¿Por qué nos apasiona tanto el asado? La respuesta tiene matices, pero en definitiva, resume lo mismo: nos permite ser parte de un momento único donde, si bien la carne es la protagonista, también se suman otros factores como la compañía de la familia, la risa de los amigos y el disfrute de un buen vino que terminan retratando un escenario siempre memorable.
Como todo, el fanatismo por este ícono popular se hizo lugar en las redes sociales. Allí, un sinfín de cuentas proponen recetas, muestran tendencias e invitan a ensuciarse las manos con carbón, perfumar la ropa con humo y contemplar el momento sacro de la reacción de Maillard.
“Creo que lo más apasionante del asado es la experiencia en sí, el juntarse con seres queridos desde temprano, pegarse al asador y agasajarse. Se deja de lado la ideología política, las condiciones físicas y lo malo. Son horas plenas de disfrute, ¿dónde más vas a encontrar algo así?”, se pregunta Steven Zelicovich, que junto a su novia, Albertina, están tras las bambalinas de la cuenta de Instagram @asando.ando.
El joven cocinero se ocupa de mantener el timeline de más de 190.000 usuarios repleto de exquisitas preparaciones a la parrilla. Reflexiona sobre sus pasiones y confiesa que cocinar con fuego vivo le resulta terapéutico. “Es mi psicólogo. Arrancamos desde cero, con un fósforo, diario y leña, y ver dónde terminamos me parece fascinante. En el medio hay 1.000 escenarios y depende de cómo manejes el fuego el éxito de la cocción de los ingredientes”.
Momento único
Esa cosa mística que tiene lugar cuando el fuego, la soledad y otros sentimientos se encuentran está impregnada en la piel de muchos asadores. Pocos pueden dar precisiones sobre esa unión, pero todos la sienten. Algo similar le sucede a Pablo Villar, el creador de @elmagocina.
“Una vez que armo el fuego me gusta mucho quedarme mirándolo, más allá del calor que larga; me da placer estar ahí y contemplarlo. Si tuviera en mi casa un hogar lo prendería todos los días”, admite. Coincide en que la sinergia del momento lo es todo: “es eso, 100% compartir. No hay nada mejor, por eso creo que nos apasiona tanto a los argentinos. Es un momento para limpiar un poco la cabeza de los problemas, del laburo, etcétera. y para estar alegre con quienes querés”, continúa Villar, que antes de abocarse de lleno a la cocina tuvo un paso estelar por el mundo del fútbol profesional. “Me pasó de estar viviendo en Malasia y que el príncipe, que era el dueño del club de fútbol donde yo estaba, me pidiera que le haga asado. Como le gustó, cada 15 días repetíamos. Me sirvió mucho toda esa experiencia de haber pasado por varios planteles y cocinar siempre para el equipo”, asegura.
Su afición por las brasas estuvo siempre presente: “arranqué a prueba y error cuando era chico, con el tiempo me fui profesionalizando. Así fui juntándome con gente que sabía un poco más que yo y aprendiendo cosas nuevas”.
Cosa de mujeres
Por su parte, Victoria Achaval (@vicachaval), una cocinera apasionada por los fuegos, señala: “me encanta el momento en el que me siento, como y comparto lo que cociné”. “Es una parte fundamental del proceso, pero, por otra parte, ese momento a solas cuando prendo el fuego es único. Todo eso me parece que es mágico, no hay nada más que te conecte con el aquí y ahora porque tenés que estar ahí: oler, escuchar, sentir. Es un poco inexplicable, pero a mi me centra cocinar”, agrega.
Y en su página web tiene una pestaña con un título elocuente: “Derribando mitos” se define como “un workshop en el que enseñamos las distintas técnicas del fuego, los puntos de la carne, la marinada, etcétera, cocinando desde la entrada hasta el postre sobre la llama. Es un espacio donde el objetivo es pasar un buen momento, compartiendo experiencias y recetas”. Sin explicitarlo, hace referencia a la idea (cada vez más en caída libre) que el asador es territorio exclusivamente masculino.
Achaval es una mujer versátil que viene de un mundo que combina el buen gusto con las artes: más de 10 años se dedicó al diseño de moda y, en una especie de vida pasada, también fue actriz. Así se codeó con estrellas como Ricardo Darín y celebrities de la famosa serie “Floricienta”, donde se adueñó de muchas escenas. Sin embargo, hace un tiempo le puso fin a esa etapa y se dejó llevar por un nuevo amor: la parrilla. Aunque remarca que detrás de todos esos talentos algo más importante trasciende.
“Me llama mucho la atención cuando la gente me dice: ‘wow, te reinventaste tantas veces’ y para ser sincera, siento que cada cosa que hago es una forma de expresión. Diseño como puedo cocinar o actuar. Si bien son distintos rubros, soy la misma persona, le pongo la misma energía y mi impronta a todo lo que voy haciendo”, explica.
Además de expresarse, la cocina le permite “compartir amor fuerte”. “Me gusta que se sienta así aunque sea en mi casa. Pongo un montón, no es simplemente abrir un paquete y listo, por eso es muy lindo lo que se genera”, relata.
Pasión y autenticidad
Para cocinar, hay que ser apasionado. Escuchar a los sentidos, experimentar con las ideas que resuenan en la mente y, sobre todo, estar un poco -o bastante- enamorado de lo que uno hace. Pero eso no es todo, también hay que ser genuino, esa es la clave para tener éxito en una propuesta como la gastronómica, donde hay mucha competencia, coinciden los especialistas. “Mentiría si digo que saco las recetas de un lado, ya que muchas veces lo que hago es una cocina fusión. Estoy continuamente pensando ideas y combinaciones nuevas que aporten valor al comensal. De ahí surgen muchas locuras -buenas y malas-. Luego las testeo y, si salen bien, se comunican en un video atractivo y dinámico, que según dicen algunos es adictivo en el buen sentido”, dice Steven Zelicovich, que combinó sus conocimientos en Marketing con sus habilidades gastronómicas para llegar a la gente, “pero con calidad porque con el tiempo, eso es lo que sale a flote y hace la diferencia”.
En ese proceso, la materia prima de calidad tiene preeminencia: “hay que resaltarla, respetarla, no taparla y, por supuesto, dejar que el fuego haga lo suyo. También considero que construir capas de sabor es mejor que un bocado monótono; de esa manera activás el paladar y descubrís un mundo de posibilidades”. El creador de Asando Ando hace un capítulo aparte para la creatividad. “Esta experiencia sólo es grata cuando el resultado es bueno, así que si vamos a gastar tanto tiempo, que valga la pena y se disfrute del proceso”, señala.
Pablo Villar coincide: “lo que hago es un reflejo 100% de mi personalidad, siempre lo encaré así. Obviamente también tiene que haber un poco de ingenio para sobresalir con un contenido que tal vez lo puede hacer otro, ahí es donde tenés que mostrarlo de una forma más atractiva, más prolija y buscar que a la gente vea el video no solo por lo que estás cocinando, sino que toda la experiencia sea agradable. Y así soy yo, pongo lo que yo escucho y escribo las publicaciones en la misma forma en la que hablo”. El exfutbolista explica que, en una suerte de multitasker, cocina, filma, edita y crea contenido íntegramente él. Su formación en community management le fue muy útil para enfrentar este proyecto. “Al ser creador de contenido tenés que estar constantemente ofreciendo ideas nuevas para que la gente se mantenga entusiasmada, pero también tenés que seguir mostrando las recetas de siempre. Es un juego constante”, afirma.