Parece poco, pero un 1-0 para Atlético es el resultado perfecto. Al menos en el momento que atraviesa en el inicio de la temporada actual y que arrastra de la anterior. Estaba claro que Omar De Felippe iba a hacer ajustes sobre ese equipo desequilibrado que perdió en cancha de Lanús. Y pese a que sólo marcó un gol, no recibió ninguno. Y aunque no haya sido el partido perfecto, repetimos: el resultado sí lo fue.
Nada mejor que un 1-0 para este equipo que desde el torneo pasado ataca desbocado y defiende atolondradamente. Ojo, nadie quiere ver a un Atlético tímido en ataque, para nada. Pero ya está más que demostrado que puede hacer goles en cualquier circunstancia. Con dos volantes de punta y con tres de sus centro delanteros imposibilitados para jugar (Augusto Lotti, Oscar Benítez y Cristian Menéndez). Esa habilidad la tiene. Lo importante ahora es tratar de conseguir algo de tranquilidad atrás. Y un poco de eso pasó ayer ante Huracán. La principal consecuencia es ese sutil 1-0. Cualquiera preferiría un 3-0, obvio, pero el momento de Atlético necesitaba un marcador así.
Los ajustes fueron de nombres y de rendimientos. Los ingresos de Jonathan Cabral, el debutante Lucas Naranjo (ver nota aparte) y Renzo Tesuri (se retiró lesionado) ayudaron y mucho. Cristian Lucchetti, Santiago Vergini y Gabriel Risso Patrón jugaron mucho mejor que la semana pasada, además. Arriba, Ramiro Carrera volvió a sacar chapa de volante con gol y el equipo lo agradece.
El dominio “decano”, al igual que el resultado, fue tenue, pero estuvo. Atlético mereció la victoria, pero como decimos, tuvo formas más delicadas, más medidas para conseguirla. La figura de ese caballo desbocado, subiendo y bajando por una colina para defender y atacar, tan clásica de este equipo, no asomó anoche.
A la buena actuación de Naranjo se le sumó un buen partido de Cristian Erbes también. Mucho mejor que en el Gran Buenos Aires, conteniendo a los más peligrosos de Huracán y relevando a Naranjo para que haga sus primeras incursiones al área rival.
La pelota perdida por Agustín Lagos al minuto 95 fue lo único parecido al Atlético del partido pasado. El despeje providencial, el pedido de disculpas y la defensa en el córner posterior, volvieron a poner todo en su lugar.
No sabemos si esta será la identidad definitiva del equipo. Quizás sea una excepción en ese subibaja, pero es una gran reacción tras el 2-4. Un triunfo sobrio, justo y equilibrado. Ahora vendrá Godoy Cruz y en pocos días. Quizás ayude a mantener la memoria y llevar algo de lo que mostró acá a Mendoza.