“Busco crear una atmósfera donde el público pueda sentirse inmerso y dejarse conmover. El cuerpo es el foco y la danza, pero no importa cuál es la coreografía que yo haga sino con qué calidad y temporalidad, para poder invitar a un mundo con diferentes reglas físicas”.

Con acento chileno Pascal Melnick explica su propuesta dancística “Kockmohabit”, que presentará hoy, a las 20.30, en La Gloriosa (San Luis 836). “Danza doble” se llama la función, de la que también tomará parte “Encendida pa’ quemar”, una intervención con danza, bombo y zapateo a cargo de las anfitrionas tucumanas del bailarín, las integrantes del grupo La Hamaca Luján Arroyo, Flor Zerda y Ana Darelli.

El artista explora cómo se vería afectado un cuerpo sometido a leyes físicas diferentes; por ejemplo, “cómo se vería al pasar al lado de un agujero negro; en un planeta donde la gravedad es 10 veces más fuerte, o donde el tiempo transcurre de una manera no lineal”.

Su ascendencia ucraniana lo indujo a jugar con el nombre (kockmohabit es cosmonauta en ruso) al tiempo de investigar la historia humana en relación al cosmos, sobre todo en la Guerra Fría, “cuando los rusos estaban bien adelantados”.

“Esta obra surgió por un video que vi acerca de unas máquinas de la NASA, que tomaban la radiación que emitía cada planeta y la reinterpretaban en una sonoridad o música. Me impresionó mucho, sobre todo el sonido de Saturno, que era rarísimo, muy llamativo y misterioso”, afirma. Así revela cómo empezó a gestar la obra, cuando generó “un imaginario en relación con otros sonidos o músicas que quizás sonaron en la Tierra pero se perdieron en el cosmos; en la pista sonora, que armé yo mismo, entran canciones de otras épocas o vientos espaciales”.

El bailarín nació en Santiago de Chile y estudió en Buenos Aires con maestros argentinos y extranjeros, que reforzaron su formación, iniciada en la UBA y que luego tomó rumbo “muy autodidacta”.

Una revelación

“En Chile estudié diseño gráfico y vine a Buenos Aires a estudiar arquitectura -recuerda- Hice un año de CBC, y estaba todo el día haciendo maquetas y estudiando, mucho tiempo sentado. Por ello busqué alguna disciplina física que me pudiese acomodar un poco la columna y darme mejor postura; encontré que la danza clásica ayudaba mucho. Fui a tomar una clase donde tuve una revelación, un entendimiento, un acercamiento nuevo de mi cuerpo, nuevas sensaciones físicas, así que seguí profundizando unos meses en esa técnica. Pero luego conocí la danza contemporánea y ya me pasé para esa línea. En realidad lo que me llevó a acercarme fue querer descubrir mi cuerpo, entenderlo desde otros lugares, y terminé dedicándome de lleno”.

Caer al vacío

La visita de Melnick incluye el seminario de danza investigación “Caer el vacío”, que ya ha dictado en México, Colombia y Chile, y que organizado por el grupo La Hamaca, ofrece ayer y hoy en La Gloriosa.

“‘Caer al vacío’ nace desde lo que se conoce como técnicas somáticas, es decir abordar la danza desde una escucha muy sutil, de mi propia sección o desde cómo siento mi cuerpo, en lugar de abordar la danza desde una repetición más mecánica desde una copia. Significa entrar a la danza desde la autopercepción, desde el imaginario y desde un estado más meditativo o consciente. Es entrar hacia un cuerpo quizá un poco más arriesgado o más acrobático, o más virtuoso -por así decirlo- desde el lado más relacionado a visualizar imágenes en la cabeza, pasarlas al cuerpo e improvisar en búsqueda de la técnica que le pertenece a cada cuerpo”, describe.

Desde que Melnick comenzó a dictar clases de entrenamiento físico y de iniciación a la danza se fue inclinando hacia esta técnica, y la incluyó en su pedagogía. En ese camino agradece haber recibido la influencia de maestros como la brasileña Aria Anselmi.