Un nudo en el estómago. Piel de gallina. Ganas de llorar. El solo pensar en volver a estar encerrados en una cuarentena más estricta por la covid-19 genera esas reacciones en el cuerpo de la mayoría. A otros, la angustia, el estrés, el extrañar a sus seres queridos y el miedo les ha jugado peores pasadas en la salud física y mental. A diferencia de la primera vez, sin embargo, tenemos la experiencia: sabemos qué esperar y cómo reaccionamos al aislamiento. Esas sensaciones y ese capital rescatan los tucumanos a la hora de reflexionar sobre cómo se prepararían en el caso de que el Gobierno nacional dispusiera medidas más duras para evitar contagios y morigerar así una posible “segunda ola”.
Un párrafo aparte merece la cuestión económica, una inquietud para gran parte de los consultados: la primera etapa de las restricciones, a principios de 2020, fue catastrófica para los bolsillos y las actividades económicas en general. El desempleo y el trabajo en negro acechan a miles de tucumanos, que aún no pudieron recuperarse.
Más preparados
“Así como en 2020 la prioridad era aprovisionarse de mercadería, papel higiénico o alcohol en gel, si hubiera una nueva cuarentena me enfocaría en los ‘recursos emocionales’ en lo personal y familiar. Es decir, aprender a gestionar los miedos, a desarrollar la paciencia, el trato y el cuidado afectuoso de los vínculos”, recapitula María Julia López García, que es mamá y psicóloga. Ella escribe en su cuenta de Instragram @maternarEs, donde invita a repensar la maternidad y la crianza. Explica que la cuarentena y el estrés de la sobrecarga de tareas domésticas nos enseñaron que es necesario revisar la organización familiar y trabajar en una distribución más equitativa de las responsabilidades. Cuenta que, en su caso, se prepararía acordando una manera más eficiente de conciliar el trabajo remunerado con el doméstico. Y algo fundamental: marcando pautas de horarios y espacios más claras para el teletrabajo y las clases online.
“También sería importante sostener las rutinas diarias, sin sobreexigencias, pero apoyándonos en ellas ya que aportan seguridad al ofrecer un ritmo predecible. Preparar y acompañar a los niños transmitiendo confianza y calma, cuidando la información y las palabras que se manejan en la familia. Si bien una pandemia nos deja vulnerables a todos, los adultos tenemos la responsabilidad de transmitir esperanza y seguridad a los más pequeños”, recomienda.
El valor del hogar
Marcos Shoijet, abogado, también hace foco en la necesidad de organizar el hogar para afrontar la situación. Considera que, además de reforzar la provisión de mercaderías y sanitizantes, es importante que la familia pueda estar en un lugar cómodo y tranquilo para pasar el aislamiento. También la cuestión laboral y escolar es importante: contrataría un mejor servicio de internet para evitar dolores de cabeza.
“Trataría de estar más tranquilo y no padecer y sufrir tanto como la primera vez”, cuenta como otro posible objetivo clave.
Numerosos tips
Todo puede cambiar en un instante. Esa es la enseñanza que dejó el año pasado, según María Victoria, docente de un colegio privado. “Jamás pensé vivir lo que vivimos, estar adentro de mi casa con mi familia sin salir, ni me imaginé ver las calles vacías desde el balcón. Jamás pensé que me iba a enfermar de covid y que toda mi familia se enfermaría. Aprendí a valorar cada minuto, le dí gracias a Dios por todo y por tanto”, rememora. Está convencida de que el home office la ayudó a salir adelante, porque la mantenía ocupada y se siente más preparada para afrontar con tranquilidad una vuelta atrás en la situación sanitaria. “Deseo que nunca vuelva a suceder, que todo vaya mejorando, que pronto estemos todos vacunados y conscientes de que debemos seguir cuidándonos”, resume.
Marta Jajam es jubilada y afirma que si le tocara afrontar otra cuarentena estricta tomaría mayores recaudos. “No concurriría a lugares donde haya aglomeramiento de gente y trataría de no exponer tampoco a familiares ni a amigos”, manifiesta.
Julio Sosa, maestro jardinero de Monteros, afirma que priorizaría los cuidados para mantener seguros a sus seres queridos.”Buscaría aprovechar el tiempo para reforzar los vínculos familiares. No padecimos el encierro que tuvieron quienes viven en departamento y en las grandes ciudades. Aprovechamos el espacio de nuestra casa para hacer actividad física, jugar en equipo, sonreír hasta más no poder y compartir largas charlas a la hora de comer”, repasa ¿Qué cambiaría? La manera de ver este problema y el no subestimar al virus. “Porque de verdad nos puede llegar a matar”, subraya.
Trabajo y economía
Guillermo Szlosberg, dueño de un comercio de colchones y muebles, recuerda que aprendió cómo afrontar otra manera de trabajar. “Me armaría de mayor stock para vender online por medio de las redes sociales. Trataría de contar con un buen surtido y de organizarme mejor con la entrega de la mercadería, para estar expuesto la menor cantidad de tiempo posible”, proyecta. En cuanto a su vida familiar, menciona que siguen cuidándose mucho y que prácticamente no salen. “Lo que aprendimos en la primera etapa fue a hacer las compras para dos o tres semanas y de esta manera salir lo menos posible”, cuenta.
Según Martín Estévez, un joven músico, los aspectos negativos de la cuarentena estricta pasan por lo económico, lo social y lo psicológico. “Creo que la gente no lo aguantaría, no lo permitiría. Ya no hay reservas económicas, sería muy fuerte para muchos. Hay privilegiados que fueron capaces de aprender de la situación y eso prevalecerá porque es una experiencia capitalizada”, opina.
Recibió hace un mes de abogado, y mientras busca trabajo, Santiago Salvatierra advierte que el mercado laboral está muy complicado y hay pocas oportunidades. Piensa que si se aplican restricciones se complicarían sus planes. “La primera vez hubo mucho miedo e incertidumbre, ahora ya hay un conocimiento de qué hacer. Yo aumentaría las medidas de cuidados básicos, como tener el alcohol en la casa, usar barbijos y limpiar todo. Salir sólo para lo necesario, evitar las reuniones sociales -enumera-. Tomaría las mismas medidas, pero ahora somos más conscientes y con menos miedo”.
Luis Cazullo es programador y cuenta que lo más sencillo fue acostumbrarse al homeworking. “Salgo sólo lo justo y necesario, no voy a juntadas ni a fiestas. Sí a bares, de vez en cuando, a tomar una cerveza con amigos. Después de un año de cuarentena dejar de ver a tus seres queridos sería complicado. Hay personas a las que el aislamiento les pegó mal”, lamenta. Le gustaría que algunas actividades se mantuvieran, con los cuidados pertinentes, para aportar a la salud mental de la gente, como los gimnasios y bares.
Los tucumanos esperan que no se endurezca la cuarentena, pero si eso sucede afirman que ya saben cómo prepararse, con pertrechos materiales y, fundamentalmente, emocionales.