Entre las nuevas voces latinoamericanas se escucha fuerte la de Soema Montenegro. Paisajes, experiencias sonoras y poesía aparecen en su trabajo, y han ido forjando su identidad musical en un estilo único.

Su canto siempre sorprende: Soema no se queda con los recursos tradicionales, sino que incorpora elementos del habla, de las músicas ancestrales y de otros géneros.

La artista bonaerense -cantante, compositora experimental e investigadora de la voz latinoamericana- llega hoy, a las 21.30, a Citá Abasto de Cultura (La Madrid 1.457) a ofrecer un recital junto a músicos tucumanos.

“Vamos a compartir escenario con Ana Jeger y con Daniel Pascual. Es lo que se puede hacer dentro de las posibilidades de este momento de la pandemia, de retomar la música, de moverse. Vivo en Buenos Aires y siempre estoy yendo a Tucumán, no sólo en gira por el NOA sino también compartiendo proyectos”, le cuenta a LA GACETA.

Uno de esos proyectos recientes es el videoclip “La huesera”, que se puede ver en YouTube, una canción grabada a dúo con Nancy Pedro, y realizado junto a varios colaboradores tucumanos. Otro es el que encara junto a Silvina Yutsis, “con quien venimos trabajando sobre el cuerpo y la voz ya hace cuatro años”. En ese plan las artistas dictarán mañana, 14.30 a 17.30 en Yerba Buena, el taller al aire libre “Feldenkrais y la voz” (para mayores informes, comunicarse con Yutsis).

El recital

A mediados de 2019 Montenegro editó su cuarto disco, “Camino a la templanza”, que estuvo presentando en vivo hasta marzo del año pasado. “Ahora la idea es retomar los temas del CD, para que sigan sonando. Además, compartir música latinoamericana, folclórica, ese lado de la música ancestral que tanto me interesa, desde los sonidos y desde los paisajes”, dice acerca del repertorio del show.

“Con Ana vamos a compartir su música, vamos a hacer una canción de ella. Y también clásicos del repertorio latinoamericana que no pueden faltar, como temas de Violeta Parra y de Chabuca Granda, entre otras referentes”, agrega.

Acerca del reencuentro presencial con el público, admite que los músicos se sienten como extraños al volver después de un año y medio, si bien en el verano hizo algunas presentaciones: “es como volver a empezar. No tenés idea de cuánto público va a ir al espectáculo porque es entendible que haya aún cierto temor, más allá de que ahora los espacios están ahora preparados en lo sanitario, y abren sus puertas para que la gente esté cómoda y tranquila, con distancia. Se trata de que funcionemos con estas mecánicas pandémicas, que podamos traspasarlas y aprender a convivir con la circunstancia de la humanidad. En definitiva se trata de aprender a convivir”.

Montenegro habla con afecto de sus amigos músicos locales y declara: “este es un primer viaje después de todo este tiempo. Cuando empecé como solista hace 12 o 13 años, antes de girar en Argentina y en el exterior toqué en El Árbol de Galeano. Por eso me gusta recomenzar allí. Es como simbólico, un buen augurio. En septiembre tengo una gira en la Patagonia; las cosas van saliendo de a poquito”.

La voz

“Yo venía trabajando sobre la voz desde antes de la pandemia de manera virtual”, señala acerca de su labor como docente con profesionales y no profesionales en sus talleres de Canto Resonante.

El hecho de tener alumnos de fuera de Buenos Aires y de otros países le dio el hábito de trabajar on line, claro que no con la intensidad que se dio en pandemia.

“Realmente se puede trabajar de este modo; por supuesto que la presencialidad es mejor, pero también hay algo que sucede cuando trabajamos sobre el sonido: siempre es un trabajo muy personal, en el sentido de que los que trabajamos con la voz, como maestros de canto y como facilitadores del trabajo corporal aprendemos también a acompañar”, expresa.

Progresos

En la proximidad que dio la virtualidad Montenegro vio muchos progresos entre los alumnos. “También me ayudó a pensar desde la sanación, digamos desde un espacio holístico, de nuestras emociones, nuestro cuerpo, nuestros sonidos, que es posible a través de la práctica del canto resonante, y que puedo compartir con los otros”, dice.

“Esto me ayudó a desarrollarlo más y a ponerle más foco todavía. Fue muy positivo y muy gratificante poder aportar, porque los grupos virtuales que se armaron en pandemia se sienten acompañados, porque entran en un proceso con su propio sonido, de conciencia, que los ayuda mucho. Y no sólo para los cantantes sino para quien tiene ganas de expresarse y de reconocerse”, finaliza.