“Las siamesas”, “Herencia”, Lluvia”, “Un amor”, “Doce clavos” y “Mala sangre” son los títulos que han integrado la muestra retrospectiva de Paula Hernández en el Festival Tucumán Cine Gerardo Vallejo, cuya etapa competitiva concluye hoy. Mañana se anunciarán los ganadores en la fiesta organizada por el Ente Cultural de la Provincia.
Durante la entrevista con LA GACETA la realizadora asegura que hay un cine nacional con una gran diversidad de formas de narrar y de formatos. Así, se puede hacer una producción audiovisual con un celular o con una gran cámara.
“Los sonámbulos” (fue la película candidata del país al Oscar) y “Las siamesas”, en particular, son filmes que tratan sobre la comunicación entre madre e hija y los secretos familiares, planteados en un tono intimista que crea un clima especial. La familia y las mujeres están en la base de su filmografía. El cine de Hernández ha tenido reconocimiento con diversos premios y participación en festivales internacionales y nacionales.
- ¿Tus películas tienen perspectiva de género?
- Mis películas están contadas desde un punto de vista femenino, los personajes principales son mujeres en circunstancias muy diversas. De “Herencia” a “Las siamesas” se plantean situaciones distintas de todas estas mujeres, en su contexto y edad, que están replanteándose cómo seguir, quiénes son, qué decisiones tomar, qué traen a cuestas. Si uno piensa en “Los sonámbulos”, más allá de una madre e hija, hay una adolescente en plena revolución, conociendo su cuerpo, su deseo, y una mujer que ante esa situación queda descolocada con su matrimonio, su profesión y en la relación con la misma hija. Pero además se abre un planteo hacia ciertos modelos patriarcales, sobre qué lugar tienen las mujeres. Cómo se materna, cómo funciona esta matriarca. En algunas películas aparece la oscuridad del universo familiar. Creo que son protagonistas mujeres quienes están intentando poder verse de otra manera. En otro plano aparece la cuestión del abuso intrafamiliar. Es una película muy importante en mi carrera, diferente a las anteriores. Todo se inicia con el corto “Doce clavos”, con el que abro un camino para narrar, pensar el cine y la producción.
- ¿Habría una base común en tu filmografía?
- Lo que recorre mis filmes son los temas de la identidad, del lugar de las mujeres, de la independencia, de los deseos, de los mandatos y trabajan en situaciones vinculares. Hay conquistas que se van haciendo de una forma lenta y minuciosa pero constante. Hay una nueva generación que tiene mucha fuerza para llevar adelante este reclamo. Si se sigue hablando de desigualdad, de ocupar lugares, es porque todavía falta. Y no tiene que ver solo con el cine sino con muchas actividades, con la industria, con el arte... Es un tejido que se va armando de forma minuciosa y constante pero está en proceso.
-¿Hay un cine nacional?
- Siempre hubo momentos de cambios en el cine nacional, porque hubo una gran diversidad de formas de narrar. Si se ve la historia ocurrieron varios nuevos cines argentinos que de alguna manera revisaban lo que venía sucediendo y aportaron distintas formas de relatos, de narración y de producción. En todo esto mucho tuvieron que ver los festivales y las escuelas de cine, de gran desarrollo. También el acceso a filmar con formato distintos, por la tecnología. En estos últimos años nuevas generaciones vienen con mucha fuerza pero además tienen el acceso a poder filmar con un celular o con una cámara 4K. Hay una variedad no solo de los formatos sino de los que se propone. Y por supuesto que hay un cine nacional, estoy muy segura de eso.