En momentos de incertidumbre, siempre viene bien una palabra esperanzadora. Cuando lo que prima es el desconocimiento, hay que recurrir a los que más saben. Cuando estamos envueltos en una guerra informativa, hay que tomarse un tiempo para pacificar. En medio de una pandemia, llevar tranquilidad es importante. Sin desmerecer lo que estamos viviendo, pero teniendo en cuenta que contamos con herramientas para sobreponernos. Por eso, los tucumanos confían en quienes les dicen las cosas claramente. Por so exigen mensajes claros a quienes muchas veces sólo confunden u ocultan. Y por eso creen, por ejemplo, en el doctor Alfredo Miroli. Cuando hay más dudas que certezas con respecto a un futuro inmediato, su palabra es más valiosa. Tenemos una segunda ola de coronavirus sobre nuestra cabeza, y el especialista afirma que será peligrosa, pero recomienda mantener los cuidados que se vienen pregonando desde hace un año. Y tira una certeza que nos pone en vilo: “hay un peligroso hartazgo de la prevención”. Este fue el diálogo que el inmunólogo mantuvo con LA GACETA y su mensaje sobre lo que nos está sucediendo:
¿Cómo está viendo usted la situación actual de la pandemia? ¿Qué va a suceder con la tan temida segunda ola?
- Todos los virus en la historia de la virología mutan. ¿Qué busca el virus con eso? Cepas cada vez más contagiosas, más transmisibles, pero menos virulentas. La idea del virus sería así: si yo soy el virus y estoy por entrar en vos, ¿qué negocio es para mi que te internes, y peor si te mato? Mi negocio es que vos no te enteres que estoy dentro tuyo y así contagio y paso a más personas. Los de la primera ola son virus poco contagiosos, pero enferman a varios y mata a muchos más. Sube en pico agudo y baja en pico agudo. Tienen las variantes del virus menos letales pero más contagiosas. Las secundarias, en cambio, son más largas pero más bajitas. Luego de varias olas secundarias viene la tercera que ya no enferma a nadie. ¿Qué tiene de distinto esta segunda ola que se nos viene? Dice ‘mejor me vuelvo contagioso pero menos dañino’, pero claro, con ese concepto los números van a aumentar muchísimo. Y esto puede derivar en más muertes. Yo veo que hay un hartazgo social de la prevención y una gran falta de respeto al virus. La gente dice no al barbijo, no hay distancia social. La sociedad se hartó de la prevención. Esto no pasó antes con la tuberculosis, ni con el sida. A todo el mal que el virus hace le agregamos que no nos cuidamos. Y hay un tercer factor peligroso, algo que antes no existía, y que son las redes sociales. Las redes potencian la falta de respeto al virus. Muchas veces nos hacen olvidar que hay que tenerle miedo. Con todo lo que se dice se arma un lío lleno de macanas. En las redes se dice cualquier cosa. La segunda ola puede llegar a ser muy importante. Hay que volver a llamar a una toma de conciencia a la comunidad. Hay que tenerle respeto al virus, puede lastimar a muchos. Al contagiar con tanta velocidad, el número de enfermos crece, y por ende, el número de víctimas mortales también. Hay que tenerlo muy en cuenta.
¿Qué se le puede decir entonces a la sociedad?
- Deben recordar tres cosas importantes hasta el hartazgo, tanto como ponerse casco cuando uno se sube a una moto, o como que no hay que manejar borracho. Primero, la ventilación. Es la más importante. Estar en lugares abiertos y no cerrados, con una ventana entreabierta, con tela para que no entre el mosquito del dengue, siempre con ventilación, para que circule el aire. Si tengo el virus y estoy con alguien encerrado, estornudo y los virus salen concentrados y hay altísimas probabilidades de contagiarse. Al estar ventilado el ambiente, el virus se esparce. El viento, la brisa los diluye y por eso hay que estar en lugares abiertos. Lo segundo es mantener las distancias. Pongamos como ejemplo el sarampión y el coronavirus. El primero es como una bolilla de telgopor, a 12 metros infectó a todos, en cambio el coronavirus es una bolilla de plomo. Estornudo y cae a 1.20 metro. Es re denso. Por eso si estamos hablando a 1.70 metro es imposible que nos infectemos. Hay que tenerlo muy en cuenta. Y el tercer punto fundamental es el uso del barbijo. Si el aire está sofocado, si no tenemos distancia, nos ponemos el barbijo los dos y la chance de infección es imposible. No se le está pidiendo a la gente que deje de respirar, sino que desarrollen estas medidas de seguridad. Nada raro, nada extraño. No puede haber 12 en una mesa compartiendo vasos, ni 50 en un patio cerrado. Es lógica pura. Después, lo que ya sabemos, lavarnos las manos con jabón, usar alcohol en gel, desinfectar con lavandina. Si todos hiciéramos todo esto, que no es difícil, la segunda ola se aplanaría totalmente. Ahora se viene el otoño y va a bajar la temperatura, pero tenemos que ser capaces igualmente de estar en ambientes ventilados.
