Tener agua, aunque no seamos conscientes, es una dicha. Abrir una canilla y verla fluir o bañarse son, sin duda, placeres. En el mundo hay más de 2.200 millones de personas que no tienen agua potable. Por eso hoy, como cada año, se celebra el Día Mundial del Agua, para rendirle homenaje a este recurso y concientizar sobre tantos que no tienen acceso a él.

Pensar en este bien renovable nos puede llevar a diferentes imágenes como la de un vaso, una manguera o una ducha, pero es mucho más que esto. Está presente en toda nuestra vida: el suelo, el cielo, el aire, los alimentos, la industria, etcétera. Hagamos el ejercicio de pensar en cualquier cosa que veamos a nuestro alrededor. Y sí. Es muy probable que para poder fabricarse haya sido necesario de agua, algo que, hay que admitir, todavía no sabemos cuidar bien. Bajo el lema “Valoremos el agua”, Naciones Unidas invita este 2021 a empezar a ser conscientes y a propiciar la adopción de medidas para afrontar la crisis mundial del agua.

En diálogo con LA GACETA, jóvenes activistas reflexionan sobre el uso que le damos e invitan a ser conscientes y críticos sobre el tema. Además, la importancia de una toma de postura y el cambio de hábitos.

El agua es vida

“Para nosotros (activistas) el agua es vida. Es parte de nosotros, es parte de donde vivimos, de la naturaleza, de la biodiversidad; el agua es todo. Realmente es importante entender el valor que tiene para toda la vida, no solamente para los humanos: condiciona la vida de todos, porque la naturaleza en la que los humanos están incluidos, está completamente conectada”, afirma con pasión Agustina Tarcaya, ambientalista y voluntaria de la organización Salvarnos salvando.

Para la joven, los tucumanos no somos conscientes del agua como recurso, ya que fuimos educados para pensar que siempre existirá y que nunca nos va a faltar. “Capaz, que en otras provincias que tienen mayores problemas respecto de eso, ya sea por el avance de empresas extractivistas que la ponen en riesgo o por la escasez, comienzan a vivir de otra forma y a valorarla como lo que es: un servicio y un recurso esencial para la vida”, explica.

Tarcaya cree que hoy es importante comenzar a cuestionarse y tener una mirada crítica sobre el sistema que tenemos; no se trata de si demoramos más de 15 minutos en bañarnos o si dejamos la canilla abierta al cepillarnos los dientes, sino de ver cómo empresas ponen en riesgo el acceso al agua potable o cómo estas contaminan. “No sólo extraen de manera masiva nuestros recursos naturales, sino que tampoco tienen un buen tratamiento de sus efluentes y contaminan todo a su paso, incluso cambiando ciclos de distintos ecosistemas. Nos guste o no, la naturaleza está toda conectada y nos afecta”, agrega. Lo ejemplifica recordando lo sucedido en algunas provincias: “el año pasado se declaró emergencia hídrica en Entre Ríos y en Corrientes. Estaban muy bajos los niveles de agua y eso no solamente ponía en riesgo la práctica económica de esas regiones, sino su modo de vida: los peces se morían, había menos acceso al agua”, describe.

Tarcaya considera que para cuidar el agua no basta con pequeños actos. “Para evitar desperdiciar el agua es importante que empecemos a salir de nuestra zona de confort y entendamos que no solamente nuestro uso la desperdicia, sino un sistema que avala ese tipo de uso, del agua como commodity o como un recurso económico”, asevera. Si bien admite que es necesario cuidarla como se nos ha enseñado, también es imprescindible comprender que hay cosas más “grosas” que la ponen en mucho más riesgo y que, nosotros como ciudadanos, no podemos permitir que esto siga pasando sin al menos hacer una mirada crítica. “No podemos seguir conformándonos con nuestra indiferencia e ignorancia. Tenemos que salir realmente a pelear por lo que es nuestro, de todos y de todo, y eso es lo más importante para cuidarla: despertar, ser críticos, reflexivos”, finaliza.

Vale más que el oro

Nahime Acevedo es parte de la organización juvenil Jóvenes por el clima. Afirma que los tucumanos no somos respetuosos del recurso. “Falta mucha conciencia, se desperdicia, no se arreglan fugas de agua y no se hace recolección”, ejemplifica. Al ser consultada por LA GACETA, recita el lema “el agua vale más que el oro”. “Es como lo vivimos (los ambientalistas), y entendemos que para cada cosa que hacemos ha sido necesario utilizar agua, que no es un bien común que sea infinito, sino que es escaso y también vulnerable”, expone. Para hacer esto más representable, añade: “con un poquito de agua y una colilla contaminas 50 litros de agua”.

Así, el agua que desperdiciamos no es sólo la que se va con una canilla abierta o con caños rotos. “Hay formas indirectas; muchas de las cosas que compramos requieren mucha agua para su producción, como una botella de agua, o una hamburguesa para la que se necesitan como 15.000 litros”, ejemplifica. “Es necesario adquirir hábitos más amigables. Cerrar canillas, arreglar fugas, recolectar agua de lluvia que, si bien no es del todo potable, se puede utilizar para lavar la ropa o el auto”, ilustra.

Pero eso no es todo. Es sólo el comienzo, lo elemental. Tener hábitos sustentables, en los que no vemos ni tenemos contacto con el agua directamente, también son un gran cambio. “Esos hábitos, para no generar residuos, también sirven para cuidar el agua. Si en vez de comprar una botella tenes tu botella reutilizable, si en lugar de comer carne tenes una dieta basada en plantas, si no utilizas elementos de un solo uso, si utilizas cosmética más natural y que no necesitó muchas cantidades de agua para su producción”, enumera.

(Producción periodística: Nicolás Sánchez Picón)