Pase lo que pase, Argentina ya no se irá de Tokio con las manos vacías: se llevará al menos una medalla de bronce, la que consiguieron los Pumas 7’s en la madrugada de ayer al ganarle 17-12 a Gran Bretaña y cerrar una actuación que merece el calificativo de histórica. Se trata de la primera medalla olímpica para el rugby argentino en los Juegos mayores, ya que en 2018 los Pumitas (con el tucumano Tomás Vanni) habían conquistado el oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires.
En el camino, el seleccionado argentino venció también a Australia, Corea del Sur y Sudáfrica (este último, el más épico de los triunfos), y cayó a manos de Nueva Zelanda y Fiji, justamente los ocupantes del segundo y primer lugar del podio, respectivamente.
Un lugar común en esta clase de éxitos suele ser elogiar la garra y el corazón de los jugadores por sobre cualquier otro argumento, y aunque nadie discuta que este plantel los haya tenido de sobra, a nivel olímpico el corazón no alcanza si no está respaldado por una muy buena preparación. Y estos Pumas la tuvieron. Lo que se vio en estos tres días fue la ejecución de un plan elaborado y perfeccionado a lo largo de un proceso de años, del que también llegaron a participar los tucumanos Vanni (Universitario) y Mateo Carreras (Los Tarcos). Y que tuvo entre sus artífices a Leonardo Gravano, otro motivo de orgullo para los “Rojos”, quien ya desde hace mucho viene aportando su experiencia y conocimiento a los seleccionados argentinos. Porque también colaboró con el seleccionado femenino, que no pudo llegar a Tokio pero que en el futuro también puede dar satisfacciones con el apoyo correspondiente.
Sería injusto señalar a uno sobre el resto de los jugadores, porque todos hicieron un sacrificio enorme, pero vale destacar lo del imparable Marcos Moneta, tryman del torneo con seis conquistas. Sudáfrica soñará con él.
Por supuesto, también es decisiva la conducción de Santiago Gómez Cora, una eminencia en el mundo del seven. Que un fijiano le haya hecho una reverencia al saludarlo tras el duelo de “semis” habla de ese respeto.