Fuentes de la milicia que tomó el poder en Afganistán tras la retirada del ejército de Estados Unidos confirmaron que Haibatullah Akhundzada, líder del movimiento talibán, encabezará el gabinete afgano.
"Él (Akhundzada) será el líder del gobierno, no debe caber ninguna duda al respecto", dijo el miembro de la comisión de cultura de los talibanes, Anamullah Samangan, citado por el canal de televisión Tolo News.
Ayer, una fuente en la comisión militar del talibán comunicó que el movimiento concluyó las consultas para formar un nuevo gobierno y los resultados se anunciarán el próximo 3 de septiembre.
Otra fuente precisó en un comentario de Tolo News que el mullah Abdyl Ghani Baradar, cofundador de la organización, se desempeñará como canciller, mientras que el mullah Yaqoob, hijo del fundador de los talibanes, mullah Omar, será designado como ministro de Defensa.
En tanto, Khalifa Haqqani, hijo de Jalaluddin Haqqani –fundador de la facción extremista del movimiento talibán por cuya cabeza Washington ofrece cinco millones de dólares como recompensa– ocupará el cargo de ministro del Interior.
La milicia esperaba para anunciar la composición de su Gobierno a que los últimos soldados extranjeros abandonaran el país, lo que ocurrió el lunes poco antes de la medianoche, con la partida de militares estadounidenses.
Esta retirada, que el presidente estadounidense, Joe Biden, defendió firmemente ayer en un discurso, puso fin a una guerra de 20 años desencadenada por la intervención de una coalición internacional liderada por Estados Unidos para expulsar a los talibanes del poder tras los atentados del 11-S.
El grupo islamista expresó su deseo de formar un "Gobierno representativo", una promesa cuyo cumplimiento o incumplimiento será para la comunidad internacional una primera señal de cuánta confianza se puede depositar en ellos.
El nombramiento Haqqani podría complicar las relaciones con Washington.
Desde que tomaron el poder tras una campaña militar que sorprendió por su rapidez y eficacia, los talibanes han intentado presentar una imagen de apertura y moderación, pero muchos afganos y líderes extranjeros no creen en sus promesas y temen que se repita el régimen fundamentalista que pusieron en práctica en su anterior Gobierno (1996-2001), especialmente represivo con los derechos de las mujeres.