Cecilia Peralta siente que su vida entró en otra dimensión desde que comenzó la pandemia. Empezaba tercer año de la carrera de Derecho cuando, en marzo del año pasado, anunciaron el primer confinamiento. Aunque pasen los días, para ella todo sigue igual. Tomó un empleo en un call center y hace teletrabajo. Sin embargo, está aburrida de sentir que las cosas no avanzan. Sus días, cuenta, se hacen cada vez más cuesta arriba. Ahora, ha sumado otros problema: cuando quiere estudiar le cuesta muchísimo concentrarse. Y se olvida de las cosas. “Mi mente se queda en blanco”, resalta la joven de 24 años.
La diseñadora Josefina Montenegro (28) comparte esa sensación. “Perdí la creatividad. Hay días en los que me quedo en el primer ítem de toda una lista de cosas que tengo que hacer. He salido muy poco de casa en 14 meses. Otra situación común: voy al dormitorio a buscar algo y cuando llego sencillamente me doy cuenta que olvidé a qué iba. Tampoco recuerdo dónde dejo guardo algunas cosas”, confiesa. Agrega que le cuesta dormir y desenchufarse. Por ende, está más cansada.
A fines del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) denominó como “fatiga pandémica” al estado anímico caracterizado por la desmotivación y el cansancio emocional, derivado del constante estado de alerta en que vivimos por la crisis sanitaria. Muchas personas, en todo el mundo, se están sintiendo agotadas, incapaces de concentrarse en una reunión por zoom, de mantener una lectura o incluso de ver una serie. A veces se experimentan olvidos de cosas. Es como su nuestras mentes se hubiesen vuelto más débiles.
¿Qué nos está pasando?
La ansiedad, la estrés, la irritabilidad, los problemas para dormir y los desórdenes en la ingesta de alimentos se volvieron cosas comunes en muchas personas desde el inicio de la pandemia. Ahora, cuando la pandemia parece no acabar más, se están viendo nuevos efectos. Muchos tienen pequeños olvidos, leen un texto sin haber retenido nada y se distraen fácilmente en cualquier situación que requiera atención.
Algunos especialistas hablan de una “neblina mental” que puede afectar a cualquier persona y no solo a quienes han sufrido covid-19. “El encierro, la falta de contacto social, el estrés, el insomnio, el miedo y la incertidumbre pueden afectar la capacidad cognitiva de las personas. También cuando una persona se deprime”, explica el neurólogo Federico Pelli Noble.
El cerebro está más acostumbrado a predecir lo que va a ocurrir, pero lo que ha pasado con el coronavirus es totalmente incierto. “Primero hubo un confinamiento estricto. Igual, no se pudo evitar que se registraran muchos casos. Ahora nos vuelven a encerrar. En el medio, crisis económica con el miedo a enfermarnos, a quedarnos sin dinero. No estamos preparados para vivir en un constante clima de temor, en un escenario incierto. Es normal que la ansiedad afecte la capacidad de concentración o atención”, apunta el psiquiatra Pablo Abdhulamid, que trabaja en Ineco, institución especializada en neurociencias, fundada por el médico Facundo Manes.
Abdhulamid hace una analogía con la memoria RAM de las computadoras: cuando uno la carga con archivos muy pesados, es lógico que la máquina funcione con más lentitud. Entonces, no debe asustarnos que en nuestra mente se produzcan los olvidos benignos, como por ejemplo ir a la cocina y no saber para qué, así como también que uno se sienta menos creativo y más desconcentrado. Los expertos señalan que al estrés hay que sumarle el hecho de que el cerebro se estimula cuando se enfrenta a cosas nuevas. Como la crisis sanitaria nos ha obligado al encierro, y a permanecer y hacer casi todo el tiempo en el mismo lugar, la novedad desapareció.
La buena noticia: el daño no sería permanente, porque el cerebro es adaptable y plástico. “Es como un músculo que se debe ejercitar y entrenar”, explica Pelli Noble.
Lo mejor que podemos hacer para ejercitar el cerebro es realizar actividades nuevas, aconsejan Pelli Noble y Abdhulamid. Esto puede incluir talleres de idiomas, de música, de arte.
“Hay que hacer alguna actividad desafiante para el cerebro, algo que genere un aprendizaje. Si teníamos un hobbie antes de la pandemia, sería bueno también retomarlo o reinventarme y buscar un nuevo pasatiempo que me apasione”, propone Abdhulamid.
Pelli Noble propone asimismo no estar pendientes todo el día de las noticias malas (informarse en las dosis justas) y utilizar más tiempo para la lectura y la música, comunicarse con los seres queridos y realizar talleres de estimulación cognitiva, que se pueden encontrar en la web. Otra opción: aprender técnicas de meditación, por ejemplo, de Mindfulness.
Los profesionales sostienen que una cuestión fundamental para el cerebro es la buena alimentación y el ejercicio físico. Aquellas personas que notan un deterioro avanzado de sus capacidades deben sí o sí consultar al médico porque existen terapias específicas de neurorehabilitación.
El valor de la rutina
La rutina es muy importante: levantarse a una hora, vestirse, comer sano y hacer ejercicio, resalta la psicóloga Graciela Chamut. En el encierro, no es bueno no hacer nada. Además, lo ideal es hacer distintas actividades en diferentes espacios físicos de la casa para que el cerebro registre ese cambio.
“Algo muy importante es que el hombre es un ser social e inevitablemente el aislamiento produce un estrés muy fuerte. Se suma el miedo; mucha gente teme por su vida. Hay un agotamiento emocional, irritabilidad, ansiedad. Es lógico que todo esto afecte nuestra parte cognitiva. Otro detonante es la falta de información clara por parte de las autoridades. Entonces, surgen los rumores, los cuales generan angustia”, señala.
Los más afectados, según Chamut, son los que viven solos. Para ellos, mantener el contacto social, aunque sea en llamadas o por Zoom, es vital. “Quizás el primer año fue un poco más llevadero. Pero ahora la situación de incertidumbre (no sabemos cuánto va a durar la cuarentena, los casos no disminuyen) y esta privación de los vínculos sociales está afectando a las personas de una forma muy importante”, analiza la especialista.
Algunas recomendaciones, según Chamut, son tener pensamientos positivos, no dejar de proyectar algo a futuro hacer una actividad por los demás (aunque sean desconocidos). Cuidar una mascota puede ser de gran ayuda, propone. Aunque sea un pez sirve como estímulo nuevos al cerebro para salir de su "neblina mental" pandémica.
Secuelas
“Niebla mental” se le ha llamado a este efecto, que tendría relación con una interferencia de las funciones cognitivas. Esto cubre desde nuestra memoria, nuestra atención y nuestra capacidad para resolver problemas, hasta la creatividad.
El término se ha relacionado mucho en estos últimos meses a los pacientes que cursaron la enfermedad covid-19, pero se vincula a muchas otras patologías, aclara el neurólogo Jerónimo Cossio, presidente de la Sociedad de Neurología de Tucumán.
“La gente está consultando por déficit de atención y memoria, que es lo que se conoce como niebla mental. Se estima que un 30 a un 35% de lo pacientes que tuvieron covid sufren esta secuela del orden cognitivo”, precisó. El trastorno, generalmente se revierte con el paso del tiempo. No obstante, la consulta del paciente a un médico sirve porque se debe analizar si hay o no una lesión cerebral, apunta el neurólogo Federico Pelli Noble.
“Hoy estamos escuchando a nuestros pacientes que nos dicen que su atención no es la misma, están un escalón abajo mentalmente. Y estamos indicando rehabilitación neurológica”, añadió.