La pandemia viral ha golpeado también sobre nuestro usual temario de conversación, superando incluso las de índole económica, política, o policial, tan trascendentes para el bienestar social. La clásica pregunta "¿Cómo estás?" es emitida con un interrogante de nerviosa ansiedad... Lo que hasta hace poco era un saludo cordial, se emite en espera de una respuesta feliz. Al usual "Bien, ¿y vos?", agregamos un resonante "¡Gracias a Dios!"... Y lo hacemos con convicción, ya que nos sentimos desvalidos frente a la ferocidad del ataque viral... Se nos recomienda vacunarnos una y otra vez. Pero somos muchos millones y la producción de los laboratorios se queda corta... Aparte, no faltan los comentarios sobre su dudoso manejo y distribución... Así surge la pregunta dominante: "¿Ya te vacunaste?" Tema que da bastante para hablar. Especialmente si viene de un familiar, o alguien muy apreciado que sólo te desea el bien. Preguntas insoslayables para llevar tranquilidad al alma de un ser querido. Nuestra naturaleza latina absorbe las angustias ajenas y las multiplica, generando temor... Este es mal consejero porque induce a desconfiar de todo. Ignorando los constantes y repetidos consejos, intuimos que el peligro está latente. Tenemos mucho para perder. Y si perdemos la fe, perdemos la alegría de vivir.
Darío Albornoz
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