Símbolo de belleza en la actualidad, una sonrisa blanca es perseguida por muchos. En los últimos años la obsesión por tener los dientes blancos ha llevado a probar un sinfín de recetas o procedimientos caseros para lograr cambiar la pigmentación de los dientes. Algunos de ellos se realizan desde hace décadas, otros son más novedosos, pero todos dañan permanentemente la salud bucal, según afirman los especialistas.
Hay dos vías para blanquear los diente: el tratamiento odontológico o las recetas caseras que prometen cambios milagrosos con pocos productos al alcance de la mano.
La odontóloga Belén Herrera Jure reconoce que hay una cierta obsesión por los dientes blancos: “Creo que por una cuestión impuesta, en todos lados te lo muestran. Igualmente, primero hay que entender que el diente blanco e inmaculado no existe. Lo que le da el color al diente es la dentina, que tiende a ser medio amarilla. La perfección del diente blanco es casi imposible de lograr”, explica.
La doctora Tatiana Aches (también odontóloga) afirma: “Es la estética que impusieron las redes sociales, las revistas. Ven los dientes blancos y creen que es más saludable”.
El blanqueamiento profesional se hace a partir de un procedimiento que no es invasivo ni perjudica ninguna capa de los dientes. El problema es querer blanquearlos con productos no aprobados. En esta ocasión, especialistas nos cuentan los contras de los métodos caseros, hoy populares en las redes.
Bicarbonato de sodio
Este polvo se ha utilizado desde hace siglos tanto en la cocina como para la salud. A pesar de estar muy difundido como blanqueador, en los dientes produce un efecto exfoliante, que barre con el esmalte dental.
“Lo único que hace es rayar el esmalte, lo va debilitando y va generando como fisuras y rayaduras. Cuando intercepta la luz, el reflejo que se genera te puede dar una sensación de que está más blanco”, expone Herrera Jure.
“Es como cuando pasas una virulana a la olla con antiadherente y te querés morir porque se raya el teflón”, ejemplifica la doctora Macarena López Rubio.
“Al exponerse la superficie dental rayada, va a generar que seas más propenso a que se acumule en esas mini grietas más placa dental, restos de alimentos, de tabaco, de café. Entonces, cada vez va a ser más difícil tener los dientes blancos. Es un círculo vicioso”, añade.
“Lo más loco que hacen es combinar el bicarbonato con limón. Tenés, por un lado, un cepillo dental: cuando te cepillas los dientes generás fuerza y estas tallando el diente. Si a eso le sumas el ácido que te debilita y te ablanda el diente, y encima le sumas el bicarbonato que tiene partículas grandes y rayan el diente, vas de a poco disminuyendo la capa de tu esmalte. Vas rompiendo tu diente, y es algo irreparable”, acota Herrera Jure.
Limón
Si pensamos en la acidez de este cítrico, inmediatamente nos damos cuenta de que no es una buena opción ponerlo en los dientes. “El ácido desmineraliza la superficie del diente, el esmalte. Eso termina haciendo que se vea más blanco, pero lo único que estás haciendo es alterar la mineralización del diente”, informa López Rubio. Agrega que, al desmineralizar el diente, este se vuelve más opaco, lo que da la impresión de estar más blanco. “Pero inmediatamente después vuelve a su color original. Además, el desmineralizarlo lo hace propenso a las caries”, advierte.
“Es un ácido que actúa sobre lo inorgánico del diente y lo desarma. Si el bicarbonato te raya el diente, el limón lo desintegra, directamente”, subraya Herrera Jure.
“El limón va carcomiendo el esmalte, lo va desintegrando de a poco. Por eso es peligroso, a la larga va a crear poros dónde se va a juntar placa y más amarillo se va a ver el diente. Hay que tener en cuenta que la dentina es más amarilla que el esmalte; mientras más se vea esa dentina, que es el tejido que está debajo del esmalte, más amarillo se va a ver el diente”, indica la doctora Aches, que alerta que, una vez que se pierde el esmalte, no se recupera. “Hay que recurrir a técnicas extras”, destaca.
Carbón activado
El carbón activado también tiene muchos usos, tanto en medicina como para estética. “Al tener una superficie blanca o amarillenta como el diente, si le pones encima una sustancia como el carbón activado que es negro y te cepillás los dientes, cuando enjuagués lo primero que vas a ver es el contraste del negro con el blanco y, obviamente, vas a verlos más blancos. Es un efecto óptico”, asegura López Rubio.
“No está clínica ni científicamente comprobada su eficacia. Son productos (los que tienen carbón activado) que rayan el esmalte, por el tamaño de la partícula. Se ve el aspecto del diente más blanco, pero no actúan al nivel orgánico del pigmento”, añade Herrera Jure.
El carbón activado -considera Aches- va a blanquear el diente en la superficie, pero ni el blanqueamiento va a ser profundo ni el tratamiento, duradero.
“Hace básicamente lo mismo que el bicarbonato. Tiene poros y va puliendo el esmalte; no es uniforme y va sacando el esmalte”, agrega.
Resalta que este producto puede servir para quitar manchas de café o de bebidas cola, lo que también se puede lograr con una limpieza profunda en consultorio, que no daña los dientes ni quita el esmalte.
(Por Nicolás Sánchez Picón)