¿Cómo ve la situación de las vacunas y su distribución?
- Es cierto que hay poca provisión, es un problema para todo el mundo. Se debe producir más, en varios países. Las automotrices fabrican autos en varias partes del mundo, no sólo en la planta original. Hasta AstraZeneca tiene poca capacidad de producción. Y a todo esto se agregó un problema que parece menor pero no lo es: no hay arena para hacer los frasquitos. No se la puede envasar, digamos. De las 241 ensayos de vacunas que hay en el mundo, nueve están aprobadas para ser vendidas. Por eso la producción va a aumentar. Se que es complicado, pero hay que ser pacientes, cuidarnos hasta que lleguen las vacunas. Y vacunarnos, no ponernos en antivacunas. La vacuna nos va a hacer bien. A alguien, a muy pocos, le puede caer mal, pero también a algunos les cae mal el gluten. La ciencia logró el milagro de hacer vacunas en tan poco tiempo, hay que aprovecharlo. La ciencia es la única que puede erradicar la pandemia. Lo único que tenemos que hacer es cuidarnos. Nadie nos está pidiendo que dejemos de comer hasta que lleguen las vacunas, sólo cuidarnos. Hay formas de evitar el virus, y hay que hacerlas durante las 24 horas del día, tenemos que adoptar las medidas de prevención y cumplirlas. Es la única manera. Este coronavirus ya está tirando la toalla. La probabilidad de que el mundo se vacune se va a acelerar.
¿Por qué politizamos todo en este país?
- Somos muy generadores de grietas que nos separan y de muros que nos aíslan. Construimos grietas para estar enojados, aparecen enfrentamientos... Los antivacunas contra los pro vacunas, los no vacunados contra los vacunados, tenemos que decir que el rival es el virus y no los humanos. Tenemos que saber que todas las vacunas son buenas, vengan de donde vengan. Ninguna es mala. Como científico estoy feliz del aporte de la ciencia en todo esto. Para la próxima pandemia que venga, que va a venir, vamos a tener vacunas en tres meses. Hay que ver el lado bueno.
¿Cuál es su opinión sobre otro tema controvertido como el de la presencialidad en las escuelas?
- Lo presencial es indispensable para educar y no para informar. Yo puedo informar a través de un programa y está bien, son medios masivos de comunicación, pero para educar se necesita presencialidad. La educación requiere aromas, olores, emotividad, así el cerebro no lo olvida. El único sentido que asocia con la corteza cerebral emotiva es el olfato. La escuela tiene aromas, y esto va ayudando a una educación no sólo a través de las virtualidad, sino a través de la presencia. Pero la presencialidad requiere distancias, el protocolo es para cada establecimiento, y se debe ir viendo qué pasa en el tiempo, es un día a día, como todo lo que nos está pasando.
¿Usted cree que exista una posibilidad de cerrar todo de nuevo?
- Como viene la pandemia, y por la forma en la que nos estamos comportando, habría que cerrar todo mañana mismo, pero no es lo que queremos. Hay alguna posibilidad de que tengan que cerrar todo, pero la probabilidad de aplicar esa medida es muy complicada. Ya no creo que la comunidad la cumpla, por eso no creo que se vuelva a cerrar. Después de las cosas que pasamos, lo único tenemos que hacer es portarnos bien. No es tan difícil.