Se cumplió un año desde el inicio de la cuarentena y fue la oportunidad ideal para que los tucumanos le contaran a LA GACETA qué fue lo mejor y lo peor del período de encierro. Los consultados hicieron distintos balances: mientras algunos lo recuerdan como una pesadilla, a otros hasta les gustaría que se repita.
Para Gladys Ferreyra, empleada estatal y militante política, la cuarentena significó un duro momento en su vida. “Lo peor que me pasó fue haber sido una de las primeras en enfermarme cuando todavía no se sabía nada. La pasé muy mal porque me estaban tratando como si tuviera dengue, hasta que se dieron cuenta y estaba todo cerrado, ni taxis había, y vivo sola”, cuenta Gladys, con voz quebrada mientras recuerda lo que vivió. “Estuve cuatro días con muchos dolores sin que nadie pudiera auxiliarme”, agrega.
Gladys logró salir adelante de esa situación y encontró la fortaleza para reflexionar luego de su dolor: “al final pude darme cuenta de que la vida es hermosa, que pierdo tiempo en cosas vanas que no le suman al alma. Descubrí que viajar es hermoso, que compartir un café con amigos es más lindo. También valoro que aprendí a usar a internet, lo que me mantuvo conectada con mis hijos”.
Gonzalo Pizarro, otro de los consultados, también pasó por duros momentos durante el aislamiento. “Lo peor fue haber estado lejos de mis hijas. Fue una de las peores cosas que me tocó transitar. Con el tiempo tomé valor y fui a verlas, pero no en el auto, para evitar que me lo sacaran. Entonces caminaba 13 kilómetros para ir a verlas y otros 13 para volver a mi casa, sólo para estar con ellas un rato”, revela.
Otro de los problemas que Gonzalo debió enfrentar, además de la distancia con sus hijas, fue la Justicia: “si ya funciona lenta en tiempos normales imaginate el caos que fue seguir de modo virtual”. Él necesitaba que avanzara la causa para obtener la tenencia compartida de las niñas y no hacer un enorme recorrido para estar con ellas sólo algunas horas.
Sin embargo, destaca algo como lo más positivo: haber conservado el trabajo. “No perder el trabajo en un momento así fue muy bueno y es algo que valoro mucho”, asegura.
Buenas y malas
En otros casos, la época de confinamiento les dejó buenas y malas experiencias por igual. “Lo peor fue el año de Facultad. En Medicina fue muy complicado todo, arrancamos muy tarde, no nos daban noticias sobre el estudio. Eso me hizo sufrir mucho porque podría haber organizado mejor mi año y dedicarme a algo en el medio, en vez de estar algunos meses sin hacer nada”, piensa Matías “Molpo” Maldonado, estudiante y músico. Para su suerte, ese tiempo le sirvió para dedicar tiempo a su pasión: la música. “Aproveché para producir mucho y aprender con clases de guitarra, de jazz...”.
Eduardo Ross Barbá había planificado su año lectivo y la cuarentena derrumbó todo lo que había pensado para el primer cuatrimestre. “Tenías una estructura y de un día para el otro pasás a no tener básicamente nada porque no podés salir de tu casa. Con la cuarentena no podía salir ni a trabajar, entonces me sobraba el tiempo para cursar, pero no podía porque no me había anotado en ninguna materia. Es que antes del confinamiento no iba a tener tiempo”, indica Eduardo.
Por otro lado, ese momento le sirvió para dedicarle más tiempo a la introspección: “me permitía darme cuenta en dónde estaba, qué estaba haciendo, etcétera. Fue un tiempo de pausa que me sirvió para ver a dónde estaba apuntando, qué es lo que quería lograr e intentar acomodar la mira”.
En el caso de Belén Zurita, profesora de Inglés, lo peor que le pasó fue haber sufrido ataques de ansiedad, que se intensificaron con la situación que se estaba viviendo. “Lo mejor es que pude entrar al mundo espiritual de la meditación, del autoconocimiento y todas esas cuestiones”, sostiene.
Mirada optimista
Joaquín Sánchez Cuin, estudiante y emprendedor, vivió algo muy distinto. A él la cuarentena le llegó en un momento perfecto y lo ayudó a mejorar su vida en diferentes sentidos. “Quiero que se repita siempre. Sé que mucha gente la pasó mal, pero yo pude sacar provecho de la situación”, afirma el joven, que usó la cuarentena para crecer en lo económico, lo académico y lo familiar.
“Económicamente me fue bien y educacionalmente también, hasta pude adelantar materias. Pude hacerlo porque tenía una base importante en el ámbito informático, que es lo que le costó a muchos”, reflexiona, y agrega que lo único negativo fue ver cómo amigos o seres queridos pasaron por un mal momento, generalmente relacionados con la covid.
La influencer Sofía Daneri también sacó provecho y utilizó el tiempo para ser más productiva y dedicarles más tiempo a Tik Tok, Instagram y Kwai. “Esto me permitió estudiar y trabajar de lo que amo, que es actuar. Además conocí a muchísima gente y hasta me hice grandes amigos de todas partes del mundo”, dice Popi, como es conocida en las redes sociales.