La primera vez que Tucumán vistió de naranja fue el 11 de agosto de 1971, pero para encontrar la raíz de la historia hay que retroceder 12 años más, hasta el 27 de septiembre de 1959. Ese día, el seleccionado de la todavía Unión del Norte -que vestía de marrón- perdió 10-9 ante Capital en cancha de GEBA con un polémico arbitraje. Acostumbrados al papel de punto en los duelos con losporteños, los tucumanos no se hicieron demasiado problema. Pero hubo alguien que sí terminó indignado: Saturnino Racimo, hombre de San Fernando, que luego del partido enfiló hacia el vestuario visitante.
La camiseta marrón ya no ‘llenaba la cancha’, había que cambiarla. Al principio el naranja no gustaba, pero después se volvió nuestro color distintivo. Julio Bach. Wing forward de la primera “Naranja”.
“Aparece un tipo bajito y empieza a renegar: ¡pero estos hijos de p..., ustedes les pegaron un baile y los trampean de esa forma! ¡Es una vergüenza!. Y nos invita a comer al día siguiente en un lugar bastante caro. Yo al principio lo miraba con desconfianza, porque tanta generosidad no era común. Pero resultó ser un tipo espectacular, con el que nos hicimos grandes amigos. Fue un regalo de Dios el petiso ese, tenía un coraje bárbaro. Por eso lo designamos representante nuestro en la UAR. ¡Se manejó cada quilombo! Nos fue preparando el terreno”, relata Carlos “Cacho” Valdez.
Tan comprometido estaba Racimo con la causa tucumana que no podía aceptar que el seleccionado siguiera vistiendo una camiseta marrón que en sus comienzos lucía elegante y distinguida, pero que después de tantas batallas y sucesivos lavados (porque se usaba la misma todos los años) había adoptado una tonalidad grisácea y terrosa, sin vida. “Yo era jovencito todavía, y recuerdo estar en la sede de lo que hoy es la URBA junto a los más grandes, como ‘Cacho’ Valdez y el ‘Gordo’ (Jorge Ghiringhelli). Y ahí escucho que Saturnino les dice: che, déjense de joder con esa camiseta horrible. Los rivales ya ni los respetan. Le explicamos que no había plata para comprar nuevas y nos dijo: yo me encargo. Y a los dos meses nos llegan unas cajas con 20 camisetas y medias de color naranja con cuello blanco, y pantalones blancos”, testifica Manuel Galindo, quien paradójicamente se perdió el estreno contra Oxford-Cambdrige por haber sufrido una quemadura en un pie mientras trabajaba en el ingenio Concepción.
Al principio no le dimos tanta trascendencia. Era un simple cambio de color, que reflejaba un poco el paso de la Unión del Norte a la Unión de Tucumán. Carlos Cisint. Jugó el partido vs Oxford Cambridge.
En ese momento, nadie tomaba dimensión de que se trataba del nacimiento de un símbolo. “Vestirá camiseta naranja, pantalón blanco y medias naranjas”, anunciaba la crónica de LA GACETA, como un mero detalle. “Los otros equipos venían con camisetas más coloridas, que ‘llenaban la cancha’, a diferencia de la marrón. Había que cambiarla, aunque al principio no me gustó mucho la naranja. Era demasiado llamativa, aunque con el tiempo no sólo nos gustó a todos, sino que se convirtió en el color distintivo de Tucumán”, cuenta Julio Bach, el primer Puma de la provincia.
“A mí me gustó el cambio. La marrón ya estaba muy destruida. Y además el color nuevo para mí tenía que ver con las naranjas tucumanas. De todos modos, la mística se generó recién a partir de los 80. En nuestra época no jugábamos bien, y muchos no íbamos ni al gimnasio. La naranja se hizo grande después”, opina Hugo Ferrari, que también formó contra los británicos.
En ese sentido, Carlos Cisint destaca la figura del entrenador Carlos de la Serna: “un tipo adelantado. Estaba suscripto a una revista galesa de rugby y nos enseñaba tácticas. Hasta entonces nuestro juego era pura intuición y coraje. Y sobre la camiseta, recuerdo que el mánager era ‘Tuto’ Ritorto, y era inexorable para pedírtela después de cada partido. Las cuidaba con mucho celo, y si te la tenía que sacar del bolso, lo hacía sin preguntarte”.