La peor versión de San Martín la era de Pablo De Muner se vio en el partido menos pensado. Los resultados de la fecha le habían entregado al “Santo” la posibilidad de subirse a la cima de la zona A de la Primera Nacional, pero se mancó en casa y dejó pasar la chance.
Quilmes con un planteo astuto, sólido y eficaz terminó llevándose un premio enorme de La Ciudadela dejando a San Martín con la ñata contra el vidrio.
Durante la semana previa el entrenador había advertido sobre lo irresoluto que se había mostrado su equipo durante la excursión a Carlos Casares. Si bien se había vuelto con los tres puntos en el bolso, la producción no había sido de las mejores. “Hay que tratar de acomodarse a las situaciones que se dan durante cada juego”, había dicho “Tomate”, casi presagiando lo que sucedió anoche.
Las ausencias de Gonzalo Rodríguez (ya fuera del club) y Juan Imbert (con un esguince de tobillo), San Martín las sintió muchísimo. De Muner modificó el esquema que le había otorgado grandes beneficios y el equipo no logró adaptarse al nuevo dibujo.
El 5-3-2 con el que De Muner decidió comenzar el juego no resultó nunca para desarticular la maraña defensiva que diseño Facundo Sava.
Sin los extremos, el “Santo” terminaba cayendo una y otra vez en el embudo propuesto por la visita. No pudo imponer la presión alta y Quilmes de a poco fue llevando el juego a lo que más le convenía.
Para colmo, en el retroceso tampoco estuvo firme el dueño de casa. Sin los extremos por delante, Nicolás Sansotre y Lucas Diarte sufrieron muchísimo por la visita apeló mucho al 2-1 para avanzar en el campo.
Con la desventaja en el resultado (producto de una jugada de balón parado, en el que San Martín no estuvo firme), De Muner decidió volver a sus fuentes.
En el vestuario modificó nombres y esquema. Pero el segundo golpe llegó en el momento justo y desarticuló cualquier esbozo de reacción.
Con el 2-0 en el bolsillo. Quilmes se olvidó de arco de Ignacio Arce y agrupó casi a todos sus jugadores en el primer cuarto de su terreno.
El complemento fue todo de San Martín. Con pelota y campo intentó mover la bola. “Tranquilos, tranquilos”, gritaba De Muner desde un costado y sus pupilos lo entendieron.
Si hay algo positivo que rescatar de una noche negra para San Martín fue que nunca perdió su idea, aún con el marcador en contra y con el reloj corriendo en marcha rápida.
El error fue que las decisiones fueron desacertadas en el último tramo de la cancha. San Martín manejaba bien el balón, pero fallaba cuando tenía que terminar la jugada.
Nicolás Moreno marcó un golazo que sólo servirá para quedar en la historia como su primer gol en Primera.
San Martín pisó en falso y dejó pasar la chance de subirse a la cima. Sigue en una posición expectante, pero este golpe debe servirle de aprendizaje; para, como había dicho su DT, aprender a resolver esos juegos que son desfavorable y que en un torneo tan largo pueden aparecer una y mil veces.