En esta edición de los premios Oscar se pusieron en juego dos competencias. La primera fue la que interesó a los amantes del cine, quienes atentos a las principales categorías hicieron sus apuestas por cuáles serían las producciones más reconocidas por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. La segunda fue el rating de la transmisión de la ceremonia, que hace días ya venía cuestionado por la prensa especializada y con pocas expectativas por los bajos índices que mostraron los premios previos a la gran fiesta de Hollywood.
La pandemia, como en todos los ámbitos, vino a desestabilizar las estanterías del mundo del cine. Pero las alertas sobre el interés de los espectadores se encendieron antes de que el coronavirus se expandiera a lo largo del planeta, cuando la ceremonia de los Oscar de 2020 tuvo la audiencia más baja de su historia, con un poco más de 23 millones de televidentes. El único consuelo fueron los bajísimos números de la entrega de los Globos de Oro de este año, que apenas interesaron a 6,9 millones de estadounidenses, frente a los 18 millones de 2020.
Después de casi un año de salas cerradas y un aumento del consumo de streaming, el escenario para la industria audiovisual es un desafío de tamaño colosal. Las plataformas entendieron el reto y por ello fue posible ver en ellas casi todas las candidatas a mejor película en el país, salvo “Nomadland”, la película de Chloé Zhao que se llevó las estatuillas a directora, actriz y producción. Pero la expansión de la tecnología y los algoritmos de recomendación son un componente más de los nuevos tiempos en los que es difícil hablar en términos masivos de “audiencia”. Los usuarios se aferraron al consumo bajo demanda y hoy existen nichos de intereses hasta dentro de los propios hogares; por ello los planes familiares conquistan a los consumidores. Para ofrecer el mejor contenido, la premisa es individualizar al usuario. Es decir, no desapareció “la audiencia”, sino que se transformó en “pequeñas audiencias”, o “burbujas” para estar a tono a los tiempos que corremos.
¿Qué dijeron los datos?
Algunos datos certifican estos intereses diversificados. Después de que se conocieran las nominadas a mejor película, la consultora especializada Guts+Data encuestó a 1.500 consumidores activos de entretenimiento (cinéfilos, de entretenimiento doméstico transaccional y de streaming) para medir cuánto conocían a las películas favoritas. Sólo el 18% de los encuestados habían oído hablar de “Mank”, la película que llegó a la ceremonia con más nominaciones. “El juicio de los 7 de Chicago”, que estaba ya en Netflix cinco meses antes, era conocida apenas por el 39%. “El sonido del metal”, la favorita de Amazon Studios tenía el 23% y la más reconocida fue “Judas y el mesías negro”, con el 46%.
Los números de Argentina previos a la ceremonia también distaban mucho de la elección de la Academia. Netflix, la plataforma más popular en el país, ofrece diariamente un listado de las 10 películas más vistas y un día antes de la entrega de los Oscar, ninguna de las candidatas estaba en dicho ranking. “Te veo”, “Minions” y “Pasajero inesperado”, ocupaban el podio.
Durante la transmisión no hubo tampoco sorpresas ni sobresaltos que hagan pensar que millones de usuarios buscarán los mejores momentos de la ceremonia en YouTube. De hecho, al finalizar el evento no había ningún video relacionado entre los 30 que ofrece dicha plataforma en su etiqueta de “Tendencias”. Fue una transmisión acotada, súper guionada y fría. Si hubo algunas instancias para el recuerdo no fue por la producción a cargo de Steven Soderbergh, sino por la emoción que le imprimieron la presencia de Chloé Zhao, Daniel Kaluuya y Frances McDormand. Sin embargo, no fueron suficientes para que usuarios piratas quisieran robar un par de reproducciones en sus cuentas.
Facebook tampoco fue el mejor escenario para los premios. Durante la ceremonia ninguna noticia sobre los Oscar generó interacciones suficientes para destacarse en la plataforma Crowdtangle, con la cual puede medirse el impacto que generan los medios digitales en dicha red social. En Argentina la audiencia estuvo atenta al positivo de coronavirus de Florencia Peña; a la muerte de la hermana de Gladys La Bomba, Tucumana; empatizó con Abel Pintos y comentó sobre las posibles nuevas restricciones del Gobierno nacional. Todas estas tendencias ocurrieron mientras las principales estrellas de cine estaban “juntas” en la televisión.
En Twitter en cambio, los galardones de la Academia sí encontraron más interés entre sus usuarios. A nivel global la etiqueta de #Oscars no solo lideró la tendencia durante la transmisión, sino que fue dueña del ranking ocho horas antes de que iniciara. Sin embargo, los usuarios “vips” de dicha red social, es decir, aquellos que tienen la cuenta verificada, fueron los más críticos contra la lentitud de la ceremonia y muchos de ellos auguraron el peor rating de su historia. En el país, las críticas no faltaron y la etiqueta nunca llegó a estar primera entre las tendencias; es más, cerca del momento en el que se anunció la categoría a la mejor película, la etiqueta estuvo entre la posición cinco y seis.
¿Invisibles?
¿Habrán sido estos los “Oscar invisibles”, como lo tituló la revista Variety hace pocas semanas? ¿La búsqueda por la diversidad, la equidad de género, el posicionamiento político de estos premios habrán podido atraer una mayor audiencia? En pocas horas lo sabremos, pero los primeros datos que emergen de las redes sociales no prometen un resurgir del interés por esta celebración.
El negocio de la música tardó años en acomodarse a los tiempos digitales y hoy también la producción audiovisual tiene un sólido mercado de distribución, pero al parecer corre por caminos diferentes al del reconocimiento de los expertos. El bajo interés no solo es consecuencia de las plataformas, que de hecho compitieron como nunca por sus galardones, ni tampoco por sus usuarios, quienes tuvieron a disposición las películas favoritas de la Academia. El coronavirus tampoco puede ser el chivo expiatorio de las producciones, que si bien impidió una mayor difusión en cines de las películas candidatas, encontró en febrero de 2020 unos premios ya devaluados.
Hasta la próxima edición de los Oscar habrá que ver si la pandemia le permite a los cines recuperar su esplendor. Tal vez, el último discurso pronunciado en la ceremonia por Frances McDormand -cuando recibió su reconocimiento como mejor actriz- sea un grito de batalla a la espera del eco de las audiencias: “vean nuestra película en una gran pantalla y lleven a todos a quienes conocen, para que estén en el cine hombro con hombro y que vean todas las películas”. Mientras tanto, la industria seguirá moviéndose pero ya no a pasos de elefantes, sino más bien por pequeños túneles de hormigas, llenos de intersticios y laberintos, atiborrados pero con destinos que aún no conocemos.