La muerte de un ciclista en la avenida Presidente Perón ha generado un nuevo debate en Yerba Buena. Por el accidente, conductores y peatones se quejaron porque algunos bikers no respetan las normas básicas, multiplicando los peligros que encierra esa arteria. Los ciclistas, por su parte, han reclamado por la falta de respeto de los conductores de vehículos de mayor porte, con lo que se ha puesto de relieve que el problema de la circulación en nuestra provincia se hace crítico en zonas como ese sector de la Perón, en la cual permanentemente se registran siniestros, pese a los numerosos intentos para hacerla más segura.

Manuel Arancibia tenía 70 años y era un fanático del ciclismo. Perdió la vida por una mala maniobra realizada por el conductor de un interno de la Línea 100. En la audiencia donde se le imputó el delito de homicidio culposo, reconoció que giró a la izquierda para doblar en U. “Normalmente, para evitar incidentes con los bikers, tenemos autorización para realizar esa maniobra. Ocurre que el espacio es muy chico y ellos se enojan cuando giramos. Hubo varios incidentes y, para evitarlos, nos autorizaron a doblar antes”, insistió. El conductor habló del caos que se genera al final de la Perón, un punto de concentración de los que aman realizar deportes al aire libre.

Tras el accidente, las autoridades de Yerba Buena anunciaron una zona con mayor seguridad para quienes van a entrenar, en la que van a coexistir quienes van a correr, los ciclistas, quienes van de paseo y algunos vehículos, acompañado de una senda para ciclistas y de retardadores de velocidad cada 100 metros. Se exigirá una velocidad máxima de 30 km/h y la prohibición de estacionar o detenerse en esas cuadras, de 9 a 12 y de 14 a 20.

Los urbanistas han expresado su acuerdo con la necesidad de repensar ese sector de la Perón como espacio múltiple de deporte y recreación y han marcado algunos problemas como lomos de burro mal colocados. También los usuarios de la avenida han remarcado el caos vehicular y la falta de respeto a las normas. Además en el debate ha surgido el tema de la conducta transgresora, que en el caso de los ciclistas se traduce en falta de respeto a los semáforos; circular sin casco y por las veredas y platabandas (muy parecida a la conducta de los motociclistas) y la inobservancia de la fila india cuando circulan en grupo. Los cuestionados también se defienden. El primer argumento es que no se puede generalizar. Sí reconocen que hay que trabajar para enseñarles a los que no respetan las normas mínimas de seguridad y las de tránsito. Sostienen que las decenas de grupos de bikers que sí respetan las normas pueden transformarse en el motor de cambio de esta situación. De hecho, la agrupación “MetaBici”, que estimula el uso de bicicleta, propone la enseñanza a fondo de la educación vial como el comienzo de ese cambio. Esto, por cierto, tiene que estar acompañado de una conciencia de los funcionarios de la necesidad de promover esa modificación de la vida urbana con normas, infraestructura y campañas de concientización.

Hace no mucho, cuando los deportistas sufrían por la inseguridad, se reunieron ciclistas, policías y autoridades municipales para tratar de solucionar el problema que tanto les preocupaba. Así nació “Sendas seguras”, un programa en donde pactaron lugares y horarios para que pudieran pedalear sin problemas. Ese acuerdo fue un ejemplo en toda la provincia y un imán para los bikers de otras ciudades. El desafío entonces será volver a sentarse en una mesa para establecer algunas conductas que deberán cumplirse.