La rosca política quedó condicionada por el impacto de las nuevas restricciones. Con el sistema sanitario bajo riesgo de colapso, con Tucumán superando la barrera de las 2.000 muertes por coronavirus y con el descontento que generan las prohibiciones en una población agotada y empobrecida, es probable que este sea el peor momento para comenzar una campaña electoral desde la crisis de 2001, cuando el grito de “que se vayan todos” se convirtió en una pesadilla para la clase dirigente nacional.
Si Juan Manzur y Osvaldo Jaldo, con todo el poder que acumulan, se vieron forzados a postergar la sanguinaria interna por la conducción del Partido Justicialista, ¿qué queda para la oposición? Está claro que, al margen de algunas charlas subterráneas, los referentes de los partidos que apuntan a desbancar a los herederos de José Alperovich de la Casa de Gobierno tendrán que poner en pausa las confrontaciones públicas vinculadas a los armados electorales. Por supuesto, nunca falta el que se tienta con Twitter...
Por otro lado, con la atención de la ciudadanía puesta sobre la pandemia y sus consecuencias, sería inesperado que desde la oposición busquen dar ahora un golpe de efecto. Sobre todo en una semana “corta” por los feriados. Si bien puede haber novedades en algunos partidos -el foco estará puesto en la reunión de la Unión Cívica Radical-, todavía no es tiempo de definiciones en cuanto a las candidaturas para las próximas elecciones.
La semana pasada había terminado con algunos indicios de que la unidad era posible dentro de Juntos por el Cambio (JxC) en Tucumán.
El aval del PRO a la incorporación de otros espacios opositores -entre los que se destacan Fuerza Republicana (FR) y CREO, de Sebastián Murga- fue el dato político más trascendente de la última reunión de la mesa de la alianza macrista.
Los radicales Roberto Sánchez y Mariano Campero vienen insistiendo hace meses con que sería un despropósito dejar afuera del frente electoral a Ricardo Bussi, quien promedió casi 100.000 votos entre las provinciales y las nacionales de 2019. De todas maneras, el apoyo del PRO a una alianza “amplia” no significa que el acuerdo con el bussismo esté garantizado. Una cosa es que JxC haya abierto una puerta, y otra es que invite a pasar a Bussi -y que, además, el líder de FR acepte el convite y desista de lanzarse en soledad-. Tampoco se debe perder de vista el alcance de las vinculaciones que supieron cosechar el diputado José Cano y la senadora Silvia Elías de Pérez durante estos años en Buenos Aires. De hecho, está previsto que el interventor de la UCR José “Lucho” Argañaraz convoque para una reunión en los próximos días, a fin de resolver una postura definitiva con relación al bussismo. ¿El acuerdo con el legislador Paulo Ternavasio, expulsado de FR tras la votación por el defensor del Pueblo, habrá sido un indicio de la posición que tendrán estos “correligionarios”? El encuentro radical será posiblemente crucial para el futuro inmediato de la coalición opositora. Aunque habrá otros factores en juego que pueden terminar determinando el diagrama del mapa político en la oposición.
La “liga de los cuatro intendentes” también había dado pasos algunos adelante en sus conversaciones, luego de una cuarta reunión en menos de dos semanas entre Germán Alfaro (PJS) y los radicales Sánchez, Campero y Sebastián Salazar. Los jefes municipales de la Capital, Concepción, Yerba Buena y Bella Vista tienen mucho más en común que la imposibilidad de ser reelectos en 2023. Al contrario de lo que sucede con el resto de los referentes de la oposición, este cuarteto dispone de territorios de referencia que pueden significar un interesante puntapié pensando en un acuerdo electoral.
Por otro lado, el reparto de lugares en una potencial lista de candidatos parece menos complicada. Con la certeza de que el PJS está decidido a buscar una banca en el Senado, los intendentes radicales quedarían con la confección de la nómina para Diputados casi a su disposición, algo que parece imposible que obtengan en la negociación con Cano y Elías de Pérez. Sin embargo, los tres “correligionarios” deberían cederle a Alfaro el centro de la escena, así como un espacio que la UCR viene ocupando hace tiempo.
Todas las charlas entre peronistas disidentes, radicales y demás opositores transcurren bajo el pensamiento compartido de que quien consiga el pasaporte a la Cámara Alta en representación de la minoría, se pondrá de inmediato en carrera por la Gobernación en 2023.
Pero aunque tengan los objetivos puestos en lo que pasará dentro de dos años, los dirigentes saben que sería un error apartar la mirada de la dramática coyuntura que atraviesa la provincia.
Los indicadores epidemiológicos llevaron al Gobierno nacional a endurecer las medidas en todo el país. Manzur resolvió la plena adhesión de las restricciones dictadas por Alberto Fernández para Tucumán, donde el nivel de ocupación de camas de terapia intensiva con asistencia respiratoria mecánica. Pero la vuelta a esta especie de “Fase 1” se topó con el rechazo generalizado de los sectores que no podrán trabajar. Quizás haya sido porque la medida no fue bien comunicada, tal vez por los mensajes contradictorios que vino dando la política en este tiempo, pero los empresarios y los trabajadores alcanzados por la suspensión de actividades se terminaron rebelando hasta el desacato. Y los altos niveles de angustia por la crisis sanitaria, económica y social llevan a que no se distinga entre peronistas, macristas y radicales. No es territorio fértil para hacer política, incluso para la oposición. Así lo dejó probado el caso del concejal del PRO de Yerba Buena que decidió plegarse a la marcha de los comerciantes frente a la propiedad de Manzur. Aunque proviene del sector privado, su presencia terminó sirviendo para que la Casa de Gobierno vinculara la protesta a una acción política premeditada. “No estuvo bien”, le reprocharon en su propio espacio. Por lo pronto, acabó sirviendo de ejemplo a otros opositores sobre las particularidades del contexto para hacer política.