El rumbo económico sigue siendo incierto, como hace un año. El humor social no se ha modificado. Por el contrario, se torna irritable tanto como los discursos y las declaraciones del presidente Alberto Fernández. Los empresarios reclaman al Estado el mismo compromiso que el Gobierno le pide a la sociedad para que se cuide frente a la segunda ola de contagios de la Covid-19. Los empresarios van en esa línea. Creen que aquellos que cumplen con los protocolos sanitarios presentados ante el Comité Operativo de Emergencia (COE) pagan los platos rotos de aquellos que, desde la clandestinidad y transgrediendo las normas sanitarias, siguen con su actividad. Más presencia del Estado, con mayores controles para que todos hagan el esfuerzo, es el clamor popular. Consideran, además, que la gestión del gobernador Juan Manzur no debe sólo circunscribirse a las medidas nacionales, sino también a accionar.
Reacciones políticas a las restriccionesRoxana Laks, directora de la consultora Sociología y Mercado, señala a LA GACETA que, en una reciente encuesta se ha observado que el 85% de los tucumanos alcanzados por el sondeo coincide en que el Gobierno debía dejar el esquema de distanciamiento social, pero con un mayor control del Estado en las actividades, con el fin de evitar que la curva de contagios siga en ascenso. El 15% restante opina que no debería haber restricción alguna ni para las actividades ni para el tránsito de las personas y que cada uno debería cuidarse a su manera. Más específica, la encuesta señala que el 54% sostiene que hay que ahondar aquellos controles y un 31% las restricciones. Según la socióloga, debería evidenciarse una sociedad más solidaria. “Pero este concepto, usualmente ligado a la beneficencia, debe apuntar a la prédica, a ponerse en el lugar del otro, más que pensar en salvarse uno nada más”, puntualiza la consultora. Ese debió ser la enseñanza que nos dejó el inicio de la pandemia de hace un año, sintetiza.
Precisamente, un año de cuarentena, distanciamiento y contagios ha servido para afianzar algunos aprendizajes no solamente de la sociedad, sino también de los gobiernos, en medio de su intento por incrementar el programa de vacunación, advierte por su parte, el analista Gustavo Córdoba, de la consultora Zuban, Córdoba y Asociados.
“El segundo elemento a tener en cuenta para no cometer los mismos errores tiene que ver con una realidad inobjetable: ¿porque lo que ocurre en Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile, no nos pasaría en la Argentina?”, expone. El experto en Comunicación Política agrega que también hay que analizar la conducta de la oposición. “Oponerse por oponerse a cualquier iniciativa los deja cada día más lejos de recuperar el favor popular para ser gobierno”, señala. Y acota: “no hay una estrategia ni prudencia ni evaluación del impacto negativo tanto de las acciones (Mauricio Macri aislado por contacto en una reunión sin barbijos), como por sus declaraciones (los casos de Eduardo Amadeo o de Patricia Bullrich, entre otros).
Tomando como base de su análisis los sondeos de la consultora que dirigente, Córdoba enumera que la sociedad argentina ha evolucionado de un 50% que admitía que quería vacunarse en enero, a un 70% en marzo. “No tengo dudas que ese porcentaje va a seguir subiendo a medida que avance el tiempo, más allá de que la confianza hacia las dirigencias caiga y aumente el sentimiento negativo. Pero ese es otro proceso”, finaliza.
Gabriel Slavinsky, analista político y psicólogo, señala que en este proceso hacia la segunda ola de contagios en la Argentina, “el presidente de la pandemia volvió al modo conductor de la crisis o piloto de tormenta”.
“Alberto Fernández recupera la centralidad que no tenía en el último tiempo. Seguramente con algo menos de confianza en su palabra, más devaluada, pero no hay dudas que la pandemia lo ayuda, porque lo saca de su rol de articulador y coloca como líder o conductor”, expresa el consultor. “Encima desconcierta a la oposición imprudente y sin estrategia de largo plazo; los hace equivocar”, remarca.
El discurso presidencial
Slavinsky analiza algunas de las frases del discurso presidencial en el que se anticiparon las nuevas restricciones.
• “Hemos visto como durante la Semana Santa se rompieron todos los protocolos”. Frase polémica. Señala responsabilidades en la ciudadanía, pese a que las recomendaciones no las cumplen muchos dirigentes e inclusive distintos gobiernos provinciales y municipales o la misma Nación.
• “Estamos observando lo mismo que observamos un año atrás… debemos recordar esa experiencia”. Esta frase sugeriría que las restricciones no serán circunscriptas a tres semanas sino hasta septiembre. Si miramos un año atrás…
• “Lo que suceda en la segunda ola va a depender de las medidas que implementemos, de que haya un control riguroso en cada jurisdicción y del compromiso de cada miembro de nuestra comunidad”. Acá empieza el centro de la cosa. Tres cuestiones: medidas nacionales, controles provinciales y municipales, sumado al compromiso ciudadano. Es un mensaje estratégico que se consiguió en base a la experiencia 2020. La Nación decide, conduce y la responsabilidad es de otros.
• “Semejante catástrofe no puede volverse una miserable disputa política, nada me importa más que la salud de nuestra gente”. La frase más política de todas. Directa a la oposición, para dejarlos incomodos a los dirigentes de Juntos por el Cambio que critican las restricciones.
• “Les ruego que me acompañen en este nuevo esfuerzo”. Esfuerzo es una palabra difícil, Macri lo pidió y le fue mal. Mejor pedir es colaboración o acompañamiento, finaliza Slavinsky.