mejorar su estado”.

Advierte que no bañarse con frecuencia puede traer aparejado el exceso de grasa, de partículas de suciedad, de probables microorganismos que pueden alterar la flora y tener más tendencia a ciertas patologías.

A conciencia

Para lograr una higiene adecuada es necesario limpiar cada extensión de nuestro cuerpo desde la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies.

“Se debe hacer hincapié en zonas como las axilas, debajo de las mamas (en mujeres con mamas grandes sobre todo), en la zona genital y en los pies, donde, además, tenemos que secar bien entre los dedos y utilizar talco para evitar la proliferación de hongos por la humedad”, señala Valdez.

Correa agrega que luego de la ducha debemos secar suavemente todo nuestro cuerpo sin frotar, sino secar con suavidad y asegurarse que ninguna zona haya quedado húmeda.

Temperatura y tiempo

Para los amantes de ducharse con el agua a una temperatura que roza el punto de ebullición la médica revela que esto puede quemarnos, provocar ardor o ampollas, generar resequedad, desencadenar dermatitis y eliminar o disminuir ese manto lipídico. “Además, el agua muy caliente no es buena porque dilata mucho los poros y provoca prurito”, añade Valdez.

“No debe ser muy caliente y cada persona tendrá que probar la tolerancia a la temperatura con la cual se va a bañar. Tampoco debe ser un baño excesivo con respecto al tiempo no solo porque nuestra piel no lo necesita, sino porque sería contraproducente para el medio ambiente”, desarrolla Correa.

¿Jabón y esponja?

Valdez precisa que el jabón que se va a utilizar depende del tipo de piel de cada persona y que, en el caso de diabéticos, de quienes tienen piel seca o en niños atópicos, se debe evitar las opciones que tengan fragancias. En su lugar, es mejor optar por aquellos a base de avena.

En tanto, Correa subraya que, contrariamente a lo que se cree, nuestra piel no tiene pH neutro, sino que varía entre 4.5 y 5.5, por eso necesitamos un jabón similar a él. Entre los ejemplos de estas opciones se encuentra syndet (synthetic detergents, en inglés) y pueden estar enriquecidos con algún tipo de producto que humecte la piel.

Aunque no es necesario el uso de esponjas, muchos prefieren incluirlas en el baño. “Suelen ser elementos en los que se acumulan microorganismos (hongos) y humedad que pueden dañar nuestra piel. Si es que se las utiliza, su textura debe ser suave para no generar microlesiones y siempre hay que mantenerlas limpias y secas”, sostiene.

En bebés y niños

La pediatra y dermatóloga infantil Romina Sotelo explica que la frecuencia del baño depende de la edad del niño, de la actividad que realice y de la rutina familiar. Aclara que en recién nacidos es posible realizar la inmersión en los primeros días de vida sin riesgos y que hasta los seis meses no es necesario realizarla diariamente, sino que se aconseja optar por dos o tres sesiones a la semana. Pasada esta edad y, considerando que el niño, al empezar a gatear y a comer solo, y a mancharse se puede realizar un baño diario.

“Siempre debemos controlar que la temperatura del agua sea entre 31 y 34 grados antes de sumergir al niño. Hay que poner especial atención en la limpieza de las axilas, rodillas, cuello, piernas y pies para evitar la aparición de hongos o bacterias, no dejar restos de jabón en la piel y secar sin frotar (dando palmaditas). Se aconseja un baño corto, de 5 minutos en caso de niños con piel seca”, describe.

En relación a la elección de un jabón subraya que es fundamental tener en cuenta el tipo de piel. “La piel tiene lípidos, sustancias grasas y gérmenes (microbioma) que nos protegen, por lo que hay que cuidarlos. Los recién nacidos tienen un pH más neutro -5,5 a 7- lo que hace que la piel esté más sensible a los microorganismos y a la pérdida de su humedad natural. A las dos semanas de vida, este pH se acerca más a 5, como en los niños más grandes, por lo que se recomiendan jabones cremosos con pH entre (5,5 a 7) , sin perfumes, ni parabenos”, indica y recomienda evitar el uso de jabones de glicerina y de pan, que tienen pH elevado- o de aquellos que sean antibacteriales, porque “dañan nuestro microbioma” y se vinculan a casos de dermatitis. Asimismo, asegura que no es necesario el uso de esponja y que en su lugar se puede usar las manos para frotar suavemente a los niños.

Una vez finalizado el baño, la especialista recomienda colocar cremas humectantes, cuya elección debe ser personalizada y desaconseja el uso de talcos o maicena porque reseca la piel, tapa los poros -impide que la piel respire adecuadamente y, sobre piel irritada puede provocar mayor irritación-. “En la zona del pañal, cuando entra en contacto con la orina forma una pasta que predispone al crecimiento de hongos y bacterias, lo mismo sucede en los pliegues (cuello, axilas e ingle)”, concluye.