POLICIAL
ÉTICA PARA INVERSORES
PETROS MÁRKARIS
(Tusquets - Buenos Aires)

En Etica para inversores, el escritor griego Petros Márkaris trae de regreso al comisario Kostas Jaritos, ascendido al cargo que supo ser del entrañable Guikas y convertido en abuelo por su hija Katerina (a quien hemos visto crecer desde aquella joven estudiante de Noticias de la noche en 1995 hasta convertirse en una reconocida abogada), y lo coloca ante nuevos episodios criminales, que una vez más y como acostumbra el autor, sirven para retratar la crisis económica y de valores que sacude a la Grecia que le toca vivir, y que no logra recuperarse de los coletazos del shock del 2009.

Márkaris nos sitúa en una Atenas con problemas crónicos de congestiones de tránsito y con la gente atestando los puestos callejeros para consumir los populosos suvlakis y con los restaurantes vacíos. Pero la puntillosa radiografía no acaba allí: los albergues para inmigrantes están llenos de gente que escapa de países con peores condiciones de vida y coexisten con incipientes reacciones xenófobas y el recelo de muchos atenienses que ven en esos refugiados a eventuales competidores para la poca oferta laboral que circula. Y eso no es todo, la pobreza que cubre buena parte de la urbe alcanza a nuevos actores, pequeños burgueses acomodados que dramáticamente dejaron de serlo.

Salvadores

Desde el comienzo de la novela, Jaritos centra su atención en dos temas que lo preocupan. Por un lado, las movilizaciones que encabeza su amigo y viejo militante comunista, Lambros Zisis, quien primero realizará un funeral público para enterrar a la “izquierda”, que fracasó como movimiento popular en el mundo entero, y luego organizará marchas contra la pobreza en Atenas, en las que el comisario teme que puedan infiltrarse personas para generar disturbios. Pero por otra parte, todo se sacudirá con la aparición del cadáver de un adinerado inversionista saudí. La opinión pública y la política no tardarán en pedir mano firme y que se esclarezca el caso porque el país necesita seguridad para atraer a los inversores. Si la presión es mucha, las pistas son pocas y Jaritos debe construir desde la nada una investigación que pondrá sobre el tapete la falta de escrúpulos de muchos inversores, que llegan a los países como salvadores y que a la postre lejos están de serlo. Y todo se complica cuando aparece un segundo cuerpo: el de un inversor chino.

Márkaris se vale del relato en primera persona pero desde distintos puntos de vista, porque alternará a lo largo de la novela las voces de Jaritos y la de Lambros Zisis para terminar de envolver al lector en una trama de la que le resultará imposible salirse en la medida que avance con la historia.

Y tal como nos tiene acostumbrados desde el comienzo de la saga, las referencias a la gastronomía son innumerables: suvlakis, alcachofas a la polita, potaje de judías, judías verdes con queso feta, spaghettis con salsa de champignones, por mencionar algunas; como también lo son los contrapuntos con su inseparable compañera Adrianí, quien lentamente comienza a alejarse de su adicción a la televisión para dedicarse a cuidar a su pequeño nieto.

PERFIL

Petros Márkaris (Estambul, 1937) es autor de la serie de novelas policiacas protagonizadas por Kostas Jaritos: Noticias de la noche, Defensa cerrada, Suicidio perfecto, El accionista mayoritario, Muerte en Estambul y la exitosa Trilogía de la Crisis -compuesta por Con el agua al cuello, Liquidación final y Pan, educación, libertad-. Le siguen Hasta aquí hemos llegado y Offshore.

© LA GACETA