Patricia Kreibohm
Magister en Relaciones Internacionales
La caída de Kabul y la recuperación del poder por parte de los talibanes en Afganistán significa una nueva derrota para los Estados Unidos. Una derrota que tendrá diversas consecuencias que afectarán a ese país, a la región y al mundo entero.
En este artículo, nos interesa destacar un par de cuestiones, que formularemos a través de dos hipótesis.
La primera es que los Estados Unidos han fracasado en Afganistán porque siguen aplicando una vieja estrategia que, en su momento les dio un gran resultado, pero que hoy es tan inadecuada como ineficaz.
Después de la Segunda Guerra, cuando las potencias vencedoras se distribuyeron el poder mundial, a Estados Unidos le correspondió -entre otras regiones- Europa Occidental y Japón.
Allí aplicaron un modelo sumamente exitoso -que luego fue bautizado como “Nation Building”-, que supuso reconstruir a los países invadidos y destruidos, imponiendo la democracia, la economía de mercado y los valores norteamericanos, a través de la fuerza de las armas.
Desde entonces, en todas sus intervenciones, los Estados Unidos han aplicado la misma metodología.
Sin embargo, lo que en los años 40 fue útil para crear dos milagros (el alemán y el japonés) nunca más volvió a funcionar.
Tanto en Vietnam en los 60 y 70, como en Irak desde 2003 y en Siria desde 2014, no consiguieron acabar con la guerra interna, no ayudaron a pacificar estos países y ni siquiera les sirvió para alcanzar los objetivos políticos que se habían propuesto.
Y es que esta estrategia no es adecuada para enfrentar nuevas formas de conflicto armado (como las guerrillas vietnamitas) y menos aún para derrotar a amenazas transnacionales como el terrorismo. Es más, en algunos casos, la respuesta militar puede ser contraproducente.
Desde hace 20 años los Estados Unidos entraron en el país con objetivos muy claros; capturar a Bin Laden, y aplicar el modelo del “Nation Building”; algo que hoy niega el presidente Joe Biden.
A pesar de que no consiguieron nada de lo que buscaban, pagaron un costo humano, económico y político enorme.
Una mala evaluación
La segunda hipótesis afirma que, si se analizan los datos del incremento de la violencia en Afganistán, se podrá concluir rápidamente que la situación iba empeorando a lo largo de los años y que ya era, sencillamente, insostenible. Dicho de otro modo, los errores de cálculo acerca de la velocidad con la que los talibanes tomaron el país confirman que tampoco pudieron, en este caso, evaluar correctamente el panorama.
De acuerdo a los datos del Observatorio Universitario de Terrorismo del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de La Plata -el cual coordino junto a Jéssica Petrino desde 2019 y en el que trabajan más de 30 jóvenes investigadores, la mayoría de ellos de Tucumán- el agravamiento de la situación ha ido en crescendo de manera notable.
En efecto, desde hace un tiempo, Afganistán es uno de los focos de mayor actividad terrorista en la región y en el mundo, y los grupos talibanes -junto a ISIS/Daesh (conocidos en Argentina como “Estado Islámico”)- fueron sus principales protagonistas.
Para ilustrar lo dicho, basta mostrar algunas cifras. En 2020, durante la pandemia, cuando casi todo el mundo estaba confinado, se produjeron en el país 338 atentados que se cobraron un saldo de 1.714 víctimas fatales y 1.288 heridos. En lo que va de este año, se registraron ya 120 atentados, que dejaron 556 muertos y 640 heridos.
¿Sería prudente entonces sugerir que, hacia el futuro, la gran potencia revise sus estrategias, evalúe mejor los riesgos propios y ajenos y reoriente los ejes de su política exterior?
Reacción civil: hay protestas en ciudades de Afganistán
Las protestas contra la conquista del poder por parte de los talibanes se extienden a más ciudades, incluida la capital Kabul, y ya hay muertos por la represión. Varias personas fueron abatidas cuando militantes talibanes dispararon contra una multitud en la ciudad oriental de Asadabad, dijo un testigo. Otro reportó disparos cerca de una protesta en Kabul, pero parecían ser talibanes disparando al aire. Los talibanes pidieron a los imanes que insten a la unidad cuando lideren hoy sus primeras oraciones desde que el grupo islamista se hizo con el control del país. (Reuters)
Enseña tricolor: la bandera nacional es símbolo de resistencia
En el día en que Afganistán celebraba la independencia del control británico en 1919, un video publicado en las redes sociales mostró a una multitud en Kabul ondeando enseñas en negro, rojo y verde. “Nuestra bandera, nuestra identidad”, gritaban. En algunos lugares bajaron la bandera blanca de los talibanes. “Al principio tenía miedo, pero cuando vi que uno de mis vecinos se unía, saqué la bandera que tengo en casa”, contó Mohammed Salim, que vive en Kabul. El primer vicepresidente, Amrullah Saleh, que está tratando de juntar oposición a los talibanes, expresó su apoyo a las protestas. (Reuters)
Evacuación: ya no quedan argentinos en Kabul
Los cuatro argentinos que se encontraban en la capital de Afganistán abordaron vuelos rumbo a diferentes países de la región y hacia Europa, y se encuentran “en buenas condiciones físicas y anímicas”, informó la Cancillería argentina y lo confirmó el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá. El último en salir de Kabul, en medio del caos tras la toma del poder por parte del grupo extremista talibán, fue un funcionario de la ONU. Antes habían partido a Uzbekistán una pareja que trabaja para una ONG británica y un piloto de otra organización humanitaria.