Las lágrimas de Gabriel Ascárate luego de la consagración en la final del Apertura del Anual tuvieron varios motivos. La alegría por ser campeón y, al mismo tiempo, la tristeza porque fue su último partido en Natación y Gimnasia hasta el año que viene, eran las razones que podían suponerse. Pero, lo que más cautivó a los lagrimales del campeón fue el dolor.
Fricción, bloqueos de alto impacto y luchas sobre el suelo formaron parte del repertorio de acciones de una final desgastante. Ascárate sufrió en todo el cuerpo, pero sus costillas recibieron la peor parte. Fue estandarte del campeón hasta el último minuto en el que estuvo en cancha. Mostrando la importancia de su función en el esquema de “Los Blancos”, la salida de Ascárate no se produjo hasta que el triunfo estuvo asegurado.
“Fue un partido durísimo. Lamentablemente, tuve un golpe en las costillas y casi no puedo hablar”, se excusaba Ascárate. Tampoco pudo festejar, ni hacer el pogo, tampoco dar la vuelta olímpica tradicional.
“Esto es un privilegio y un regalito que me estoy dando a los 33 años”, destacó entre resoplidos. Muchos simpatizantes lo buscaban para saludarlo y llegaban a él sorprendidos de que no estuviera en el centro de los festejos junto a sus compañeros. Por su rendimiento, de seguro iba a ser el elegido para ser llevado en andas. Y sino, si hubiese jugado de otra manera, también iba a ser elegido para ser despedido como se lo merecía. “La alegría es enorme porque tomé la decisión de jugar hace una semana. Es todo alegría, así que hay que disfrutar”, afirmó.
El miércoles, el centro de “Los Blancos” viajará a Portugal para sumarse al Cascais de la Primera División. La agenda indicaba que no iba a estar en la final, pero algo así como una alineación planetaria se produjo y Ascárate no faltó. “El club desde hace rato me viene dando alegrías, solo eso. Disfruto todo el tiempo. Soy un enamorado del club. Hoy, los que eran chicos en el campeonato de 2017, ya se hacen cargo de todo. Nosotros, los viejitos, sólo acompañamos”, elogió Ascárate que aseguró volver a vestir la camiseta de Natación y Gimnasia luego de su nueva experiencia internacional. Él quiere seguir sintiendo ese privilegio que resulta difícil de entender cuando apenas puede hablar por el dolor en las costillas. Aunque su mamá, María Elena Villecco, puede tener una respuesta para comprender. “El club es el amor de su vida”, explicó la dama mientras veía como su hijo caminaba lentamente para reunirse con el resto de los campeones.