Por favor, que la noche no se termine jamás. Que los abrazos no aflojen. Lo necesitábamos tanto... ¿Se dieron cuenta de que en la sonrisa de Messi, que es la más contagiosa de las carcajadas, cabemos todos? Es el bendito milagro de unirnos. Un millón de gracias por eso y que nadie lo dude: vale tanto como la Copa misma. Entonces, por el amor de Dios, que esta noche se prolongue hasta el infinito.

Que nada interrumpa la felicidad de Messi, que es la felicidad de todos. Que siga riéndose, toda la vida, y que juegue hasta el fin de los tiempos. Gracias por esta noche. Messi nunca le debió nada a nadie, mucho menos a los argentinos. Al contrario. Gracias por su amor, por su paciencia, por su entereza. Por comprender todo lo que significa esta noche para un país atribulado, por sacarnos del callejón para demostrarnos que a las estrellas es mejor admirarlas tomados de la mano.

El tiempo, esa daga afilada e implacable, podría hacernos el favor de mirar para otro lado y dejar que la noche se empache de horas felices. Para que el domingo llegue tarde y sin resaca. Estamos pletóricos de fútbol, pasión argentina que también sabe ser sana. Gracias por recordarnos dónde reencontrarla.

El juego es tan hermoso y completo que permite construir, a su alrededor, una épica. Es, además, una épica nacional, catalizada por hazañas en la cancha y héroes de la pelota. Esos héroes recorren un camino zigzagueante, colmado de ascensos y caídas, hasta que llega el momento -esta noche- en la que hacen historia. Gracias por dejarnos formar parte, a nuestra manera, de esta épica del Maracaná. Gracias por permitirnos ser testigos del camino de los héroes, un camino que relataremos al calor de los fogones en noches tan mágicas como esta.

No es una noche para hablar del partido, porque hay un punto en el que el partido deja de importar. No es el destino lo que seduce y trasciende, sino el viaje. Y lo que viene después. El después es esta noche, en la que el gol de Di María es una aventura más en la ruta. El partido es un retazo, clave, pero no el único de esta noche.

La noche es una burbuja en la que no vale la tiranía del reloj. En esta noche nada es exagerado, en esta noche los dolores que nos atenazan el alma, respetuosamente, ofrendan una tregua. Esta noche la Argentina se une y esa maravillosa sensación que extrañábamos horrores vuelve a apoderarse de cada uno de nosotros. No es un Mundial, ¿a quién le importa? El que lo piensa no está comprendiendo nada.

Esta noche merece la eternidad. Por favor, que no amanezca. El fútbol ya hizo su parte, el resto corre por cuenta de nosotros. Gracias al fútbol, esa porción de nuestra identidad capaz de conseguir esta clase de prodigios sociales.

Esta noche a Messi se le instaló una sonrisa irresistible y sería un pecado mirarla desde la indiferencia. Messi nos invita, a su manera, que es la pura sencillez, a valorar todo lo que significa volver a unirnos. Aunque sea por una noche. Esta noche.