“Madres de Plaza de Mayo” es una agrupación de mujeres que surgió en lo más negro de la historia del país. La formaron familiares de personas desaparecidas por las fuerzas armadas. El perseverante reclamo, primero por información y luego por la aparición con vida de esos desaparecidos, trascendió fronteras y puso en conocimiento público los siniestros procedimientos de una maquinaria estatal y paraestatal que estaba asesinando a miles de personas. Teniendo en cuenta que las fuerzas militares secuestraban y atormentaban sin miramientos, las acciones de estas mujeres fueron un acto de resistencia audaz. Al principio se hicieron visibles en la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, caminando alrededor de la Pirámide con un pañuelo blanco en la cabeza. Pronto se extendieron a todo el país. En Tucumán, comenzaron a reunirse en la iglesia del Sagrado Corazón y en iglesia de Fátima, hasta que, luego de 1981 y con el apoyo del premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, tuvieron una sede donde reunirse.
Una de esas “Madres” de Tucumán fue Graciela González de Jeger, que buscó la aparición del padre de sus tres hijos, quien había desaparecido la noche del 8 de julio de 1975, en el marco del Operativo Independencia. Maurice Jeger, francés de nacimiento, había sido librero y periodista. González de Jeger había sido maestra rural y sufrió ella también un secuestro luego del golpe militar del año 76. Nunca pudo conocer el destino de Maurice. Murió el 22 de octubre de 2000. Dueña de una militancia férrea y de una amplia cultura, en 2010 se publicaron varios de sus escritos en el libro “A boca de jarro”.