Para muchos, la idea al principio era divertida: 15 días, nada más, sin salir de casa. Reencontrarse con ese espacio que dejamos abandonado la mayor parte del tiempo, al que siempre le falta algo, que en ocasiones implica más trabajo que placer. Siempre hay algo que hacer en la casa. Y, a medida que la cuarentena se fue extendiendo, el hogar se convirtió en el búnker para estar a salvo del exterior, pero también en el lugar donde había que desarrollar todas las tareas que hacíamos afuera: trabajar, criar hijos, ir al gimnasio, distenderse, estudiar, descansar.
Tanto nos hemos tenido que enfocar en la casa que la analista de tendencias Mariela Mociulsky, presidenta de la Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión (Saimo), acuñó el concepto de “homo hogareño” para describir al humano durante la pandemia, sus hábitos de consumo recluidos entre cuatros paredes y los modos en los que el mercado ha tenido que adaptarse a esa nueva manera de vivir. “Cambió todo: el consumo, la forma de comprar e informarse, el trabajar y los vínculos personales. No es sólo una crisis económica porque no se puede migrar, por ejemplo: hay que adaptarse”, precisó durante una entrevista con Infobae en enero de este año.
Y, claro, si la pandemia ha parido una nueva humanidad que se desarrolla en casa, en los hogares naturalmente hubo cambios, algunos de los cuales llegaron para quedarse.
1. El hogar multiuso
No importa el espacio, si vivimos en una casa de cuatro cuartos o en un monoambiente. El hogar se ha vuelto multiuso y ha surgido la necesidad de organizarlo para múltiples funciones. El espacio de trabajo o de estudio se ha vuelto protagonista. No es suficiente con sentarse con la laptop en la mesa del comedor. En las casas comenzaron a destinarse espacios específicos para armar el escritorio y hacer home office de una manera confortable. Los espacios de entretenimiento, en momentos en los que estaban cerrados los gimnasios y los espacios públicos, también tomaron relevancia, aunque fuesen desmontables.
2. Tecnología y conexión
La pandemia aceleró los procesos de digitalización para casi todas las tareas cotidianas. Gestión bancaria, pagos, consultas médicas, teletrabajo, clases por videollamada... Todas mostraron la importancia de contar con una conexión potente a internet y de tecnología capaz de soportar esas demandas. En las familias con hijos surgió también el conflicto y la necesidad de tener más de una computadora para que todos los miembros puedan cumplir con sus tareas. Las plataformas de streaming, la televisión on demand y otras nuevas formas de consumo cultural y de entretenimiento se convirtieron prácticamente en necesidades básicas.
3. Delivery para todo
El concepto de “sin moverse de su casa” nunca ha sido tan literal. Tanto, que la principal plataforma de ventas online de la Argentina duplicó la cantidad de usuarios y su facturación creció en un 85% hasta diciembre del año pasado. Los productos más vendidos fueron tapabocas, alcohol en spray, celulares, colchonetas de gimnasia y pañales. Hasta las compras más chicas y cotidianas comenzaron a hacerse vía delivery: verduras, productos de almacén, higiene personal... Incluso los pequeños supermercados locales se sumaron a las plataformas de envíos, logrando que la aventura de ir al súper fuera innecesaria.
4. Amor por el hogar
Los interioristas y las tiendas de decoración fueron los rubros que gozaron de un viento a favor durante la pandemia. Las personas, recluidas en los hogares, entendieron que hacerlos confortables, funcionales y estéticamente agradables es una necesidad y una manera de obtener bienestar. Un aluvión de ventas de muebles y artículos para el hogar se dio a partir de marzo y se sostuvo hasta fin de año, en una fiebre por renovar la casa y dejarla de la mejor manera posible. Los ahorros, que no podían ser destinados a viajes, se quedaron en arreglos para la casa.
5. Los hábitos de higiene
“Lavate las manos” dejó de ser una recomendación extraña cuando llegamos a una casa o a cualquier otro lugar. En pocos meses aprendimos la importancia de los hábitos de higiene y nadie mira raro si le piden “sanitizarse” después de haber estado en la calle. El alcohol, en todos sus formatos y presentaciones, comenzó a ser un infaltable en los hogares y en algunos, incluso, se instaló la “mesita sanitizante”, generalmente en el recibidor, con todos los artículos de higiene.