Si bien se ha convertido en la protagonista de la sociedad y se le atribuye todo tipo de quebrantos económicos, espirituales, así como tragedias que han conducido a la muerte de miles de seres queridos, no es menos cierto que la pandemia es una suerte de peste todoterreno que se ha instalado en la realidad desde el año pasado, provocando cambios de conducta, así como transformaciones culturales, cuyo fin nadie se anima a pronosticar, pero también potenciando hábitos, que ya generaban serias inquietudes por sus efectos negativos. Como consecuencia de la cuarentena, la educación se sobrellevó a través de los teléfonos móviles y las redes tecnológicas.

Si bien los especialistas venían advirtiendo en los últimos años del riesgo de que los chicos estén muchas horas frente a la pantalla, a causa del aislamiento obligado, este comportamiento se profundizó, hasta el punto de convertirse, en muchos casos, en una adicción, que también afecta a los adultos. En nuestra edición del domingo, Ana Fisher, autora del libro “26 Ideas de Juegos Antipantallas”, señala que el uso prolongado de pantallas afecta al desarrollo de las infancias. “El consumo problemático se puede dar con un uso de la tecnología de unos pocos minutos diarios. Los síntomas son: llora mucho, está irritable, hace escaso contacto visual, no responde al nombre cuando lo llamás, pierde interés por el juego, se lo ve excitado y cansado, nada los motiva, les cuesta irse a dormir o conciliar el sueño, tienen terrores nocturnos. Hay algo muy claro que es cuando solo piden mirar dibujos o jugar con pantallas como si fuese lo único que los entretiene. Todo eso, demuestra que el cerebro de los chicos esta sobre estimulado”, explica.

La comunicadora social indica que se está quitando un tiempo valioso a actividades que son esenciales en el desarrollo, para la conformación y estructura del cerebro de un niño, como correr, jugar, moverse, imaginar, realizar tareas artísticas. Apunta que los chicos no son nativos digitales, ese concepto “nos hace creer que su cerebro tiene una capacidad especial por haber nacido en esta época, el cerebro es el mismo desde hace 200.000 años”. Para contrarrestar esta intoxicación, Fisher propone un ayuno digital de cuatro a seis semanas en donde los chicos no utilicen ni TV ni tabletas ni celular. “Al principio es muy difícil, sobre todo si los chicos están acostumbrados a tenerlos. La familia debe sostenerlo los primeros días o semanas. Después baja la ansiedad por las pantallas. Michel Desmurget dice algo que no muchos se animan a decir: primero los chicos deben aprender a leer, escribir y usar las matemáticas fluidamente sin pantallas y recién ahí, pueden utilizarlas bajo control”, afirma.

La Internet Addiction Disorder es un trastorno que se caracteriza por el uso abusivo de internet a través de celulares, notebooks, tabletas y televisores. Entre otras cosas, genera depresión, sedentarismo, ansiedad, sobrepeso, trastornos del sueño, pérdida de memoria y del placer en las actividades diarias. Las pantallas digitales, así como la tecnología, en sí mismos no son buenos ni malos, brindan un servicio, depende de las personas darles la utilidad adecuada. Sería importante que en el Ministerio de Educación, con la participación de los docentes y padres, conjuntamente con el Siprosa, se abordara esta problemática con el objetivo de velar por la salud mental de nuestros hijos. Pensemos que la tecnología es un vehículo que debería servir para mejorar la vida.