Eduardo Perrone pone a circular una literatura que es dispositivo estridente de alboroto y motín. Se abre el libro y las páginas configuran un territorio sonoro que resguarda en su interior los bullicios del cuerpo, el crujir de las panzas con hambre y pobreza, el hacinamiento en la cárcel y la villa miseria, el jadeo del sexo, el olvido sordo de la justicia, el rumor de la coima, el ronquido seco de las narices aspirando cocaína, el estruendo mudo de la prostitución, la resonancia de los afectos pinchados por la violencia, el martilleo de la prensa fabricando realidad. Todo esto encuentra su voz en la escritura de Perrone; adopta formas disruptivas en un repertorio narrativo que enuncia un Tucumán sumergido en el terrorismo de Estado, abarrotado de ofensas a la ley.

En Preso común (1973), Perrone -autofigurado- inicia su dolosa peregrinación por los engranajes del sistema penitenciario tucumano para demostrar su inocencia en una causa por violación en manada. Visita, francesa y completo (1974) le da voz a un exconvicto forzado a la ilegalidad; la condena social pesa tanto que deviene, entonces, cafisho, dealer, señor de la vida y la muerte. Días de reír, días de llorar (1976) narra la educación sentimental de las infancias en ese borde delicado hacia la adultez. Por último Los pájaros van a morir a Buenos Aires (1983), único de la serie que se aleja del suelo tucumano y hace de los sueños de prosperidad en la urbe porteña un vidrio sucio en el bar de Paco: ruge el hambre, no hay futuro.

Ficciones legales

Eduardo Perrone escribe y el alboroto de sus libros lo vuelve best seller. Visita… integra el index de libros censurados en 1975 porque la escritura incomoda. Las palabras denuncian, revelan, repelen, describen, detallan y también divierten. Los libros reúnen cuerpos sonoros de ida y de vuelta. Quienes leen suman quejidos a esa orquesta de restos auditivos. La multitud lee a la multitud y la literatura siempre en el medio. Perrone arma ese hilo luminoso en la oscuridad de las palabras, forja el rayo que nos dispone a la espera del estallido.

En ese trueno que explota, Perrone dispone de los géneros (¿qué escribe? ¿novela, autobiografía, relato etnográfico, crónica periodística?) y exhibe las ficciones de la ley. Da fe de las distorsiones de la letra, las releva en el tiempo, en el espacio y arma la historia tragicómica del estado dentro del Estado. Por detrás de los grandes discursos institucionales, las palabras arman arreglos que tergiversan lo real. Nada es lo que parece en el Gran San Miguel de Tucumán. Desgastado el sistema de autoridad, todo se degrada y lo único palpable es una muchedumbre de supervivientes que denuncia las atrocidades de la maquinaria jurídica, la falsedad de sus papeles, un código de representación que vulnera aún más las vidas rotas.

Ecos

El equipo editorial de La Papa reedita en la colección Ecos tres de los libros imprescindibles de Perrone. Trilogía apuesta a una política del cuidado y la exhumación que se traduce en el gesto afectivo y paradójico de volver a amar lo frágil. Releo la carnadura de tres libros y descubro que ese gesto erosiona el mito del escritor. En el jugo que chorrea la pulpa de la lectura, caen las etiquetas malditas y emerge una posibilidad de vida, de resarcir la muerte helada en el vagón de tren. Queda el texto listo para volver a ser engullido por sus lectores; frágil para volver a amarlo con locura.

© LA GACETA

Martín Aguierrez - Doctor en

Letras. Editor de Trilogía Perrone.